domingo, 13 de agosto de 2023

La Biblia hebrea o TANAK

Hoy nos centraremos en la Biblia hebrea, el texto original en el que se basan todas las demás Biblias. Para los cristianos, se trata del Antiguo Testamento, puesto que nuestras Biblias incluyen una parte importante que está ausente en las Escrituras hebreas: el Nuevo Testamento.

¿En qué textos se basa la Biblia hebrea? ¿Existe “una versión original"?

La Biblia hebrea, también conocida como TANAK, se basa en textos antiguos escritos entre los siglos XII a.C. y II a.C. Los textos hebreos originales fueron escritos en rollos de pergamino o papiro y se transmitieron de generación en generación.

¿Existen "versiones originales"? La respuesta es complicada. Los papiros y los pergaminos se gastan, y cada copia que se hacía era a mano. Los escribas casi siempre retocaban un poco el manuscrito, ya fuera por error, o para corregir o aclarar alguna expresión. Los textos hebreos originales no han sobrevivido, y los manuscritos que se tienen en la actualidad son copias posteriores realizadas a lo largo de los siglos. Además, hay diferencias significativas entre las copias que han llegado hasta nosotros.

Entonces, ¿qué versión es la que leen los judíos y estudiosos de hebreo hoy? Detrás de una Biblia publicada hay un gran esfuerzo por reconstruir los textos originales estudiando las diferentes copias antiguas, comparando versiones y traducciones.

Un ejemplo

Imaginad que Jesús viniera hoy a nuestra iglesia y nos hablara durante unas horas. Todos estamos atentos, escuchando sus palabras... ¡y nadie graba ni filma! Pero hay tres personas tomando apuntes, a mano, de todo cuanto dice. Cuando Jesús se va, todos queremos una transcripción de su prédica. ¿Qué haremos? Pedir a los que tomaron nota que nos pasen sus apuntes. Pero... ¡tenemos tres manuscritos! Los tres son muy coincidentes, pero hay diferencias entre ellos; no son idénticos ni han apuntado las mismas cosas. ¿Qué hacer?

Entonces decidimos buscar un editor: una persona que tome los tres juegos de apuntes y los compare, cotejándolos, para recoger todo lo que dijo Jesús, siendo fiel a sus palabras, pero intentando transcribirlas de la forma más clara y elegante. Ya tenemos una cuarta versión, que será la que finalmente se repartirá entre los oyentes. Este proceso de comparar, fusionar textos, corregir y retocar, incluso añadiendo aclaraciones, es lo que se ha venido haciendo durante siglos cada vez que se ha publicado una Biblia.

¿Qué son los textos masoréticos?

Los textos masoréticos son las copias más antiguas que se tienen de la Biblia hebrea, también conocida como el TANAK. Los masoretas eran escribas judíos que, entre los siglos VI y XI d.C. se dedicaron a preservar y transmitir los textos sagrados del judaísmo. Estamos hablando de los principios de la Edad Media. La mayoría de judíos han sido expulsados o han emigrado de Israel y viven dispersos por toda Europa y el mundo mediterráneo, en la Diáspora. El punto de unión entre las diferentes comunidades era justamente las Escrituras, de ahí su importancia.

Los textos masoréticos contienen una gran cantidad de información sobre la lengua y la gramática hebreas. El hebreo original sólo escribía las consonantes, y era el lector quien, según el contexto, añadía las vocales al leer. Los masoretas desarrollaron un sistema de notación vocal y acentuación para el texto hebreo que ayudó a preservar la pronunciación y la entonación de las palabras a lo largo de los siglos.

Los textos masoréticos se han utilizado como base para la mayoría de las traducciones modernas de la Biblia hebrea, y son altamente valorados por los estudiosos de la Biblia y la lingüística hebrea debido a su precisión y su cercanía al texto original.

Biblia hebrea - códice masorético.

Principio del formulario

¿Por qué se llaman "masoréticos"?

El término hebreo "masora" significa "tradición" o "transmisión". Los masoretas incorporaron una serie de notas y comentarios para ayudar a los copistas a mantener la exactitud del texto. Estas notas y comentarios se conocen como "masora", y son una parte fundamental de los textos masoréticos.

¿Qué son los textos del Qumram?

Los textos del Mar Muerto, también conocidos como los Rollos de Qumran, son una colección de manuscritos hebreos y arameos que fueron descubiertos en la década de 1940 en las cuevas de Qumran, cerca del Mar Muerto en Israel. Estos manuscritos se remontan a la época del Segundo Templo (siglos III a.C. - I d.C.) y contienen textos bíblicos, así como otros escritos judíos y sectarios.

Por tanto, son más antiguos que los textos masoréticos, hasta 500 años anteriores.

Entre los textos del Mar Muerto y las versiones masoréticas de la Biblia hebrea, hay algunas diferencias significativas. En algunos casos, los manuscritos del Mar Muerto muestran variaciones en la ortografía, la gramática y el vocabulario que difieren de las versiones masoréticas. En otros casos, los manuscritos contienen variaciones en el orden de las palabras o en la numeración de los versículos.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que muchas de las diferencias entre los textos del Mar Muerto y las versiones masoréticas son relativamente pequeñas y no cambian significativamente el sentido del texto. En la mayoría de casos, los manuscritos del Mar Muerto están de acuerdo con las versiones masoréticas de la Biblia hebrea.

