sábado, 30 de septiembre de 2023

El códice Beza

Quienes habéis seguido mis clases sobre el Libro de los Hechos me habéis oído hablar del códice Beza en varias ocasiones. En los últimos años he tenido la oportunidad de seguir unos cursos con dos de los biblistas más destacados y pioneros en el estudio de este códice. Me siento privilegiada de haberlos podido conocer y seguir sus clases. Son el teólogo catalán Josep Rius-Camps y la lingüista inglesa Jenny Read-Heimerdinger. Ambos son dos investigadores punteros en los textos y el trasfondo histórico del Nuevo Testamento.

¿Qué es el códice Beza? Es un libro manuscrito del siglo IV que contiene buena parte del Nuevo Testamento (evangelios, fragmento de la tercera carta de Juan y los Hechos). Está escrito en griego y en latín: es una versión bilingüe. ¿Qué particularidad tiene? Además de estar escrito en estas dos lenguas, los biblistas que lo han estudiado están convencidos de que es, a día de hoy, la versión más antigua que conservamos del Nuevo Testamento. Presenta muchas variantes respecto de otros códices y su coincidencia con antiguos papiros sirios, coptos y latinos hace pensar que el códice Beza, si no es el original, es la versión más cercana a los primitivos textos de los evangelios y los Hechos.


Los códices “oficiales”

La mayoría de nuestras Biblias contemporáneas se basan en otros códices muy famosos: sobre todo el Códice Vaticano, conservado en Roma, y el Códice Sinaítico, que se encontró en el monasterio de Santa Catalina en el Sinaí. Estos códices, escritos en griego, están datados en el siglo IV de nuestra era y son las versiones elegidas para las traducciones actuales.

¿Por qué el más antiguo?

¿Por qué piensan ciertos biblistas que el códice Beza es más antiguo? Por varios motivos.

Uno, porque está escrito en un griego más coloquial que los otros. Normalmente, cuando tienes varias copias de un texto, lo más lógico es pensar que la más coloquial es primitiva, las más literarias y pulidas son posteriores.

En segundo lugar, porque las variantes del códice Beza aparecen en otros textos del NT hallados en papiros sueltos y en la obra de algunos padres de la Iglesia, tan antiguos que se remontan al siglo II. Son traducciones en latín, copto y siríaco que coinciden con el texto del Beza. Si estas traducciones son del siglo II, esto significa que el texto del códice Beza es, como mínimo contemporáneo o anterior.

En tercer lugar, porque el códice Beza, en palabras de sus estudiosos, es más “judío” que los otros. Es decir, se nota mucho más el origen, la forma de pensar y el carácter judío de los autores del NT. En los códices posteriores se fue quitando un poco ese sabor hebreo, ya fuera por la creciente distancia entre los judíos tradicionales y los seguidores de Jesús, ya fuera porque los textos se dirigían a un público cada vez más gentil, formado por un mayor número de personas ajenas al judaísmo.

Lo interesante del códice Beza es que sus variantes ofrecen datos muy significativos sobre el mundo judíos del siglo I y también dan una imagen algo diferente de los apóstoles: no son seres ideales y perfectos, sino muy humanos. Especialmente en el libro de los Hechos, que han estudiado a fondo Rius Camps y Jenny Read, vemos que los apóstoles cometen errores, se equivocan, les cuesta entender la misión que Jesús les ha encomendado. Dan pasos en falso, tienen que rectificar... En los códices posteriores esta imagen se pule y algunas frases se modifican para lavar la imagen de estos primeros seguidores de Jesús. El códice Beza nos deja entrever una posición más crítica de los autores respecto a la actuación de figuras como Pedro y Pablo.

Códice Beza

Datos que rompen esquemas

Lucas, el evangelista

Seguramente muchos de vosotros habréis oído o estudiado que Lucas, según se dice, era médico, de origen gentil, discípulo de Pablo, y que su evangelio está dirigido principalmente a los cristianos procedentes de fuera del judaísmo.

Bien, la investigación cuidadosa del códice Beza nos da otra imagen. Lucas no es un gentil, sino un judío muy bien formado. Quizás un rabino, como el mismo Pablo. Pero pertenece, al igual que este, a la Diáspora. Es un judío helenista, habla en griego y está inmerso en la cultura griega.

Lucas conoce al dedillo las Escrituras Sagradas del judaísmo, y las maneja muy bien. Los paralelos entre el evangelio de Lucas y los Hechos con episodios cruciales del AT son continuos, y las analogías que establece Lucas son típicas de la exégesis judía. Lucas quiere demostrar que en Jesús se cumplen y se realizan todas las promesas y grandes obras de Dios hacia su pueblo, tal como se recoge en la Torá y en los profetas. Y lo hace utilizando métodos propios de los maestros judíos.

Por tanto, es evidente que el texto de Lucas se dirige a personas que también están muy versadas en la cultura y las escrituras judías: pueden comprender todas sus analogías. Lucas no es un gentil, es un judío de la diáspora y escribe para un lector judío que posiblemente se está abriendo al mensaje de Jesús.

En el capítulo 14 de Hechos, cuando Pablo y Bernabé viajan por Asia Menor, llegan a Antioquía de Pisidia. Los códices más conocidos dicen que llegaron “en día de sábado a la sinagoga”. El Beza dice: “el sábado llegaron a nuestra sinagoga”. ¿Qué significa este nuestra? ¿Es un error? Los biblistas lo explican porque la palabra “nuestra” en griego es muy parecida a la palabra “día”. Algún copista, por error, debió transcribir “nuestra” por “día” y así acuñó la expresión “día de sábado”, que perduró en los manuscritos posteriores. ¿Por qué Lucas dice nuestra? Cuando Lucas utiliza la primera persona en el Libro de los Hechos siempre lo hace con una intención. Posiblemente porque se trata de “su” sinagoga, la de su comunidad. Por tanto, Lucas es oriundo de Antioquía de Pisidia, y no de la Antioquía de Siria, como se pensaba hasta ahora.


La mujer pecadora

Este episodio tan famoso del evangelio, ubicado en Juan 8, 1-11, no aparece en muchos códices antiguos. Sin embargo, lo leemos en nuestras Biblias actuales. Está ausente en el Códice Vaticano y en el Sinaítico y de muchos manuscritos antiguos, ¿por qué? Quizás los editores consideraron que era demasiado escandaloso o que podía herir sensibilidades...

Pero el Beza, al igual que algunos papiros de los primeros padres de la Iglesia, sí lo recoge. La versión latina es la más antigua encontrada que incluye esta escena. La Vulgata latina también incluye este episodio, y de allí pasó a todas las Biblias medievales y después modernas.

Hay muchos otros datos curiosos y reveladores en este códice, sería muy largo explicarlos todos... Baste saber que, por sus características y estilo, este manuscrito es, a día de hoy, el más cercano que tenemos a los textos originales, o más primitivos, del NT.

Theodore de Beza

¿Por qué es un códice marginado?

Aunque cada vez son más los biblistas y teólogos que se entusiasman y se ponen a estudiar el Códice Beza, este texto no ha sido tenido en cuenta en la mayoría de versiones de la Biblia. ¿Por qué?

Vamos a conocer la historia de este manuscrito, una historia de novela.

