sábado, 16 de noviembre de 2024

Los cambios de nombre en la Biblia

Los nombres son importantes. Tu nombre no sólo te distingue: es parte de ti.

El nombre te representa como persona. En la Biblia, el nombre encierra algo de tu carácter, tu origen y tu destino. No hay nombres casuales en la Biblia. Por eso, cuando un personaje experimenta un cambio radical en su vida, a menudo cambia también de nombre. Nombre nuevo equivale a persona nueva.

Hoy veremos cierta peculiaridad del códice Beza, que es el doble nombre para designar a ciertas personas o lugares. En los otros códices también se da esta dualidad, de manera bastante aleatoria. Pero en el texto del Beza los cambios no son casuales: responden a una intención clara, y esto es lo que veremos en el vídeo de hoy.

Cambios de nombres en la Biblia


Antiguo Testamento

En el Antiguo Testamento hay varios personajes que cambian de nombre. Los más conocidos, que todos recordamos, son:

Abram, el primer patriarca, que cambia su nombre por el de Abraham. Abram significaba padre ensalzado; Abraham significa padre de muchos pueblos.

«Y no será más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes.» Génesis 17:5 (RVR1960)

Saray, su esposa, que es renombrada por Dios como Sara. El nombre de Sara viene de la raíz hebrea SR, que significa regir, mandar, ser dueña y señora. Sara, por tanto, es la reina, la dueña de su casa. Efectivamente, en su historia veremos cómo ella es la que, en un momento dado, defiende los derechos de su heredero y toma las decisiones en su hogar.

«Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre.» Génesis 17:15 (RVR1960) 




Jacob, el tercer patriarca. Jacob significa “suplantador”, y eso es lo que hace nuestro personaje, arrebatándole los derechos y la bendición del primogénito a su hermano. Jacob es un hombre astuto y emprendedor, pero su vida cambia junto al río Yabok, donde pasa una noche peleando contra el ángel del Señor. Desde entonces, será llamado Israel, “el fuerte contra Dios”, o “el que se planta ante Dios”. Y con este nombre será designado como padre de las doce tribus del pueblo elegido.

«Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido Génesis 32:28 (RVR1960)



El juez Gedeón, que no sólo se enfrenta a los madianitas, sino que defiende el culto a Yahvé y se dedica a derribar pilares y altares dedicados a Baal. Por eso recibe también el nombre de Jerubaal, “el que va contra Baal”.

«Aquel día Gedeón fue llamado Jerobaal, esto es: Contienda Baal contra él, por cuanto derribó su altar.» Jueces 6:32 (RVR1960)

Hay más personajes con doble nombre, pero en estos claramente el cambio va ligado a un giro en sus vidas y a su propósito.


Nuevo Testamento

En los evangelios son célebres los cambios de nombre de algunos apóstoles, a quienes Jesús da un mote que se hará proverbial.

Santiago y Juan, los hermanos Zebedeos, son apodados «Hijos del Trueno», ya podemos imaginar que debido a su carácter impetuoso, fanático y a veces violento. Son ellos los que pidieron permiso a Jesús para invocar fuego del cielo contra los pueblos que no querían recibirlos.

«Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios: […] a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno.»

Marcos 3:13-15, 17 (RVR1960)


Simón, hermano de Andrés y pescador de Betsaida es llamado Pedro. Quizás por su dureza y testarudez, que podemos constatar en varios episodios del evangelio. Jesús sabe cómo es Simón, pero aún y así confía en él. Porque una piedra puede ser dura... pero también es firme y resistente. Pedro tuvo que pasar su proceso, doblegar su rigidez y sus impulsos violentos y afán de poder. Lo consiguió con los años y dio su vida, como su Maestro.

«Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro).» Juan 1:42 (RVR1960)



Saulo, llamado después Pablo. Todos sabemos que el apóstol de los gentiles era un judío de la diáspora, que también gozaba del derecho de ser ciudadano romano. El nombre hebreo de Pablo era Saúl, en honor al primer rey de Israel, de la tribu de Benjamín, la misma tribu a la que Pablo pertenecía. Su nombre romano era Paulus, o Pablo. Pero no lo adoptó hasta que inició su primer viaje evangelizador, en Chipre. El libro de los Hechos lo llama Pablo a partir del capítulo 13. Algunos estudiosos creen que Pablo tal vez adoptó ese nombre por el gobernador Sergio Paulo, que regía la isla de Chipre y que se convirtió a la fe en Jesús gracias a la predicación de Pablo y Bernabé. Otros piensan que ya era ese su nombre romano.