Los textos del Mar Muerto son una importante fuente de información sobre la historia y la evolución de los textos bíblicos hebreos, y han ayudado a los estudiosos a entender mejor la forma en que se desarrollaron estos textos a lo largo del tiempo.


¿Quiénes fijaron el canon de la Biblia hebrea?

El canon de la Biblia hebrea, también conocida como el TANAK, fue fijado por los líderes religiosos judíos a lo largo de varios siglos. En general, se cree que el proceso de fijación del canon comenzó en la época del Segundo Templo (siglos III a.C. - I d.C.), y que se completó en el siglo II d.C.

En tiempos de Jesús ya había un primitivo canon, que en los evangelios se menciona varias veces: la Ley, los Profetas y los Salmos. Los salmos entrarían dentro del grupo de poemas y escritos varios.

El proceso de fijación del canon implicó la selección y aceptación de ciertos libros como autoritativos y sagrados. Los criterios utilizados para determinar la inclusión de un libro en el canon fueron diversos pero, sobre todo, los líderes religiosos consideraron dos criterios:

-      que estuvieran escritos en hebreo,

-      que fueran escritos por profetas o inspirados por Dios. 

El canon de la Biblia Hebrea

El canon de la Biblia hebrea consta de 24 libros, divididos en tres secciones: la Torá, los Profetas y los Escritos. Estos libros incluyen la mayoría de los libros que se encuentran en la Biblia cristiana del Antiguo Testamento, aunque se presentan en un orden diferente y se dividen en diferentes secciones.

Es importante tener en cuenta que hay algunas diferencias en el canon de la Biblia hebrea entre diferentes comunidades judías. Por ejemplo, la comunidad judía de Etiopía incluye varios libros que no se encuentran en el canon hebreo estándar, mientras que la comunidad judía de Yemen tiene un canon ligeramente diferente.

Los 24 libros del canon de la Biblia hebrea se dividen en tres secciones principales:

  1. La Torá (los cinco primeros libros de la Biblia cristiana)
  • Génesis
  • Éxodo
  • Levítico
  • Números
  • Deuteronomio
  1. Los Profetas
  • Josué
  • Jueces
  • Samuel (1 y 2)
  • Reyes (1 y 2)
  • Isaías
  • Jeremías
  • Ezequiel
  • Los Doce Profetas Menores (Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Hageo y Zacarías)
  1. Los Escritos
  • Salmos
  • Proverbios
  • Job
  • Cantar de los Cantares
  • Rut
  • Lamentaciones
  • Eclesiastés
  • Ester
  • Daniel
  • Esdras y Nehemías (que se consideran un solo libro)

Es importante señalar que aunque la mayoría de estos libros se encuentran en la Biblia cristiana del Antiguo Testamento, se presentan en un orden diferente y se dividen en diferentes secciones. Además, algunos de los libros tienen diferencias en su contenido entre la versión hebrea y la versión cristiana.

El libro de Jesús ben Sirac o Sirácida ¿por qué no se incluyó en el canon bíblico?

El libro de Jesús ben Sirac o Sirácida, también conocido como Eclesiástico, es un libro de la literatura deuterocanónica, es decir, un libro que se encuentra en la Septuaginta (la traducción griega del Antiguo Testamento) y en algunas biblias cristianas, pero no en el canon hebreo de la Biblia.

Existen varias teorías sobre por qué el libro de Sirácida no se incluyó en el canon bíblico hebreo. Una de las razones puede ser que fue escrito después del período de la profecía en Israel y, por lo tanto, no fue considerado una escritura inspirada. Otra teoría es que el libro fue escrito originalmente en hebreo, pero solo se conservó en griego, y por lo tanto, no se incluyó en el canon hebreo. También se ha sugerido que algunas de las enseñanzas del libro, aunque no son heréticas, podrían haber sido consideradas menos importantes que otras enseñanzas de la literatura hebrea.

Es importante tener en cuenta que aunque el libro de Sirácida no se incluye en el canon hebreo de la Biblia, es valorado por muchas tradiciones cristianas y judías como una obra valiosa de la literatura religiosa y moral.

Libro de la Sabiduría ¿tampoco se incluyó en el canon bíblico hebreo?

El libro de la Sabiduría de Salomón, es otro libro de la literatura deuterocanónica. Al igual que el Sirácida, no se incluyó en el canon bíblico hebreo por varias razones posibles.

Una teoría es que el libro de la Sabiduría fue escrito originalmente en griego y no en hebreo, lo que habría impedido su inclusión en el canon hebreo. Otra teoría es que el libro fue escrito durante el período helenístico, cuando los judíos estaban en estrecho contacto con la cultura griega; muchos hablaban y escribían en griego. Debido a esta influencia helenística, algunos rabinos quizás consideraron que el libro no era lo suficientemente "judío" para ser incluido en el canon hebreo.

Con todo, la Iglesia Católica y otras denominaciones cristianas aceptan el libro de la Sabiduría como parte del Antiguo Testamento. El libro de la Sabiduría es considerado un texto inspirador y es ampliamente citado en la liturgia y en la teología cristiana.

¿Todos los libros de la Biblia hebrea están escritos en hebreo?

La mayoría de los libros de la Biblia hebrea están escritos en hebreo, que era la lengua principal del pueblo judío durante gran parte de la historia bíblica. Sin embargo, algunos pasajes y versículos de los libros de Daniel y Esdras están escritos en arameo, una lengua semítica que se utilizaba en el Oriente Próximo durante la época del Antiguo Testamento. Además, algunos estudiosos creen que partes del libro de Job originalmente se escribieron en otra lengua semítica, como el ugarítico.