En 1562, Francia estaba inmersa en una guerra de religión, entre los católicos y los hugonotes. En la batalla librada en la ciudad de Lyon, las tropas calvinistas tomaron la Iglesia de san Ireneo y la incendiaron. Antes de la quema, alguien encontró en su cripta un antiguo códice que entregó al capellán de la tropa. Este hombre era Teodoro Beza, pastor calvinista que acompañaba al ejército hugonote en sus campañas.

Teodoro se llevó el códice a Suiza. Lo leyó y se dio cuenta de que era un poco diferente de la versión que él conocía del NT. Lo consideró una versión “extraña” y acabó regalándolo a la Universidad de Cambridge, en agradecimiento a los ingleses por su ayuda en la guerra. De ahí que en ambientes académicos este códice sea llamado, en latín, Codex Cantabrigiensis. Allí, en Cambridge, permaneció casi en el olvido durante muchos años... hasta que un grupo de biblistas comenzó a estudiarlo a fondo y se interesó por las variantes del texto respecto a otros códices.

La conclusión a la que llegaron es que el texto original del Beza es una versión más antigua del Nuevo Testamento, si no la más primitiva, quizás de finales del siglo I. Varios padres de la Iglesia y muchas versiones latinas, siríacas y coptas concuerdan con esta versión. En las notas de algunas Biblias actuales se la denomina “texto occidental”.

Iglesia de San Ireneo de Lyon

¿Por qué occidental? Porque los otros códices, el Vaticano y el Sinaítico, por ejemplo, pertenecían a las iglesias orientales. Se basaban en la llamada versión alejandrina del texto bíblico. El Beza, al encontrarse en Lyon, en el occidente del Mediterráneo, fue llamado así: “occidental”. En las modernas ediciones de la Biblia no es tenido en cuenta, aunque la Biblia de Jerusalén sí contempla algunas de sus variantes y las menciona.

Pero ¿es realmente una versión occidental? Los biblistas que han rastreado su origen no lo creen. ¿Por qué ese códice tan antiguo se hallaba en la iglesia de San Ireneo? Repasemos la historia. Ireneo, padre de la Iglesia, oriundo de Asia Menor, en el siglo II se trasladó a Lyon, Francia, con un grupo de compañeros. Su misión: llevar el evangelio a los confines del mundo conocido. En aquel tiempo, todo el Oriente estaba evangelizado, pero zonas como las Galias (la actual Francia) eran terreno virgen para la misión.

En Lyon, Ireneo consolidó una comunidad cristiana. Años más tarde, murió mártir allí, pero la comunidad pervivió. Se levantó una iglesia en su recuerdo y allí se conservó, durante siglos, su pertenencia quizás más valiosa: un volumen del Nuevo Testamento que se llevó, desde su tierra natal en Asia Menor, para utilizarlo en su tarea pastoral. Con el paso de los años, el manuscrito original se debió deteriorar y diferentes escribas lo fueron copiando. El que se conserva hoy es la copia del siglo IV. Pero el original... ¡era del siglo II, o quizás anterior, y procedente de Asia Menor! Por tanto, estamos ante un texto oriental, y muy antiguo. Posiblemente el más cercano a las primeras versiones.


Conclusiones

El grueso del mensaje no se ve alterado, pero el códice Beza nos muestra una visión de la primera iglesia un poco diferente: más fresca y cercana. Es notable la fuerte impronta hebrea: los primeros cristianos eran (o se hacían) judíos. La visión de los apóstoles no es idealizada: les cuesta entender el mensaje de Jesús, necesitan un proceso de crecimiento y a veces se equivocan: son humanos y falibles. También se hacen más evidentes los conflictos internos en las comunidades. Finalmente, se aprecia una crítica al judaísmo, pero no desde afuera, sino desde adentro, con la preocupación propia de alguien que desea que sus hermanos en la fe también abracen el camino de Jesús.

Por todo esto, la obra de los teólogos y biblistas que estudian este códice resulta muy valiosa para comprender el mundo de los primeros cristianos.

domingo, 24 de septiembre de 2023

Los manuscritos del Mar Muerto

 Las cuevas del tesoro

¿Cómo fueron descubiertos los rollos del Mar Muerto?

Los rollos del Mar Muerto fueron descubiertos por accidente en la década de 1940 por un joven beduino llamado Muhammad edh-Dhib. El descubrimiento ocurrió en la región de Qumrán, cerca del Mar Muerto, en lo que ahora es Cisjordania. Según el relato, edh-Dhib estaba buscando una cabra perdida entre los riscos de Qumram cuando se encontró con una cueva que contenía una serie de antiguos rollos y fragmentos de papiro.

Edh-Dhib vendió algunos de los rollos a un anticuario de Belén, que los revendió en Jerusalén al abad del monasterio de San Marcos y a un profesor de la Universidad Hebrea. En la universidad pronto se percataron de la importancia del hallazgo y organizaron expediciones a las cuevas de Qumram en busca de más rollos y evidencia arqueológica.

Las excavaciones en Qumrán fueron llevadas a cabo por arqueólogos y equipos dirigidos por el dominico, arqueólogo e historiador fray Roland de Vaux entre 1949 y 1956. De Vaux, director de la Escuela Bíblica de Jerusalén, supervisó durante años la investigación sobre los manuscritos. ¿Qué resultados obtuvieron estas excavaciones? Se descubrieron más cuevas que contenían rollos y fragmentos, reuniéndose un total de alrededor de 900 manuscritos en hebreo, arameo y griego, incluyendo tanto textos bíblicos como no bíblicos.

El descubrimiento de los rollos de Qumrán es considerado uno de los hallazgos arqueológicos más importantes del siglo XX. Estos rollos proporcionaron una valiosa ventana a la vida y la cultura judía durante los siglos previos y posteriores al nacimiento de Jesús. Nos permiten conocer cómo los judíos entendían e interpretaban sus Escrituras antes de la época rabínica y los masoretas, en la época llamada del Segundo Templo, entre los siglos V a.C. y I d.C.

Los hallazgos de las cuevas

Hasta ahora se han explorado un total de once cuevas en los alrededores de Qumran, cerca del Mar Muerto, donde se descubrieron los famosos Rollos del Mar Muerto. Cada cueva ha revelado diferentes conjuntos de escritos, aunque algunas contenían solo fragmentos o documentos muy deteriorados. A continuación se mencionan brevemente las cuevas y los escritos asociados a cada una:

1.     Cueva 1: Esta fue la primera cueva descubierta en 1947. Contenía los primeros siete Rollos del Mar Muerto, incluyendo el Rollo de Isaías completo. También se encontraron fragmentos de otros libros bíblicos, como los Salmos y Deuteronomio.

2.     Cueva 2: No se descubrieron escritos significativos en esta cueva, solo algunos fragmentos de papiros y pergaminos.

3.     Cueva 3: Se encontraron varios rollos fragmentarios, incluyendo textos bíblicos y no bíblicos, como el "Pseudo-Daniel" y el "Libro de Enoc". También se hallaron fragmentos de una copia de Levítico.

4.     Cueva 4: Esta fue la cueva más rica en hallazgos y proporcionó la mayor cantidad de rollos y fragmentos. Se descubrieron copias de muchos libros bíblicos, como Génesis, Éxodo, Números, Deuteronomio, Isaías, Jeremías, Salmos, Ezequiel y más. También se encontraron textos sectarios y literatura no bíblica.