Entonces Saulo, que también se llama Pablo, lleno de Espíritu Santo, se quedó mirándolo y le dijo... (Hechos 13, 9).


Juan Marcos
. El primer evangelista también tenía doble ciudadanía. Como judío se llamaba Juan; su nombre romano era Marcos. Lo vemos en el libro de los Hechos.

Cuando cumplieron su servicio, Bernabé y Saulo se volvieron de Jerusalén, llevándose con ellos a Juan, por sobrenombre Marcos (Hechos 12, 25).

Bernabé quería llevar con ellos a Juan, llamado Marcos, pero Pablo opinaba que no debían tomar consigo al que se había separado de ellos en Panfilia y no les había acompañado en la obra (Hechos 15, 37-38).



Significado

Abraham

de grande a padre

Sara

de princesa a reina

Jacob

de astuto y ambicioso

a generoso y conciliador

Pedro

de cabeza dura, nacionalista

a convertido, abierto

Saulo

de perseguidor

a apóstol

Juan y Santiago

matar / morir

Marcos

discrepa / acompaña


Conclusiones

El cambio de nombre en la Biblia significa un cambio de rumbo, un renacer de la persona. En palabras de Pablo, se abandona el hombre viejo para ser un hombre nuevo, revestido de Cristo.

En palabras de Jesús, es un nacer de nuevo, en espíritu y en verdad.

sábado, 9 de noviembre de 2024

El evangelio de los hebreos

¿Habéis oído hablar del evangelio perdido de los hebreos? ¿Quién escribió este evangelio? ¿Estuvo alguna vez en el canon? ¿Es quizás la hipotética versión en arameo, que después Mateo tradujo al griego para componer su evangelio? ¿Se conserva algún manuscrito o ejemplar de este evangelio?

Son muchas preguntas, a las que podríamos añadir otra. Si los cuatro evangelios canónicos están escritos en griego, ¿no podría ser este evangelio una versión primitiva en la que se basaron los demás?

La investigación es ardua y continúa a día de hoy, sin que los biblistas hayan llegado a respuestas concluyentes. 

Qué es

La primera cuestión es: Si este evangelio no está publicado en ningún sitio, ¿cómo sabemos que existió? Lo sabemos porque muchos padres de la Iglesia lo citan, entre ellos Orígenes, Clemente de Alejandría y san Jerónimo. No sólo lo citan, sino que transcriben párrafos y frases enteras de este evangelio, al que todos llaman evangelio de los hebreos o de los judíos.

¿Por qué se llama así? Porque estaba escrito en arameo, la lengua que se hablaba en el antiguo territorio de Israel en tiempos de Jesús y los apóstoles. Aunque posiblemente usando caracteres hebreos.

¿De qué época es? Del siglo II, por lo menos, ya que lo utilizaban las comunidades judeocristianas de su época. Por Jerónimo sabemos que había al menos un ejemplar en la biblioteca de Cesarea del Mar, y que era el evangelio que empleaban los judíos seguidores de Jesús. Estas comunidades seguían la espiritualidad de la comunidad de Jerusalén que había dirigido Santiago, el llamado “hermano del Señor”. Creían en Jesús como Mesías, pero practicaban fielmente la Ley de Moisés en todos sus preceptos, no sólo el Decálogo y los mandamientos morales, sino los rituales.

¿Cuál era el contenido de este evangelio? Prácticamente el mismo que los otros cuatro: se relataba la vida de Jesús: su nacimiento, llamada y misión, muerte y resurrección. Hacía hincapié en su origen divino y su relación con el Padre y el Espíritu Santo, un aspecto que estudió especialmente Orígenes.