¿El idioma judío de hoy se deriva del antiguo hebreo?

El hebreo moderno es una lengua que se deriva del hebreo bíblico y que evolucionó a través de varios períodos históricos. Después de que el pueblo judío fuera exiliado de Israel en el siglo VI a.C., el hebreo bíblico se mantuvo como lengua litúrgica y de estudio, pero el idioma cotidiano de los judíos cambió a medida que se mezclaban con otras culturas y lenguas. En la Edad Media, los judíos que vivían en Europa hablaban yiddish, una lengua germánica que incorporaba muchas palabras hebreas. En España, hablaban el sefardí o ladino. El hebreo moderno comenzó a desarrollarse en el siglo XIX, cuando los judíos comenzaron a regresar a Israel y se propuso revivir el idioma como lengua nacional. Esto implicó la creación de nuevas palabras y la adopción de formas gramaticales más modernas, pero se basó en gran medida en el hebreo bíblico y en otras formas históricas del idioma. En resumen, el hebreo moderno se deriva del hebreo bíblico, pero ha evolucionado significativamente a lo largo de los siglos y ha pasado por varias fases de desarrollo.

sábado, 5 de agosto de 2023

Las primeras traducciones de la Biblia

El hebreo

Todos sabemos que la primera Biblia se escribió en hebreo. Para los judíos es la Escritura sagrada, o TANAK, y para los cristianos es una parte de nuestra Biblia, lo que llamamos Antiguo Testamento.

El hebreo es una lengua semítica, prima hermana del árabe, el arameo y otras lenguas antiguas, como el acadio o el amorita. Sí, los famosos asirios y babilonios, conquistadores y enemigos de Israel, también eran pueblos semitas.

Lo interesante del hebreo es que se escribe con un alfabeto, y no con jeroglíficos o caracteres cuneiformes, que fueron las formas de escritura predominantes durante milenios en el antiguo Oriente Próximo. Y el alfabeto es un invento sencillamente genial.

El invento del alfabeto

Las escrituras jeroglíficas o cuneiformes empleaban signos para designar palabras o ideas; con lo cual un escriba tenía que aprender cientos, miles de signos. La escritura estaba al alcance de unos pocos, era un oficio sagrado y al servicio de los privilegiados.

Pero el alfabeto sigue otro sistema: cada sonido está representado por un signo. Y con unos pocos signos, entre 20 y 30, puedes formar todas las palabras de una lengua. Es decir, que una persona sólo necesita aprender estos veintitantos signos y ya puede escribir.

¿Quién inventó el alfabeto? No se sabe con certeza. Una tesis dice que fueron los artesanos que trabajaban en las minas de cobre del Sinaí: eran hebreos (semitas), y estaban al servicio del faraón de Egipto. Inventaron este sistema de escritura por razones prácticas, quizás para contabilizar su producción, o para transmitir mensajes rápidos.

Otra tesis, avalada por los estudios arqueológicos más recientes, sostiene que sus inventores fueron los empresario y mercaderes de Ugarit y las ciudades fenicias. Estas gentes comerciaban con todo el mundo: eran el puente entre Mesopotamia y el Mediterráneo, y recibían pedidos con inventarios escritos en múltiples lenguas.

Tenían que saber leer los jeroglíficos egipcios, los signos cuneiformes asirios y babilonios, y otros. Al final, decidieron inventar un sistema más práctico que les permitiera escribir con unos pocos signos todos los idiomas: así nació el alfabeto. El invento fue tan exitoso que pronto lo adoptaron diferentes pueblos.

De este primitivo alfabeto fenicio se derivan todos los alfabetos antiguos y actuales: el hebreo, el griego, el latino, incluso las runas nórdicas se inspiran en él.

Como podéis imaginar, la expansión del alfabeto revolucionó el mundo antiguo. Aunque la profesión de escriba siguió siendo privilegiada, muchas más gentes comenzaron a leer y a escribir y, por tanto, a comprender los textos sagrados, los códigos legales y otros textos. La alfabetización había llegado y trajo consigo una expansión de la cultura y la literatura.

Lengua sagrada

Los hebreos consideraban que su lengua era sagrada, porque era la lengua de Dios. En hebreo, Dios había creado el mundo, con su sola palabra. Por tanto, las letras no sólo expresaban sonidos y palabras, sino una realidad mucho más profunda. Los estudiosos judíos han encontrado toda clase de significados ocultos, secretos y místicos en su lengua.

No entraremos más a fondo en este tema, pero baste saber que el hebreo, para sus hablantes, no era una lengua más, sino una lengua muy especial y única entre todas las del mundo. Por eso traducir la Biblia, la Escritura Sagrada, es casi como profanar la palabra de Dios. Y por eso todo buen judío estudia sus escrituras en su idioma original.

No obstante, con el paso del tiempo y por razones prácticas, la Biblia acabó traduciéndose. En otros vídeos hemos hablado cómo los mismos judíos de la diáspora, en Egipto, decidieron traducirla al griego, dando lugar a la famosa Septuaginta o Biblia de los LXX.