5.     Cueva 5: Solo se hallaron algunos fragmentos pequeños de papiros bíblicos en esta cueva.

6.     Cueva 6: No se descubrieron escritos significativos en esta cueva.

7.     Cueva 7: Se encontraron fragmentos de textos bíblicos, como Génesis, Éxodo y Levítico, así como documentos sectarios y literatura relacionada.

8.     Cueva 8: Esta cueva también aportó pocos escritos relevantes, solo fragmentos de textos bíblicos y documentos sectarios.

9.     Cueva 9: Se descubrieron fragmentos de textos bíblicos, como Ezequiel, y documentos sectarios, incluyendo una copia del "Manual de la Disciplina" de la comunidad de Qumran.

10.  Cueva 10: Se encontraron fragmentos de textos bíblicos y documentos sectarios, incluyendo una copia de los "Salmos de Acción de Gracias".

11.  Cueva 11: Esta cueva fue descubierta recientemente en 2017. Aunque no se han encontrado rollos intactos, se han recuperado fragmentos y evidencia de antiguos rollos que probablemente fueron saqueados en el pasado.

Los textos

Los escritos encontrados en las cuevas de Qumran están en diferentes idiomas, principalmente en hebreo y arameo.

Los rollos incluyen textos bíblicos, copias de casi todos los libros del Antiguo Testamento, salvo Ester y un fragmento de Nehemías. También abarcan textos de la sexta de Qumram, como reglamentos comunitarios, himnos y obras apocalípticas. Se han datado entre los siglos III a.C. y I d.C., en la época del Segundo Templo.

¿Qué diferencias principales hay entre los textos de Qumram y la Biblia hebrea establecida por el canon judío?

Existen algunas diferencias entre los textos bíblicos encontrados en los Rollos del Mar Muerto y la Biblia del canon judío. Son variaciones en el contenido, el orden y, en algunos casos, la redacción de ciertos pasajes. A continuación, se mencionan algunas de las diferencias más significativas:

1.     Adiciones y omisiones de pasajes: En algunos casos, los textos encontrados en los Rollos del Mar Muerto contienen pasajes que no aparecen en la Biblia hebrea. Otras veces, es al revés, y omiten pasajes que sí figuran en el canon. Estas diferencias pueden variar en su alcance y pueden afectar tanto a libros bíblicos como a los textos sectarios encontrados en Qumrán.

2.     Variantes textuales: Los Rollos del Mar Muerto también proporcionan variantes textuales en comparación con la Biblia hebrea tradicional. Estas variantes pueden incluir diferencias en la redacción, ortografía o gramática de ciertos pasajes bíblicos.

3.     Orden de los libros: Algunos rollos encontrados en Qumrán presentan un orden diferente de los libros bíblicos en comparación con la secuencia tradicional de la Biblia hebrea. Por ejemplo, en el Rollo del Templo (11QTemple), el orden de los libros proféticos es diferente al de la Biblia hebrea.

4.     Textos adicionales: Además de los libros canónicos del Tanaj (el Antiguo Testamento judío), los Rollos del Mar Muerto contienen varios textos adicionales que no se encuentran en la Biblia hebrea establecida. Estos textos incluyen obras sectarias y literatura apócrifa, como los Manuales de la Disciplina, los Salmos de Acción de Gracias y el Libro de Enoc.

Sin embargo, aunque existen diferencias entre los textos encontrados en los Rollos del Mar Muerto y la Biblia hebrea establecida, estas variaciones no afectan sustancialmente la teología o la doctrina judía y no cuestionan la integridad general de la tradición bíblica. La Biblia hebrea tradicional, basada en el canon judío, sigue siendo la autoridad principal en el judaísmo y es ampliamente aceptada como el texto sagrado del pueblo judío.

Los masoretas y Qumram

No se tiene evidencia de que los masoretas, quienes fueron responsables de la fijación del canon y la preservación del texto de la Biblia hebrea, tuvieran conocimiento o acceso a los manuscritos de Qumrán. Los Rollos del Mar Muerto permanecieron ocultos en cuevas cerca de Qumrán desde el siglo I hasta su descubrimiento accidental en la década de 1940, mientras que la labor de los masoretas tuvo lugar entre los siglos VI y XI de nuestra era.

Los masoretas vivieron y trabajaron entre los siglos VI y XI d.C., y su objetivo principal era preservar y transmitir de manera precisa el texto bíblico hebreo. Se dedicaron a copiar y vocalizar los manuscritos bíblicos, agregando marcas vocálicas, acentos y notas marginales para garantizar la correcta pronunciación y comprensión del texto sagrado. Su trabajo se centró en los manuscritos disponibles en ese momento y en la tradición oral. No parece que hayan tenido acceso a los manuscritos de Qumrán.

Fue el descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto en Qumrán en el siglo XX lo que proporcionó una valiosa visión sobre los textos bíblicos antiguos y ayudó a los estudiosos a comprender mejor la historia y la transmisión del texto bíblico hebreo. Sin embargo, en el momento en que los masoretas estaban activos, estos manuscritos aún no habían sido descubiertos y no formaban parte de la tradición textual que ellos manejaban.

Los textos no bíblicos de Qumram. ¿Cuáles son, de qué tratan? ¿Se conocen posibles autores?

Los textos no bíblicos encontrados en Qumrán abarcan una amplia variedad de temas y géneros literarios. Estos textos proporcionan una visión de las creencias, prácticas y pensamientos de las comunidades judías que vivieron en la región durante los siglos I a.C. y I d.C. A continuación, se mencionan algunos de los textos no bíblicos más destacados y sus temas principales:

1.     Reglas comunitarias: Estos textos contienen reglamentos y normas que regulaban la vida y la organización de la comunidad de Qumrán. El más famoso de ellos es el Manual de la Disciplina o Regla de la Comunidad, que establece pautas para la vida comunitaria, la adoración, la disciplina y las prácticas rituales.

2.     Comentarios bíblicos: Se encontraron numerosos fragmentos que contienen comentarios, exégesis y interpretaciones de varios libros bíblicos, como el Génesis, los Salmos y los Profetas. Estos textos demuestran el interés de la comunidad en el estudio y la interpretación de las Escrituras.

3.     Himnos y himnarios: Los himnos encontrados en Qumrán, como el Himno de Acción de Gracias y el Himno de Guerra, reflejan las prácticas litúrgicas y la teología de la comunidad.

4.     Textos apocalípticos: Algunos textos no bíblicos, como los Rollos de la Guerra y el Libro de los Sueños, contienen visiones apocalípticas y proféticas relacionadas con el fin de los tiempos, la lucha entre el bien y el mal, y la esperanza en la llegada del Mesías.

5.     Textos legales: Se encontraron textos legales que tratan sobre cuestiones legales y rituales, como el Documento de Damasco y el Documento de la Regla de la Guerra.

En cuanto a los posibles autores de estos textos, es difícil establecer con certeza quiénes fueron. Los manuscritos no suelen estar firmados, y los nombres de los autores no se mencionan en los textos. Sin embargo, algunos estudiosos han especulado que los miembros de la comunidad de Qumrán, como los esenios o un grupo sectario relacionado, podrían haber sido los autores o copistas de los rollos. Sin embargo, estas identificaciones son hipotéticas y están sujetas a debate y a continuos estudios e investigaciones.


¿Están publicados algunos de estos escritos en versión moderna, traducida a lenguas actuales?