¿Por qué no se incluyó en el canon reconocido por las iglesias? Algunos aspectos del evangelio fueron muy discutidos por los primeros padres de la Iglesia y al final consideraron que era herético y judaizante. Cuando se estableció el canon oficial de libros sagrados se excluyó este evangelio. Con el paso del tiempo, los manuscritos, ya fueran códices o rollos de papiro, desaparecieron y lo único que se ha conservado son las citas que los padres hicieron de sus textos.

Aspectos interesantes

Veamos algunos aspectos interesantes (y controvertidos) de este evangelio, siempre según lo comentan o citan los padres, en especial san Jerónimo.

El Espíritu Santo es concebido como la sabiduría divina, en la misma línea del pensamiento sapiencial judío. Como tal, es femenino. De hecho, la palabra espíritu en hebreo es ruaj, aliento, que es femenina. El evangelio de los hebreos afirma que Jesús tiene a Dios como Padre y al Espíritu Santo como Madre. Ella es la que desciende sobre él en el Jordán y lo llama “hijo amado”; ella lo lleva en volandas hasta el monte Tabor; incluso se dice que el Espíritu se encarna en María de Nazaret, que concibe al niño en su vientre y lo lleva en su seno hasta que da a luz.

Este evangelio relata de otra manera el episodio de la mujer adúltera perdonada por Jesús. Un episodio que, por cierto, no aparece en todos los códices antiguos del NT. Está ausente en el Códice Vaticano, pero no en el Sinaítico ni en el Beza, que sí lo incluyen.

También explica que, al resucitar, Jesús se aparece a Santiago, su hermano, y parte el pan con él, en un gesto eucarístico que lo consagra como líder de la comunidad en Jerusalén. Por eso este evangelio gozaba de preferencia entre las comunidades que se mantuvieron fieles a la observancia estricta de la Ley de Moisés.

Otro matiz interesante es la idea de salvación como “descanso” o reposo en el Espíritu después de un camino de búsqueda, encuentro, maravilla y gozo.

Jerónimo, además, afirma haber traducido este evangelio al griego y, como buen conocedor del texto, constata muchas otras variantes respecto a los otros evangelios.  

Estas variantes no suponen cambios en la doctrina cristiana fundamental, pero el tema del Espíritu Santo y su relación con María sí fue un punto de debate, al igual que la relación entre el cristianismo naciente y el judaísmo. Algunos autores señalan las discrepancias entre este evangelio y las enseñanzas de Pablo.

Finalmente, y tras la legalización de la religión cristiana en tiempos de Constantino, y al definir los textos que debían considerarse autorizados, el evangelio de los hebreos fue descartado y con los siglos cayó en el olvido.


Algunas citas

San Ireneo en Stromata:

Pues aquello puede equivaler a ésto: El que pide, no cejará hasta que encuentre. Y en encontrando, se llenará de estupor; y en llenándose de estupor, reinará; y en reinando, descansará. (Stromata V, 14)

Orígenes

Y si alguien acepta el Evangelio de los Hebreos, donde el Salvador en persona dice: «Poco ha me tomó mi madre, el Espíritu Santo, por uno de mis cabellos y me llevó al monte sublime del Tabor», se quedará perplejo al considerar cómo puede ser madre de Cristo el Espíritu Santo, engendrado por el Verbo. (In Io. 2,6)

Eusebio de Cesarea

Sobre los ebionitas, que seguían este evangelio y no los otros:

Éstos [los ebionitas] pensaban que debían ser rechazadas todas las cartas del apóstol [Pablo], llamándole a éste apóstata de la Ley; y utilizando solamente el llamado Evangelio según los Hebreos, hacían poco caso de todos los demás. (Hist. Eccl. III 27)

Sobre la elección de los discípulos:

Él dio a conocer [ya] la causa de la escisión de las almas, cual ha de sobrevenir a los edificios, como hemos podido comprobarlo en un lugar del evangelio que está divulgado entre los judíos, en lengua hebrea, donde se dice: Yo he de escogerme los que me complazcan; los que me da mi padre en el cielo. (Theoph. [siríaca] IV 12)

San Jerónimo

Sobre el amor fraterno:

Como podemos también leer en el Evangelio Hebreo, [donde] el Señor habla a los discípulos diciéndoles: Nunca estéis contentos sino cuando miréis a vuestro hermano con amor. (Comm. III in Eph. 5,4)