Cuando el hebreo cayó en desuso y la población judía hablaba en su mayoría arameo, en la época del post-exilio (siglo V a.C. y después), muchos pasajes de la Biblia se tradujeron también al arameo. Era natural, si querían que el mensaje llegara a todas las gentes.

Las lenguas vernáculas

A partir del siglo I de nuestra era comenzaron a hacerse versiones de la Biblia, en especial del Nuevo Testamento, en lenguas vernáculas, es decir, las lenguas que hablaba la gente común.

La conocida Vulgata de san Jerónimo fue un intento de unificar todas las versiones latinas en una que fuera rica, fiel a los textos y que pudiera ser utilizada por todas las iglesias cristianas. La Vulgata fue la base de todas las Biblias medievales en Europa.

¿Cuáles fueron las primeras? Veamos algunas:

·         La Biblia en copto, traducida al copto en el siglo III.

·         La Biblia gótica, traducida al gótico por Ulfilas en el siglo IV.

·         La Biblia en armenio, traducida al armenio en el siglo V.

·         La Biblia en etíope, traducida al ge'ez en el siglo V.

·         La Biblia en siriaco, traducida al siriaco en el siglo V.

·         La Biblia en georgiano, traducida al georgiano en el siglo V.

·         La Biblia en árabe, traducida al árabe en el siglo IX.

·         La Biblia de Wycliffe, traducida al inglés medio por John Wycliffe y sus seguidores en el siglo XIV.

·         La Biblia de Gutenberg, la primera Biblia impresa en Europa utilizando la técnica de la imprenta, en 1455.

·         La Biblia de Lutero, la primera Biblia completa traducida al alemán moderno, publicada en 1534.

·         La Biblia de Casiodoro de Reina, la primera Biblia completa traducida al castellano, publicada en 1569.

·         La Biblia del rey Jacobo I, la primera Biblia completa en inglés autorizada por el gobierno, publicada en 1611.

Censura y persecución

Podríamos hablar de los desafíos que afrontaron algunos traductores de la Biblia, hasta llegar incluso ser perseguidos y muertos por orden de la Iglesia. Casiodoro de Reina tuvo que huir de España, acosado por la Inquisición. William Tyndale (1494-1536), traductor de la Biblia al inglés, tuvo que huir a Bruselas, donde fue encarcelado y murió en la hoguera. Parece mentira, pero la Iglesia, durante siglos, mantuvo el conocimiento de las Escrituras como algo vedado para el pueblo, exclusivo para el alto clero y los nobles y reyes. Esto cambió en el siglo XVI, con la revolución Protestante y la gran reforma que emprendió la Iglesia tras el Concilio de Trento. Será tema, quizás, para otros vídeos.

La imprenta

La imprenta permitió producir muchos libros en menor tiempo y de forma mucho más económica: de pronto, Europa se vio inundada de libros impresos. La imprenta contribuyó a la difusión de la Biblia en múltiples idiomas. Comprar un libro seguía siendo caro, pero ya no inalcanzable, como había sucedido con los códices antiguos.

Pensadlo sólo un instante. Producir un códice de cientos de páginas requería un coste material y un trabajo enorme. Tanto el pergamino como los tintes y los colores (si había miniaturas) eran muy costosos. Después se requería el trabajo paciente y minucioso de los escribas e ilustradores, que podían pasar meses y hasta años elaborando un códice. El coste final era exorbitante. Imaginad, traducido a cifras actuales, un libro que cueste 30 000 euros, o 50 000 dólares. ¡Sólo los reyes, los obispos y los nobles ricos podían permitirse tener unos cuantos en su biblioteca! Si un rey acumulaba cien o doscientos volúmenes en su palacio, ya podía considerarse dueño de una gran colección.

La imprenta acabó con esto. La creciente burguesía urbana y la alfabetización cada vez más extendida permitieron que muchas personas pudieran acceder a la lectura y a las Escrituras Sagradas.

Por dar un ejemplo, santa Teresa, hija de una familia de clase media, no muy adinerada, era muy aficionada a los libros. Ella misma lo explica en sus memorias: no estaba contenta si no caía en sus manos un libro nuevo, y en su casa pudo disfrutar de unos cuantos. También en los conventos había bibliotecas donde los religiosos podían leer e ilustrarse. Por supuesto, las universidades eran otro lugar donde se comenzaron a acumular los volúmenes. 

Biblias en castellano

Centrándonos en España, veamos cuáles fueron las primeras Biblias en nuestro idioma, el castellano.

La Biblia Alfonsina

La más antigua es la llamada Biblia Alfonsina, escrita en tiempos del rey Alfonso X el Sabio de Castilla (1221-1284), en el siglo XIII. El rey ordenó una traducción, a partir de la Vulgata Latina, al romance. Sus copistas se basaron también en la Biblia griega de los LXX, de modo que hicieron un gran trabajo de edición. Se publicó en el 1280, aunque su difusión fue, obviamente, limitada.

Casiodoro de la Reina y la Biblia del Oso

Casiodoro de Reina, religioso jerónimo extremeño nacido en Montemolín, Badajoz, quiso hacer una traducción basada en los textos hebreo y griego, aunque también tomó como referencia la Vulgata. Acusado de ser simpatizante de los luteranos, fue perseguido por la Inquisición y tuvo que huir de España. Vivió en Suiza y en Inglaterra, donde fue pastor de una comunidad. Finalmente, acabó en Amberes, donde, con ayuda de su compañero, el también ex jerónimo Cipriano de Valera, acabó su trabajo de traducción, hasta completar la Biblia en castellano. Se la conoce como “La Biblia del Oso” porque en la cubierta de la primera edición figura un oso alimentándose de un panal de miel. Se publicó en 1569 y la edición fue de 2600 ejemplares, una cifra alta para la época.