Sí, muchos de los textos no bíblicos encontrados en Qumrán han sido publicados en versiones modernas y traducidos a varias lenguas actuales. Después del descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto, se llevaron a cabo extensos esfuerzos de investigación y traducción para hacer accesibles estos textos a los estudiosos y al público en general. Algunas de las ediciones y traducciones más reconocidas incluyen:

1.     The Dead Sea Scrolls: A New Translation: Esta es una traducción al inglés realizada por Michael Wise, Martin Abegg Jr. y Edward Cook. Proporciona una traducción actualizada y accesible de los textos no bíblicos de Qumrán, junto con notas y comentarios.

2.     The Dead Sea Scrolls Study Edition: Esta edición, publicada por Florentino García Martínez y Eibert J. C. Tigchelaar, presenta las transcripciones y traducciones en inglés de los textos no bíblicos de Qumrán, junto con las imágenes fotográficas de los rollos.

3.     Los Manuscritos del Mar Muerto: Una edición completa: Esta es una edición en español a cargo de Florentino García Martínez. Proporciona una traducción y análisis exhaustivo de los textos no bíblicos de Qumrán, con una introducción detallada y comentarios.

El rollo de cobre

Y ahora, dejadme que os hable del misterioso Rollo de cobre. El único manuscrito que no está impreso sobre papiro o pergamino, sino sobre finas láminas de cobre. Este rollo fue descubierto en la Cueva 3 y ha traído de cabeza a los investigadores. Está escrito en una variante tardía de la lengua hebrea, propia del siglo I y de los textos legales. En él se enumera una lista de 64 lugares donde supuestamente se escondieron los tesoros del Templo de Jerusalén. ¿Se trata realmente de un mapa del tesoro? Los investigadores se han lanzado a buscar los escondrijos, siguiendo las indicaciones del rollo, con resultados totalmente infructuosos. ¿Se trata de textos simbólicos? ¿O tal vez los tesoros fueron saqueados en la antigüedad, quizás durante las guerras judías contra Roma? El enigma permanece.


La comunidad

¿Qué se sabe sobre la comunidad del Qumram? 

¿Quiénes eran, por qué vivían en el desierto y a qué se dedicaban?

La comunidad de Qumrán es conocida principalmente a través de los escritos y los restos arqueológicos encontrados en la zona de Qumrán, cerca del Mar Muerto. Aunque no existe un consenso absoluto entre los estudiosos, se han propuesto varias teorías sobre quiénes eran y por qué vivían en el desierto. Estas son algunas de las teorías más aceptadas:

1.     Secta judía: La teoría más ampliamente aceptada es que la comunidad de Qumrán era una secta judía apocalíptica o esenia. Según esta teoría, los miembros de la comunidad se consideraban a sí mismos como los "Hijos de la Luz" en contraposición a los "Hijos de las Tinieblas". Vivían en una forma de comunidad ascética y se dedicaban a la observancia rigurosa de la Ley judía.

2.     Refugio sacerdotal: Algunos estudiosos sostienen que la comunidad de Qumrán era un refugio de sacerdotes y levitas que se retiraron del Templo en Jerusalén debido a desacuerdos con el liderazgo sacerdotal establecido. Según esta teoría, la comunidad habría mantenido rituales y prácticas sacerdotales propias.

3.     Comunidad escatológica: Otra teoría sugiere que la comunidad de Qumrán estaba formada por judíos piadosos que esperaban el advenimiento de un Mesías o la llegada del Reino de Dios. Se habrían retirado al desierto para prepararse y vivir en anticipación de estos eventos escatológicos.

En cuanto a las actividades de la comunidad de Qumrán, se cree que estaban dedicados a la copia y la producción de textos sagrados, incluyendo los Rollos del Mar Muerto. También invertían tiempo en rituales de purificación, estudios religiosos, oraciones y la observancia estricta de la Ley y los preceptos. Los hallazgos arqueológicos en Qumrán, como las piscinas rituales y las viviendas comunales, apoyan la idea de una vida comunitaria estructurada.

¿Es verdad que eran célibes o no? ¿Vivían familias? ¿Tenían huertos y trabajaban?

Hay evidencias mixtas y diferentes interpretaciones sobre la cuestión del celibato y la estructura familiar dentro de la comunidad de Qumrán. Algunos estudiosos sugieren que la comunidad era en su mayoría célibe, compuesta por hombres que vivían en un estado de pureza ritual y se abstendrían del matrimonio. Esta interpretación se basa en ciertos textos encontrados en Qumrán que hacen referencia a la renuncia al matrimonio y la vida conyugal.

Sin embargo, otros estudiosos argumentan que la comunidad de Qumrán también podía incluir familias. Se han encontrado restos de edificios que podrían haber alojado a mujeres y niños, lo que indica la posible presencia de familias dentro de la comunidad. Además, los escritos y reglamentos encontrados en Qumrán hacen referencia a roles específicos dentro de la comunidad, incluyendo menciones de "hermanos" y "hijos", lo que podría indicar una estructura comunitaria más amplia.

En cuanto al trabajo y la subsistencia, existen indicios de que la comunidad de Qumrán se dedicaba a actividades agrícolas y trabajos artesanales. Se han descubierto restos de huertos, campos de cultivo y sistemas de riego que sugieren que la comunidad cultivaba alimentos y se abastecía de manera autónoma. Además, se han encontrado herramientas agrícolas y talleres donde se llevaban a cabo actividades como la producción de cerámica y tejidos.

En resumen, parece que dentro de la comunidad de Qumrán había célibes y también familias. Se dedicaban a actividades agrícolas y trabajos artesanales para su subsistencia. La estructura social y las prácticas de la comunidad de Qumrán siguen siendo objeto de debate y estudio continuo.

¿Qué autores clásicos mencionan o describen a las comunidades del Qumram?

Los autores clásicos no mencionan directamente las comunidades del Qumrán. Sin embargo, hay algunas fuentes antiguas que hacen referencia a grupos o comunidades similares que podrían estar relacionadas o ser comparables a las comunidades de Qumrán. Estas fuentes pueden ofrecer cierta perspectiva histórica y cultural, aunque no se refieran específicamente a Qumrán. Algunas de estas fuentes son:

1.     Filón de Alejandría: Filón fue un filósofo judío del siglo I d.C. que mencionó comunidades judías en el desierto en su obra La vida contemplativa. Aunque no se sabe con certeza si se refiere a las comunidades de Qumrán, algunos investigadores han sugerido que podría haber una conexión.

2.     Flavio Josefo fue un historiador judío del siglo I d.C. que escribió extensamente sobre la historia judía. En sus obras, menciona grupos judíos que vivían en comunidades apartadas, como los esenios. Algunos investigadores han especulado que los esenios podrían estar relacionados con la comunidad de Qumrán, aunque esto es objeto de debate.

Es importante tener en cuenta que estas menciones son indirectas y se basan en interpretaciones y conjeturas posteriores. Los escritos y la evidencia arqueológica de Qumrán proporcionan una comprensión más completa y directa de las comunidades que existieron en esa área, pero no se encuentran menciones explícitas de estas comunidades en los textos clásicos antiguos.

Libros en español

Qué se sabe de losManuscritos del Mar Muerto, de Jaime Vázquez Allegue.

Los manuscritos delMar Muerto, Jaime Vázquez Allegue.

Los manuscritos delMar Muerto, M. A. Bruce, con prólogo de Florentino García Martínez:

Autores varios: Paracomprender los manuscritos del Mar Muerto.

Adolfo Roitman, director y curador del Santuario del Libro (Museo de Israel) Jerusalén.

Estas son solo algunas de las numerosas publicaciones que existen sobre los textos no bíblicos de Qumrán. Los estudiosos continúan investigando y publicando nuevos hallazgos y análisis de los rollos, lo que enriquece nuestra comprensión de estos textos antiguos y su importancia histórica y religiosa.

domingo, 3 de septiembre de 2023

¿Quién escribió las cartas y el Apocalipsis?

Cartas de san Pablo, las cartas apostólicas, el Apocalipsis. Todos estos escritos se atribuyen a autores concretos. Pero ya sabemos que en la antigüedad los textos circulaban de mano en mano, se retocaban y completaban. Los escritos de una escuela o comunidad podían atribuirse a su fundador o máximo representante, sin que necesariamente estuvieran escritos de puño y letra por él.

Sin embargo, a diferencia del Antiguo Testamento, en el Nuevo tenemos más certeza acerca del entorno de sus autores. Tenemos nombres de personas reales, documentadas históricamente, y contamos con una antiquísima tradición que se remonta al siglo II, con los primeros padres de la Iglesia y el llamado Canon de Muratori, la lista más antigua conocida de los libros canónicos de la Iglesia cristiana.

¿Cuál es el problema?

El problema que encuentran los biblistas es que, al estudiar a fondo los textos atribuidos a un autor descubren diferentes estilos, irregularidades literarias y cambios de tema e incluso de mentalidad. Un autor, aunque evolucione y trate distintos temas, mantiene un estilo propio y una línea de pensamiento. Quien lo estudia a fondo detecta en seguida cuándo un escrito es suyo y cuándo no.

Cuando varios textos atribuidos a un mismo autor presentan discrepancias, los biblistas tienen que buscar explicaciones. La primera es que puede haber escritos que fueran dictados por el autor a algún discípulo, y este añadió algo más, retocó y completó el texto. La segunda, que el escrito haya sido elaborado y adaptado a lo largo del tiempo por parte de una comunidad o escuela. La tercera, que un escrito, por ejemplo, una carta, sea el resultado de unir dos o tres documentos originales en uno único, que se edita para transmitir un mensaje más general o completo.

Los estudios bíblicos siguen a día de hoy. Vamos a exponer lo que sabemos de cierto y lo que se discute, pero se afirma con bastante fundamento.

Por cierto, debéis saber que esta polémica sobre la autoría no es algo moderno, sino muy antiguo. Cuando Eusebio de Cesarea escribió su Historia de la Iglesia, en el siglo IV, ya se discutía la autoría de varias cartas apostólicas, de los evangelios y del Apocalipsis, como veremos.

Las cartas de Pablo

Son catorce. De las cuales ocho se atribuyen a él, sin lugar a dudas:

-      1 y 2 Tesalonicenses

-      1 y 2 Corintios

-      Romanos

-      Gálatas

-      Filipos

-      Filemón

Las otras se discuten. La investigación bíblica, hoy, afirma que, si no fueron escritas por Pablo, al menos siguen el pensamiento y la teología paulina. De manera que es razonable atribuírselas. Sus autores, en todo caso, debieron ser discípulos del apóstol o miembros de las comunidades fundadas por él, dada la sintonía de los temas.

Las cartas de Pablo auténticas se distinguen por su estilo: Pablo es un hombre apasionado y sincero y escribe en un tono vehemente, directo, audaz. A veces severo, otras veces tierno. En las epístolas paulinas los sentimientos salen a flor de piel. Es elocuente, pero no rebuscado. Insistente y reiterativo, al estilo de los rabinos. Lógico y racional, al estilo de los griegos. En Pablo se refleja muy bien su educación, judía y helenista por ser un miembro de la Diáspora.

Las cartas de Pablo responden a situaciones y problemas concretos de las comunidades; Pablo es muy práctico y aborda la cuestión con toda su energía, combinando el tacto con el rigor, como vemos en las cartas a los corintios.

Veamos ahora las cartas de las que no se tiene total certeza que Pablo fuera su autor. Aunque sobre las dos primeras, Colosenses y Efesios, cada vez más los biblistas se inclinan a pensar que, efectivamente, son de Pablo.

Colosenses trata los principales temas de Gálatas, especialmente la gracia. Es una respuesta a los conflictos que surgen en las comunidades, debido a la insistencia de algunos judíos en mantener la Ley de Moisés y sus normas, que Pablo considera innecesarias a la luz de la salvación de Cristo. La carta, aunque escrita en un estilo diferente del propio paulino, recoge el núcleo de su doctrina: sólo Cristo salva.

Efesios aborda el mismo tema, pero de una manera más serena y profunda, y lo amplía. Aunque la epístola se dirige a los cristianos de Éfeso, en realidad se cree que fue una carta circular que se hizo llegar a todas las comunidades de Asia Menor: lo que se llama una encíclica.

Timoteo 1 y 2 y Tito son las llamadas cartas pastorales. Dirigidas a los líderes de una comunidad, les dan consejos sobre cómo dirigir y mantener la buena convivencia. Responden a una época en la que ya había una cierta jerarquía y organización en las comunidades. Abordan diferentes conflictos y riesgos de desviaciones en la doctrina que se dieron ya en el siglo II. Se cree que su autor fue un discípulo de Pablo, que recogió escritos originales del apóstol y compuso con ellos estas cartas para difundirlas a todas las comunidades y a sus dirigentes.

La carta a los Hebreos, más que una epístola, es un largo discurso o sermón que aborda con profundidad temas muy teológicos. Ya en los inicios del cristianismo, las iglesias occidentales rechazaron la autoría de Pablo. Los primeros padres de la Iglesia, sin embargo, reconocen que, aunque el estilo y el lenguaje son diferentes, toda la carta rezuma el pensamiento paulino: se contrasta la Ley antigua de Moisés con la nueva alianza de Jerusalén.

¿Cuándo se escribió? Se cree que antes de la destrucción de Jerusalén (año 70). ¿De qué trata? La principal preocupación es el peligro de apostasía entre los creyentes: quizás muchos judíos seguidores de Jesús añoraban la ley mosaica y sus prácticas. Una religión muy cultual siempre tranquiliza la conciencia y da seguridad, frente al seguimiento arriesgado de Jesús. Los dos grandes temas de la carta son el sacerdocio de Cristo y la fe de Israel, vivida como un largo camino que arranca con los patriarcas, sigue con la Ley de Moisés, las promesas de David y los profeta y culmina en Cristo, rey del universo y supremo sacerdote. La vida del fiel es concebida como un éxodo, camino del cielo, y como una liturgia que aporta la salvación.

Las cartas de Pedro

Leamos qué dice Eusebio de Cesarea sobre las cartas de Pedro:

«De Pedro se acepta una epístola, designada como su Primera, y los padres primeros la usaron como indiscutida en sus propios escritos. Pero la llamada Segunda epístola no la hemos considerado canónica, aunque muchos la han considerado útil y la han estudiado con las otras Escrituras. Sin embargo, los Hechos y el Evangelio que llevan su nombre, así como la Predicación y el Apocalipsis llamado suyo, no los conocemos en absoluto entre los escritos católicos transmitidos, porque ningún escritor eclesiástico de los primeros tiempos ni de los nuestros ha usado su testimonio» (Historia de la Iglesia 3, 3).