Esta Biblia tuvo un enorme impacto. Durante siglos, casi todas las ediciones castellanas de la Biblia se han basado en su versión, también conocida como Reina-Valera.

Aún hoy, si buscáis textos de la Biblia por Internet, una de las versiones que encontraréis con mayor frecuencia será esta. 

Biblias en catalán: las pioneras en romance

Las primeras Biblias en romance, después de la Biblia Alfonsina, las debemos a otro rey Alfonso, el Magnánimo. Un gran amante de la cultura y las artes, mecenas de artistas, literatos y músicos.

La Biblia de Alfonso el Magnánimo

Alfonso V el Magnánimo (1416-1458), rey de Aragón y de Nápoles, encargó la traducción de la Biblia al catalán y al valenciano en el siglo XV. La traducción al catalán se conoce como "Biblia de Perpinyà" y la traducción al valenciano como "Biblia dels Borja". Ambas son consideradas como las primeras traducciones completas de la Biblia a lenguas romances.

¿Por qué la Biblia traducida al valenciano se llama "dels Borja"?

La Biblia en valenciano, también conocida como la "Biblia de los Borja" o "dels Borja", se debe al mecenazgo de la familia Borja (o Borgia en italiano). A esta familia perteneció el primer papa español, el valenciano Alfonso de Borja, que tomó el nombre de Calixto III. El Papa Calixto III apoyó la traducción de la Biblia al valenciano y la impresión de una edición en 1478 en Valencia. Por esta razón, la Biblia en valenciano a menudo se conoce como "de los Borja" o “dels Borja”, en catalán. Por cierto, su traductor fue Bonifacio Ferrer, religioso y hermano de otro fraile célebre, san Vicente Ferrer.



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miércoles, 26 de julio de 2023

¿Cómo se formó la Biblia? I

¿Cómo se forma una biblioteca de... 73 volúmenes selectos? Hoy veremos cómo se compuso la Biblia.

En primer lugar, hay que saber que la Biblia no se escribió de un tirón ni en poco tiempo: el proceso de formación duró siglos. Los estudiosos afirman que entre los textos más antiguos y los últimos en incorporarse pasaron más o menos mil años. En ese proceso hubo reescrituras, adaptaciones, correcciones y retoques.

En segundo lugar, hablamos de múltiples autores. Detrás de los textos bíblicos hay muchas manos. Aunque hay libros que se atribuyen a un autor concreto, como Moisés, David o Salomón, en la mayoría de casos la escritura se debe a una escuela de sacerdotes, profetas o escribas. Y aunque hubiera un único redactor inicial, el texto se fue copiando y retocando a lo largo del tiempo. Salvo excepciones contadas, los libros de la Biblia son una obra colectiva.

Finalmente, cuando la Biblia llega a su versión canónica, tanto la judía como la cristiana, ha habido un minucioso trabajo de recopilación y edición. Entre todos los textos disponibles, los editores finales seleccionaron, adaptaron, corrigieron y retocaron lo que les pareció oportuno. Con la finalidad, por supuesto, de entregar a los lectores un texto lo más esmerado posible y que transmitiera mejor el mensaje que se quería dar.

Por tanto, en el proceso de formación de la biblia tenemos:

-      muchos siglos: un milenio de trabajo,

-      muchos autores: de diferentes escuelas y épocas,

-      y un gran trabajo de edición.

Otro factor a tener en cuenta es este: los libros de la Biblia siguen un orden literario y pedagógico para componer un texto coherente. Pero el orden en que están colocados los libros no es de más antiguo a más reciente. Por ejemplo, el primer capítulo del Génesis es uno de los últimos pasajes en ser escrito; pero la historia que relata nos sitúa en los inicios de la humanidad. Una cosa es la cronología de los hechos y otra la antigüedad de los textos.  

Orden de antigüedad no es el orden en que vienen los libros. 

Veamos ahora los diversos libros de la Biblia por orden de antigüedad.  

Antiguo Testamento

Cantares épicos

Comencemos por el AT. Nos situamos en los siglos XII y XI a.C. Los libros más antiguos son los cantares épicos, que vienen de la tradición oral: poemas cantados que el pueblo escuchaba con gusto, sobre las hazañas de sus héroes. Se transmitían de padres a hijos. Son relatos legendarios de la época de las tribus, en Canaán. Están insertados en diversos libros. Por ejemplo, el cántico del pozo, en Génesis; el cántico del mar, en el Éxodo, cuando los israelitas cantan con júbilo porque se han librado de los egipcios tras pasar el Mar Rojo; el cántico de Miriam; el cántico de Débora en Jueces 6; el cántico de duelo por la muerte de Saúl y Jonatán, en 2 Samuel 1, 19-27.

Relatos de la monarquía

Ya en el siglo X a.C. encontramos que se recogen en las crónicas reales las historias heroicas de los jueces y las de Saúl y David. La llamada crónica real o historia de la corte de David posiblemente es de esta época. También en este periodo monárquico se comienzan a recopilar los primeros salmos y colecciones de leyes. Algunos estudiosos han llamado a los cronistas de esta época la “fuente J” o “yahvista” porque a Dios se lo designa con el nombre Yahvé. Cuando el reino se divide entre Israel y Judá, en el reino del norte, Israel, aparece la llamada “fuente E”, porque a Dios se le llama Elohim. Se trataba de una escuela profética muy crítica contra la monarquía.

La fuente D: la escuela del Deuteronomio

Estamos entre los siglos VIII y VII. El reino del norte brilla y sucumbe ante los asirios. El profetismo florece: Amós y Oseas en el norte; Isaías, Miqueas, Nahúm y Sofonías en el sur. La escuela deuteronómica está formada por un grupo de sacerdotes y profetas que claman fuertemente por una vuelta a la alianza con Dios: contra la idolatría y la injusticia social.

Esta escuela recoge material de las crónicas reales y los antiguos relatos y compone la llamada historia deuteronómica: su obra final es una primera versión de la Torá, los libros de Josué, Jueces, Samuel y Reyes.

La escuela sacerdotal y el exilio

En el siglo VI Judá cae bajo los babilonios y las élites judías son exiliadas en Babilonia. Allí florece la llamada escuela sacerdotal, con sacerdotes y escribas desterrados y figuras como el profeta Ezequiel. La escuela sacerdotal recopila la historia del pueblo, edita todo lo escrito antes y compone una obra coherente con un mensaje: Dios pacta una alianza con su pueblo; el pueblo cae en la infidelidad y es castigado duramente con la conquista; pero Dios se apiada de su pueblo y lo hará renacer de sus cenizas si vuelve a ser fiel y recupera su amor y su confianza. Mediante el amor, la escucha y la obediencia, sin necesidad de rey ni territorio, el pueblo elegido puede seguir existiendo. Su patria será la Torá, la Palabra de Dios entregada a su pueblo.

La escuela sacerdotal es responsable final de la redacción de la Torá y los libros históricos, así como de los profetas del exilio y el post-exilio. Fueron sacerdotes de esta escuela quienes compusieron el solemne himno inicial del Génesis.

La restauración y el Segundo Templo

En el 438 a.C. muchos judíos exiliados pueden regresar a Judea y a Jerusalén. Estamos ya bajo el Imperio persa, tolerante con la cultura y la religión de los pueblos sometidos. Se reconstruye el templo, se reestablece el culto y figuras como Esdras, Nehemías, Zorobabel y el sacerdote Josué contribuyen a reforzar la identidad judía en la comunidad del post-exilio. La escuela sacerdotal de este tiempo recoge los escritos de Esdras y Nehemías, así como los de los profetas del post-exilio: Ageo, Joel, Zacarías y Malaquías. También en esta época se terminan de recopilar y se componen los últimos salmos, para el culto del Templo.

Llegamos al siglo IV a.C. y se puede decir que en esta época el grueso de la Biblia hebrea ya está compuesto y ordenado en sus tres partes fundamentales: la Ley, los Profetas y los Escritos. En hebreo: Torá, Nevi’im y Ketuvim, o TANAK.

Dicho esto, recordemos que todos los textos de esta época eran manuscritos, redactados a mano sobre rollos de papiro. Como el papiro se deteriora, con el paso del tiempo se iban copiando nuevas ediciones. Y sabido es que la copia a mano nunca es exacta: los escribas podían equivocarse, o cambiar palabras, sin querer o adrede. Muchos cambios,  retoques e incluso añadidos eran deliberados para adaptar mejor el texto y hacerlo más comprensible y claro a sus lectores. 

La Biblia griega o Septuaginta

En el siglo III Judea y el territorio del antiguo Israel forma parte de los poderosos reinos helenísticos, el legado del imperio de Alejandro Magno. En esta época se traduce la Biblia hebrea al griego. La leyenda cuenta que la mandó traducir el rey Ptolomeo II para la biblioteca de Alejandría. Pero posiblemente fue iniciativa de los judíos de la diáspora. En Egipto vivían varias comunidades judías, la más importante en Alejandría. Era un grupo numeroso y culto. Estos escribas tradujeron las Sagradas Escrituras al griego y añadieron los libros llamados deuterocanónicos, que no formaban parte de la Biblia hebrea: Judit, Tobit, Sirácida, Macabeos I y II y Sabiduría.

Hemos llegado al siglo I, la época en que Jesús nació. Tenemos dos Biblias, la hebrea y la griega, que veneran y utilizan los judíos de todo el mundo conocido.

Tras la muerte y resurrección de Jesús, sus seguidores comienzan a recopilar sus enseñanzas y colecciones de dichos y milagros. Pablo y otros apóstoles escriben sus epístolas... ¡Comienza el Nuevo Testamento! Pero todo esto es ya otra historia, que contaremos en otra ocasión.


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domingo, 23 de julio de 2023

La Biblia, verdad y hechos

Hago esta reflexión como respuesta al comentario de una suscriptora del canal. Es un tema que causa mucha confusión e inquietud a las personas que se ponen a leer y estudiar la Biblia, y a no pocos creyentes.

¿Todo lo que dice la Biblia es verdad? Cuando un teólogo, un biblista experto o un profesor nos dice que la Biblia cuenta muchas cosas que “no son verdad”, o que son cuentos, metáforas, fábulas, ¿qué hemos de pensar? ¿Es falso, entonces? ¿Cómo puede la palabra de Dios contener mentiras?