Es decir, ya en los primeros tiempos se aceptaba sólo como auténtica de Pedro la primera carta. Sin embargo, la segunda también se ha incluido en el canon por su interés. Hay que decir que ambas cartas están encabezadas por un saludo donde el mismo Pedro da su nombre: «Pedro, apóstol de Jesucristo».

La primera carta de Pedro se dirige a los creyentes de todo el mundo, tanto de origen judío como gentil. Están sufriendo ataques, calumnias y vejaciones, y quiere reafirmarlos en su fe, exhortándolos a la paciencia y a mantenerse firmes. El estilo de la carta sugiere una mano culta que domina el griego. Los biblistas creen que pudo ser redactada, al dictado de Pedro, por su secretario Silvano, el mismo Silas que años antes había acompañado a Pablo en sus viajes. Esta carta también nombra a Marcos, a quien llama hijo querido. Y, efectivamente, los temas tratados en ella pueden conectarse con el evangelio de Marcos y con los discursos de Pedro recogidos por Lucas en los Hechos.

La segunda carta, muy discutida, es diferente a la primera, en lenguaje y estilo. Aborda el problema de los falsos doctores y del juicio justo de Dios. Es una llamada a permanecer fieles en medio de un mundo urbano, pagano y con gran mezcolanza de ideas. En ella hay un capítulo casi calcado de la carta de Judas. Por eso los biblistas creen que quizás la escribió un discípulo de Pedro con ayuda de este apóstol, recogiendo ideas originales del pescador de Galilea.


Las cartas de Judas y Santiago

Epístola de Santiago

La carta de Santiago tardó en incluirse en el canon de las Escrituras. En algunas iglesias no era conocida, en otras no se aceptaba como canónica. Eusebio de Cesarea recoge estas discrepancias en su Historia de la Iglesia. Finalmente, se aceptó en el canon a final del siglo IV.

Su autor por unanimidad es reconocido como Santiago, el hermano del Señor (Marcos 6, 3; Mateo 13, 55), líder de la primera comunidad cristiana de Jerusalén. No es el apóstol Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo y hermano de Juan. Tampoco se sabe seguro si es el otro Santiago, hijo de Alfeo, citado en la lista de los Doce apóstoles.

Pero, ¿podía un galileo escribir en un griego tan elegante y complejo como el lenguaje en que está escrita la carta? ¿Contó con un secretario redactor que lo ayudara? Por los temas que aborda y por las referencias que hacen de esta carta los padres de la Iglesia se piensa que fue redactada a finales del siglo I o principios del II. ¿Quién la escribió? Un judío del mundo helenista, que se dirige a cristianos convertidos del judaísmo, como él mismo. Esta carta, que más bien es una homilía o catequesis, enlaza la sabiduría del AT y el mensaje de Jesús. Hace hincapié en la convivencia fraterna recogiendo el pensamiento de Jesús, en esto sigue muy de cerca el evangelio de Mateo.

Se ha hablado mucho de una supuesta controversia entre Santiago y Pablo por el tema de la fe y las obras. Lutero quiso excluir esta carta de su Biblia, pero al final la respetó. Santiago es el que insiste en la importancia de la fe con las obras: la fe sin obras está muerta (Santiago 2, 14.17.36). Hay que precisar que cuando Pablo rechaza las “obras de la Ley” no se refiere a la conducta moral, sino a los ritos. Y cuando Santiago habla de “obras”, tampoco se refiere a los actos de culto, sino a las obras de misericordia y de caridad, tal como insistió Jesús (ver Mateo 7, 21-27 y Mateo 25, ). Por tanto, la polémica fe y obras, en realidad no es tal. Tanto Santiago como Pablo subrayan que la salvación viene por Cristo y que, en la convivencia diaria, lo más importante, incluso por encima de la fe, es la caridad (1 Corintios 13).  

Epístola de san Judas

Este Judas es “hermano de Santiago” y “hermano del Señor”, otro pariente cercano de Jesús. No es el Judas Tadeo apóstol.

La carta quiere clarificar la doctrina y es un aviso contra los falsos doctores o profetas que quieren descarriar a los fieles de su fe. Por todo esto se cree que fue escrita a finales del siglo I, cuando las comunidades sufrían peligro de desviaciones al estar influidas por tantas corrientes filosóficas y religiosas sincréticas. En toda la epístola se respira el tono y la preocupación de un padre preocupado por sus hijos.

Las cartas de Juan

Eusebio de Cesarea dice:

«De los escritos de Juan, además del Evangelio se ha aceptado tanto en el pasado como en el presente la primera de sus epístolas, pero las otras dos se discuten. En cuanto al Apocalipsis, las opiniones están divididas por un igual» (Historia de la Iglesia 3, 24).

Bien, pues la discusión sigue a día de hoy. Con los escritos de Juan hay gran controversia: los biblistas han llegado a la conclusión siguiente: el evangelio y la primera carta son de un autor, la carta segunda y tercera son de otro, y un tercero, distinto, es el autor del Apocalipsis. Esto se hace evidente por los temas, lenguaje y estilo de cada escrito.

La primera carta de Juan es posiblemente del mismo autor que el cuarto evangelio; ya sea el mismo apóstol o no, se trata de un miembro de la comunidad joánica, dirigida e inspirada por el apóstol. Es un escrito crucial del NT, que nos habla del amor de Dios, que se traduce en amor fraterno: una llamada a descubrir al Padre del cielo, que Jesús nos ha revelado, y a vivir en comunión con él y con los demás. Toda la epístola podría resumirse en la afirmación «Dios es amor».

Las cartas segunda y tercera están encabezadas por un remitente que se llama a sí mismo Juan, el presbítero. Se le ha identificado con el apóstol Juan y con un líder de la comunidad por él fundada. La primera epístola está dirigida a una «Señora Elegida», que seguramente designa a una comunidad del círculo llamado joánico. La segunda se dirige a un hombre llamado Gayo. En ambas se tratan problemas concretos, haciendo un llamamiento a permanecer fieles a la verdad y al mandato del amor.

El Apocalipsis

Nos queda hablar de la autoría del Apocalipsis. Aunque se atribuye al apóstol Juan, ya hemos visto que, desde los primeros siglos, los padres de la Iglesia vieron claramente que no podía ser el mismo que el autor del evangelio. Los biblistas también lo tienen claro por muchos motivos: el estilo, el lenguaje utilizado, las imágenes. Sin embargo, pese a las diferencias, hay en él muchos puntos de conexión con el cuarto evangelio y las cartas de Juan. Por tanto, es posible que surja de la pluma de algún miembro de las comunidades joánicas.

Hay que decir que el Apocalipsis de san Juan no es el único. La literatura apocalíptica fue muy popular durante un tiempo entre ciertos ambientes judíos. Circulaban varios Apocalipsis, entre ellos, uno de Pedro. Las iglesias orientales no consideraban canónico este apocalipsis, ni siquiera lo consideraban obra de ningún apóstol. Un sacerdote romano del siglo III, Cayo, incluso lo atribuyó a un famoso hereje, Cerinto. No fue hasta el siglo V cuando el Apocalipsis de Juan se incluyó en el canon.

El contexto del Apocalipsis es, muy probablemente, la primera gran persecución de los cristianos, a finales del siglo I, bajo el emperador Domiciano, aunque algunos prefieren situarlo durante los años 60-70, durante la persecución de Nerón.

El apocalipsis es obra de alguien que conocía muy bien las Escrituras judías y la literatura profética y apocalíptica anterior, en especial de los profetas Isaías, Daniel y Zacarías. Utiliza muchas de sus imágenes para crear un relato lleno de simbolismo que contiene, al mismo tiempo, una denuncia, un consuelo, un aviso y una llamada a la perseverancia. El centro de todo, como en el evangelio de Juan, es Jesús, hijo de Dios, verdadero Dios y verdadero hombre, centro de todo el universo y la creación, y esperanza de los creyentes.

Conclusión

Ya hemos visto y repetido que la autoría, en la antigüedad, no se consideraba como hoy. Muchos escritos que seguían una misma línea de pensamiento podían atribuirse a un solo autor, un personaje destacado y de autoridad, aunque fueran obra de sus discípulos o seguidores. Muchas obras también eran resultado de la fusión y edición de varios escritos, que se completaban y adaptaban con una finalidad pedagógica y evangelizadora. El nombre del personaje daba prestigio y credibilidad al texto, pero lo más importante era el mensaje.

Lo que nos importa, hoy, es el gran empeño que pusieron las comunidades en conservar y transmitir ese mensaje. Un mensaje que ha llegado hasta nosotros hoy, como tesoro precioso, y que se nos invita a compartir y difundir.

domingo, 27 de agosto de 2023

¿Quién escribió los evangelios?

¿Quiénes fueron los autores de los evangelios? Todos conocemos sus nombres: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Desde la antigüedad se atribuyen a estos cuatro hombres. Pero ¿cómo lo sabemos? Porque lo cierto es que en ningún evangelio se menciona quién fue su autor.

El obispo Eusebio de Cesarea, en el siglo IV, fue el primero en redactar una Historia de la Iglesia, y en ella recoge quiénes son los autores de los cuatro evangelios, que ya se leían en todas las comunidades cristianas. Eusebio toma como fuentes a los primeros padres de la Iglesia: Ignacio de Antioquía, Clemente de Alejandría, Ireneo y el obispo Papías de Hierápolis. Todos ellos vivieron en el siglo II. Son estos quienes atribuyen cada evangelio a un autor.

Así que esto debería bastarnos. Es una tradición antiquísima y se ha mantenido a lo largo de los siglos.

Ahora bien, a los estudiosos siempre les gusta indagar y profundizar en los textos, así que pronto surgieron las preguntas y los desafíos.

Desafíos para los biblistas

Hay varias cuestiones que han preocupado a los biblistas desde antiguo:

-      ¿Quién los escribió?

-      ¿Cuándo se escribieron? ¿Cuál es el más antiguo?

-      Explicar las semejanzas entre los tres evangelios sinópticos: ¿por qué son tan coincidentes?

-      Explicar las diferencias. ¿A qué se deben?

Contestar a una de estas preguntas nos dará pistas para responder a las otras. Veámoslo.

Los autores

Mateo, Marcos, Lucas y Juan: dos apóstoles directos de Jesús y dos discípulos de los apóstoles.

Mateo

Mateo es el recaudador de impuestos llamado por Jesús (Mateo 9, 9; Marcos 2, 13; Lucas 5, 27). En el evangelio de Mateo es llamado Mateo; en los otros dos, Leví. Y cuando se cita la lista de los Doce, este evangelio es el único que precisa que era el recaudador (Mateo 10, 3; Lucas 6, 15 y Marcos 3, 16).

Mateo era un hombre culto, de manera que es seguro que sabía leer y escribir. Pero su lengua era el arameo, aunque quizás también sabía algo de griego. El obispo Papías explica que Mateo escribió inicialmente su evangelio en arameo y después lo tradujo al griego, completándolo con la genealogía de Jesús y los episodios de la infancia.

¿Cuándo se escribió el evangelio? Quizás la primera versión circuló en forma de apuntes unos pocos años después de la muerte de Jesús. La versión final, en griego, se cree que es de alrededor del año 80 d.C. ¿Por qué? Porque Mateo trata de algunas controversias con los judíos, propias de esa época. En el año 80, Jerusalén había sido destruida y los judíos expulsados de la ciudad, tras la guerra judía contra Roma. Los líderes judíos se reunieron en la ciudad de Yamnia o Yavne para rehacerse y consolidar la doctrina, fijar el canon de las escrituras y ver cómo podían seguir cultivando su fe, ahora sin Templo y sin sacerdotes. Empezaba el judaísmo rabínico, y la polémica con los creyentes en Jesús estaba muy candente. No pocos judíos se habían hecho cristianos; conjugar el seguimiento de la Ley con el seguimiento a Jesús no debió ser fácil y finalmente se acabó dando una ruptura. El evangelio de Mateo refleja este conflicto.


Marcos

Se cree que Marcos era Juan Marcos, hijo de María, la mujer en cuya casa se reunía una de las comunidades cristianas de Jerusalén. Lucas habla de él en los Hechos, y Pablo lo menciona también en sus cartas. Su nombre de pila era Juan, Marcos era su nombre romano. Como Pablo, tenía la doble ciudadanía. Era un judío helenista, de la diáspora.

Juan Marcos era sobrino de Bernabé, el gran compañero de Pablo hasta que se separaron (Hechos 15, 37-40). Aunque hubo una gran tensión y distanciamiento entre ambos, con el tiempo Marcos acabó colaborando con Pablo, y este lo apreciaba mucho. Después, Eusebio recoge que Marcos acompañó a Pedro y fue de su boca donde recogió todas las enseñanzas y obras de Jesús, que transcribió en su evangelio. Eusebio afirma que el evangelio de Marcos bebe de la predicación de Pedro.

Quizás por eso es el evangelio que más acentúa la relación no siempre fácil de Jesús y sus discípulos. Pone en evidencia más que los otros su falta de fe, la impaciencia de Jesús ante sus sueños de grandeza y poder, las broncas que Jesús les dirigía de tanto en tanto y los defectos del mismo Pedro.

El evangelio de Marcos es el más breve, el más directo y expresivo en su estilo. Por esto muchos biblistas piensan que es el más antiguo. Al estar escrito en griego, y al incluir algunas expresiones arameas y su traducción, se piensa que se dirigía principalmente a un público gentil, como las comunidades de Roma a donde fue a parar Pedro.

¿Cuándo se escribió? Tal vez antes de morir Pedro, que se cree fue crucificado en Roma hacia el año 64. O quizás después, pero antes de la guerra judía, que terminó en el año 70. Podríamos datar el evangelio de Marcos entre los años 60 y 70 d.C.


Lucas

Lucas es discípulo y acompañante de Pablo. El apóstol menciona varias veces en sus cartas a un querido médico que está a su lado: Lucas. ¿Es el mismo que escribe? Muy posiblemente, porque Lucas, en los Hechos, sigue estrechamente los pasos de Pablo y su evolución.

Lucas era también un judío de la diáspora, oriundo de Antioquía. ¿De qué Antioquía? Tradicionalmente se nos ha dicho que de Siria, aunque las últimas investigaciones bíblicas apuntan a que, quizás, su origen era otra Antioquía, la de Pisidia, donde Pablo y Bernabé fundaron comunidad (Hechos 13, 14). Hablaremos de esto en otra ocasión.

También se ha dicho que Lucas era un gentil, pero su conocimiento profundo de las escrituras hebreas y de la cultura judía parece arrojar pistas en otro sentido. Los biblistas que han estudiado a fondo su obra en los últimos años apuntan a que Lucas era un judío helenista, como el mismo Pablo y Bernabé.