Y esto es motivo de escándalo y ofuscación.

Pero vayamos por partes.

Historia vs. experiencia

En primer lugar, ya dije que para leer la Biblia hay que meterse en la mentalidad antigua. Y una de las cosas que hemos de aprender es que los antiguos no concebían la historia como nosotros. Para nosotros, hoy, la historia son fechas, datos y personajes. Hechos concretos, reales, que han sido registrados en alguna crónica o libro de historia. Que podemos comprobar con la investigación y la arqueología. Esta idea de la historia es moderna y muy racional, y está bien. Pero no es la que tenían los antiguos.

Para los antiguos, y en especial para el pueblo de Israel, la historia era una experiencia. No importaba tanto las fechas y los datos exactos, sino el impacto que los hechos habían tenido en una comunidad. Y si para explicar esto tenían que usar imágenes, símbolos o relatos un poco exagerados o míticos, lo hacían.

Por otra parte, la experiencia no es algo puntual: deja poso. Si vives un momento revelador, que te cambia la vida, los efectos de esa experiencia duran mucho tiempo, o te han marcado para siempre. Para los antiguos judíos, una experiencia como el Éxodo no era algo del pasado, sino del presente. En realidad, estaba fuera del tiempo, y continuamente se podía revivir. Por eso celebraban la Pascua cada año: era una forma de volver a experimentar la liberación del pueblo a manos de un Dios poderoso.

Verdad y hechos reales

En segundo lugar, hay que tener muy claro qué entendemos por “verdad”. La verdad es una palabra que tiene múltiples sentidos y también ha sido muy maltratada. Verdad puede significar realidad, pero también sinceridad, autenticidad, o algo tan sólido y firme que jamás cambia.

Otra cosa son los hechos, los sucesos, lo que pasa cada día y lo que decimos que es real, frente a lo inventado o imaginado. Pero verdad y hechos reales no son lo mismo, porque la verdad va mucho más allá de lo que está pasando aquí y ahora.

En clave religiosa y cristiana, la verdad siempre está asociada a Dios. Jesús lo dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida. La verdad, para nosotros, es Jesús. La verdad es su vida, la verdad es el amor de Dios que nos transmite. La verdad es la presencia divina que sostiene todo cuanto existe.

Ahora bien, ¿cómo explicar la verdad de Dios? Se puede hacer de muchas maneras. Los griegos, por ejemplo, se lanzaban a filosofar y a idear teorías. Usaban la razón y la argumentación lógica. Pero los pueblos orientales, como el judío, tenían otra forma de explicar la verdad: el relato. Un griego te soltaría un discurso filosófico. Un judío te contaría un cuento. Jesús utilizó este sistema: cuando quería hablar a la gente del reino de Dios, les contó muchas parábolas.

La parábola

Una parábola es un cuento: lo que explica no es un hecho real (aunque podría serlo). Pero lo que transmite, en realidad, es una verdad. Una parábola es como una almendra: el relato es la cáscara, la verdad que contiene es el fruto. Y esa verdad es innegable, está ahí, para ser descubierta tras el relato.

Por ejemplo, en la parábola del sembrador, ¿qué es la cáscara? Es la historia de un labrador que va esparciendo las semillas. Una típica escena de la vida rural. ¿Qué es la almendra, la verdad que hay dentro? La semilla es la palabra de Dios, y la manera en que la gente la recibe son las semillas caídas en el camino, entre rocas o en las zarzas, en tierra buena. Los que escuchaban el relato, si tenían la mente un poco avispada, podían hacer de inmediato la comparación.

Otro ejemplo: la parábola del hijo pródigo. Aquel padre y aquellos dos hermanos nunca existieron en la realidad. Pero Jesús explicó esa historia para mostrar a las gentes cómo es Dios: un padre bueno, y cómo somos los humanos. Podemos actuar como uno u otro hermano. Esta historia la inventó Jesús, pero la verdad que transmite es innegable y nunca cambia. Dios es así, como el padre de esta parábola. Siempre ama, siempre espera, siempre perdona, y quiere acoger a todos sus hijos, los que están cerca y los que están lejos. En su reino hay lugar para todos.

Una parábola es un cuento, que parte de la vida real, del mundo cotidiano, que todos conocen. Es un relato inventado, pero lo que sucede nos lleva a una verdad más profunda, un mensaje que nos habla de la realidad de Dios, de cómo es Dios y cómo actúa.

De esta manera, el relato, sin ser un hecho real, científico, comprobado, se convierte en un vehículo de la verdad. Esto sucede con muchos pasajes de la Biblia, incluidos los más famosos y conocidos.

Algunos relatos

Te invito a reflexionar sobre estos pasajes y a que investigues un poco:

-      Dios crea el mundo en siete días.

-      El Diluvio universal.

-      La Torre de Babel.

-      Las diez plagas de Egipto.

Ante estos relatos podemos preguntarnos:

-      ¿Qué dice el relato?

-      ¿En qué mito o leyendas está inspirado?

-      ¿Qué trasfondo histórico hay en él?

-      ¿Cuál es la verdad que nos quiere transmitir?

Ver vídeo en este enlace.

domingo, 16 de julio de 2023

Errores a evitar y consejos para leer la Biblia

Dicen que la Biblia es el libro más vendido del mundo... pero quizás el menos leído. Muchos de nosotros tenemos Biblias en casa. Pero apenas las abrimos. Y cuando lo hacemos, nos encontramos con textos, sobre todo los del Antiguo Testamento, que nos resultan difíciles de comprender. A veces demasiado duros, violentos, enigmáticos, alejados de nuestro tiempo y nuestra sensibilidad, escritos en un lenguaje que no nos llega.