El hecho es que, al ser procedente del mundo helenístico, y médico, nos encontramos ante un hombre culto y con experiencia de mundo. Sabía hebreo, posiblemente arameo y también griego. Sus escritos son los más ricos en vocabulario y expresión literaria. Y, al mismo tiempo, estamos ante un judío creyente en Jesús. Ama su cultura y su tradición, pero comprende que con Jesús su fe da un salto y se abre a todo el mundo, a toda la humanidad. Esta vocación universal se refleja en su evangelio y en el libro de los Hechos.

¿Cuándo escribió su obra?

Lucas concibió su obra como un solo libro con dos partes: el evangelio, centrado en Jesús, y los hechos, centrados en las primeras comunidades y en las andanzas de los apóstoles Pedro, Pablo y otros personajes. El final del libro de los hechos, la segunda parte, termina en Roma, con san Pablo en libertad condicional, anunciando el evangelio. Por tanto, tuvo que ser escrito antes de la muerte de Pablo, hacia el 66 d.C.

Si es así, nos encontramos con un evangelio tan antiguo como Marcos. ¿O es quizás Marcos anterior a lo que se pensaba?

También es posible que Lucas acabara su libro con la llegada de Pablo a Roma, de forma deliberada, aunque lo escribiera años más tarde. En todo caso, los biblistas barajan la posibilidad de que el manuscrito fuera redactado antes del año 67 d.C.


Juan

Con el evangelio de Juan nos encontramos ante un gran enigma. ¿Fue realmente Juan, el apóstol, el hijo de Zebedeo y hermano de Santiago, el autor del cuarto evangelio?

Es realmente un escrito muy diferente a los anteriores. No sigue el mismo hilo, no recoge las parábolas ni las predicaciones que recogen los tres sinópticos. Pero en los hechos fundamentales de la vida de Jesús: la llamada en el Jordán, su pasión, muerte y resurrección, coincide con ellos.

¿Qué problemas presenta el evangelio de Juan?

En primer lugar, si Juan Zebedeo fue su autor, ¿es posible que un pescador de Galilea supiera escribir en griego para redactar una obra tan compleja y profunda?

En segundo lugar, es el único evangelio donde jamás aparece el nombre del apóstol; solo se menciona a los dos Zebedeos, como hermanos y de forma un tanto distante.

Jamás se dice quién es su autor: se habla del «discípulo amado», a quien se identifica con Juan, pero no se da nunca su nombre.

Este discípulo amado está presente en momentos cruciales de la vida de Jesús: en el Jordán, con Juan Bautista, en la boda de Caná, en la última cena, recostado sobre el pecho de Jesús, y es el único que permanece fiel y está presente al pie de la cruz, mientras los otros huyen. Allí recibe el encargo de cuidar a María, la madre de Jesús. También va al sepulcro de madrugada, avisado por María Magdalena. Llega corriendo, con Pedro, ve la tumba vacía y cree. Después lo encontramos en el mar de Galilea, pescando con Pedro, Tomás y algunos otros. Reconoce a Jesús en la orilla antes que los demás. Comparte un ágape con él y sus compañeros.

Lo último que nos dice este autor de sí mismo es esto:

Este es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni el mundo entero podría contener los libros que habría que escribir (Juan 21, 24-25).

¿Es Juan, realmente, el autor?

La discusión es amplísima y no está resuelta. Hay muchos argumentos a favor y en contra. También hay diversas hipótesis sobre la identidad de este discípulo amado. Si no es Juan, ¿quién es? Darían de si para un libro entero; lo trataremos en otra ocasión.

Lo que sí se puede deducir del escrito es lo siguiente. Los biblistas afirman que el evangelio de Juan, por su profundidad teológica y su estilo, responde a la obra de una comunidad que ha bebido del testimonio de un discípulo directo de Jesús, pero lo ha elaborado y lo ha redactado a fin de clarificar y reafirmar quién es Jesús, Dios verdadero y verdadero hombre.

¿Quién es esta comunidad? Por el estilo de griego en que está escrito, los biblistas piensan que es una comunidad de judíos de la diáspora, de Asia Menor. Tal vez Éfeso. Eusebio de Cesarea recoge las dudas que hay respecto a este tema, y explica que en Éfeso se conserva la tumba de un tal Juan, presbítero y discípulo del apóstol Juan. Este Juan, que también podría ser el autor de la segunda y tercera carta de Juan, ¿podría ser también el autor del cuarto evangelio? Por la sintonía en los temas pudiera ser.

La conclusión mayoritaria a la que se ha llegado es la siguiente. Juan no es el autor material del evangelio, pero sí una comunidad dirigida por él, quizás Éfeso, donde murió. La comunidad recoge el testimonio directo del discípulo, especialmente amado de Jesús. Por eso se explican las escenas del evangelio tan personales y directas, escritas por alguien que ha sido testigo ocular. Este testimonio se redacta y se elabora para exponer quién fue Jesús y lo más relevante de su mensaje y su vida. También se acentúa su doble naturaleza, humana y divina, quizás en reacción a las primeras tendencias heréticas que surgieron a finales del siglo I. Además, se subraya la dimensión universal de la salvación. Es un evangelio dirigido a todos, gentiles y judíos. Por tanto, podría datarse el evangelio hacia el año 90 d.C., antes de la gran persecución de Domiciano.


La fuente Q

Dicho esto, debemos hablar de la famosa fuente Q o documento Q. ¿Qué es?

Es una hipótesis que sirve para explicar las semejanzas de los evangelios de Mateo y Lucas y sus diferencias respecto al de Marcos.

¿Existe algún papiro o pergamino original de este documento? No, su existencia se supone porque tanto en Lucas como en Mateo existe una serie de enseñanzas que no aparecen en Marcos y son casi idénticas. Por tanto, los biblistas deducen que esta parte del evangelio única en Mateo y Lucas debe basarse en algunos apuntes o escrito que circulaba por las comunidades y que ambos autores usaron como fuente. Se cree que era una recopilación de dichos y obras de Jesús.

Entre otros episodios, la llamada fuente Q recoge: las diatribas de Juan Bautista contra los judíos; la tres tentaciones de Jesús, detalladas; las bienaventuranzas y el sermón de la montaña; las instrucciones a sus discípulos a la hora de evangelizar, sus invectivas contra las ciudades incrédulas y los líderes religiosos hipócritas, las parábolas del banquete y los talentos, las exhortaciones a la generosidad, al perdón fraterno, a vivir alerta y despiertos.

En conclusión

Aunque en el caso de Juan no tenemos total certeza, lo que sabemos hasta hoy y la tradición nos dan buenas razones para pensar que los autores de los cuatro evangelios son aquellos a quienes se atribuyen. Pero, sobre todo, los evangelios, al igual que los escritos del AT, son fruto del trabajo evangelizador de las comunidades. Comunidades vivas, misioneras, que guardaban como un tesoro las enseñanzas de Jesús y pusieron todo su empeño en transmitirlas. Gracias a su esfuerzo y a su entusiasmo este gran tesoro ha llegado hasta nosotros hoy. La coincidencia tan grande entre los tres evangelios sinópticos y la pasión y sinceridad con que está escrito el de Juan nos acercan a las mismas palabras pronunciadas por Jesús. ¡Qué don tan grande! La mejor forma de agradecerlo es continuar su tarea y seguir transmitiendo esta buena noticia.