¿Cómo podemos leer la Biblia hoy? Y, más concretamente, ¿cómo leer y comprender los textos del Antiguo Testamento?

Cuando nos acercamos a la Biblia, es importante saber quién la escribió, para quiénes, qué quería transmitir y de qué manera lo hizo. Sabiendo el propósito de sus autores, podemos extraer una lectura provechosa para nosotros, lectores de hoy.

Y hay algo muy claro, que en los libros de la Torá se reitera una y otra vez: el propósito de los autores bíblicos es que sus oyentes vivan una vida plena, en armonía con la voluntad de Dios. Y lo que Dios quiere es, ni más ni menos, que todo ser humano viva con dignidad, con plenitud y con alegría.

¿No es esto lo que todos deseamos, en el fondo, también hoy?

Hoy voy a darte algunos consejos para hacer de tu lectura bíblica algo provechoso.

Evita tres errores

Antes de abrir una Biblia, hemos de evitar tres errores:

  • La Biblia no es un libro de ciencia. No la uses para saber cómo se formó el universo o cómo evoluciona la naturaleza; no es ese su propósito.
  • La Biblia no es un libro de historia. Aunque contiene muchas historias y datos reales, tampoco hace historia como la entendemos hoy (sucesión cronológica y comprobada de datos, fechas, hechos y personajes). 
  • La Biblia no es un catecismo ni un libro de moral. Aunque, de nuevo, en ella hay un mensaje religioso y una ética, también refleja muchas situaciones y conductas humanas de todo tipo que no encajan con la educación que hayamos podido recibir.

Teniendo esto en cuenta, no vas a buscar en ella rigor científico ni precisión cronológica: hechos, datos y fechas; ni tampoco te vas a escandalizar cuando leas ciertos relatos.

Entiende la clave: una historia de amor

La Biblia es el hogar espiritual de un pueblo. Es la respuesta de una comunidad a un Dios que se comunica a través de sus profetas.

La clave para entenderla: Es la historia de amor de Dios con nosotros. En el Antiguo Testamento, esta historia se centra en el pueblo de Israel. En el Nuevo Testamento, se extiende a toda la humanidad.

El Antiguo Testamento es como el noviazgo de Dios con el ser humano. Es la primera parte, las raíces de la historia de la salvación. Hay un cortejo, una seducción, un enamoramiento con momentos de lejanía e infidelidad.

El Nuevo Testamento es la boda: Dios viene a desposarse con su amada. El novio es Jesús, la novia es la comunidad que lo recibe.

Y lo que viene después... la historia de la Iglesia, sería el matrimonio. Como vemos, es un matrimonio lleno de vicisitudes. Igual que el noviazgo, no está exento de rupturas, infidelidades y desamores. Pero el amor del Esposo perdura siempre, a lo largo de los siglos.

La Biblia es el relato de una experiencia. Por eso en ella hay historia, y hay mensajes morales, y hay también relatos de muerte, violencia y pecado. No debe escandalizarnos: los humanos somos así, trigo y cizaña mezclados, y Dios busca nuestra amistad, aceptando como somos, porque él nos ha creado, nos conoce y sabe de nuestra fragilidad.

Cuatro claves y cinco consejos

A la hora de leer la Biblia, hemos de hacernos cuatro preguntas, según los biblistas:

  • ¿Qué dice el texto?
  • ¿Cómo lo dice?
  • Su trasfondo histórico: quién lo escribió, cuándo, para quién y con qué intención.
  •  ¿Qué me dice hoy a mí?

Cinco consejos para leer la Biblia:

1.    Lee con ojos limpios, como si leyeras el texto por primera vez, sin prejuicios, con curiosidad e interés.

2.    Lee despacio, saboreando, imaginando, visualizando, sintiendo. Sumérgete en el relato o en el poema.

3.    Conoce el contexto histórico: estudia un poco, averigua qué pasaba cuando se escribió este libro y cómo debían recibirlo sus lectores.

4.    Mira con ojos antiguos: la mentalidad de antes era distinta, intenta ponerte en su lugar y verlo desde su perspectiva. Es un sano ejercicio mental.

5.    Relaciona lo que lees con otros pasajes bíblicos. ¡Todo tiene sentido!

La gran sinfonía

Finalmente, y para resumirlo en una imagen, la Biblia es como una gran sinfonía, una música grandiosa, formada por muchos instrumentos. Cada instrumento es diferente y toca su parte, incluso la melodía de un instrumento puede ser diferente a la de otro, o hacer contrapunto con ella. Por eso hay una diversidad tan grande en la Biblia. Pero el conjunto es armonioso y nos transmite un único mensaje.

Dios es el autor de la vida y de todo cuanto existe; Dios nos ama y Dios busca la amistad con su criatura humana. Dios se comunica y quiere hacerse oír: por eso el primer mandamiento de todo buen judío empieza con la palabra Escucha.

Escucha, Israel, el Señor es tu único Dios. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas (Dt 6, 4).

Existimos por amor y estamos llamados al amor. La Biblia nos revela esto.  ¡Es un mensaje lleno de vida y que jamás pierde actualidad!