Más sobre el Espíritu Santo:

...Pero quien leyere el Cantar de los Cantares y entendiere que el esposo del alma es el Verbo de Dios, y diere crédito al evangelio publicado [bajo el título] según los Hebreos, que recientemente hemos traducido —en el que, refiriéndose a la persona del Salvador, se dice: Hace poco me tomó mi madre, el Espíritu Santo, por uno de mis cabellos—, no tendrá reparo en decir que el Verbo de Dios procede del Espíritu, y que, por tanto, el alma, que es esposa del Verbo, tiene por suegra al Espíritu Santo, cuyo nombre entre los hebreos es de género femenino, RUAH. (Comm. II in Mich. 7,6)

La aparición de Jesús a Santiago:

También el evangelio llamado según los Hebreos, traducido recientemente por mí al griego y al latín, del que Orígenes se sirve con frecuencia, después de la resurrección refiere los siguiente: Mas el Señor, después de haber dado la sábana al criado del sacerdote, se fue hacia Santiago y se le apareció. (Pues es de saber que éste había hecho voto de no comer pan desde aquella hora en que bebió el cáliz del Señor hasta tanto que le fuera dado verle resucitado de entre los muertos). Y poco después: Traed, dijo el Señor, la mesa y el pan. Y a continuación se añade: Tomó un poco de pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio a Santiago el Justo, diciéndole: hermano mío, come tu pan, porque el Hijo del hombre ha resucitado de entre los muertos. (De viris ill. 2)

Sobre el pan de cada día (Padrenuestro):

En el evangelio hebreo según San Mateo se dice: Danos hoy el pan de mañana, esto es, danos hoy el pan que vas a darnos en tu reino. (Tract. in Ps. 135)

Más sobre el amor fraterno:

Y en el evangelio que acostumbraron a leer los nazarenos, según los Hebreos, se cuenta entre los crímenes mayores el haber causado tristeza al alma de su hermano. (Comm. IV in Ez. 18,7)

San Cirilo de Jerusalén

Es un comentario a su versión copta del evangelio de Mateo. Figura un diálogo entre Cirilo y un monje, que le habla de este evangelio de los hebreos:

Está escrito en [el evangelio] según los Hebreos que, deseando Cristo venir a la tierra para efectuar la redención, el Buen Padre llamó a una fuerza celestial por nombre Miguel, recomendándole el cuidado de Cristo en esta empresa. Y vino la fuerza al mundo, y se llamaba María, y (Cristo) estuvo siete meses en su seno. Después le dio a luz, y creció en estatura y escogió a los apóstoles [...] fue crucificado y asumido por el Padre.

Cirilo le dice: ¿En qué lugar de los cuatro Evangelios se dice que la santa Virgen María, madre de Dios, es una fuerza?

El monje responde: En el Evangelio de los Hebreos.

¿Entonces, dice Cirilo, son cinco los Evangelios? ¿Cuál es el quinto?

El monje responde: Es el Evangelio que fue escrito para los Hebreos. [...] Cuando ellos le pusieron en cruz, el Padre le asumió hacia sí en los cielos.

En este evangelio, como puede apreciarse, hay aspectos interesantes y otros que suscitaron polémica. En todo caso, es un testimonio de que el cristianismo, ya en los primeros tiempos, era muy plural; había divergencias en la interpretación de las Escrituras y maneras diferentes de entender a Jesús y su mensaje.

sábado, 2 de noviembre de 2024

El canon de Muratori

Todos sabemos que hay diferentes Biblias. No es lo mismo una Biblia judía, que una biblia católica, una protestante o una ortodoxa. Cada Biblia posee su propio canon, es decir, la lista de libros que se consideran inspirados y que deben incluirse en las Sagradas Escrituras. Ahora bien, ¿desde cuándo la Biblia cristiana es como es? ¿Quién decide la lista de libros que deben incluirse? En esta entrada veremos el primer canon conocido de la Biblia cristiana: el canon de Muratori.

El canon de Muratori: ¿qué es?

El canon o fragmento de Muratori es un manuscrito del siglo VII con una lista de los libros que debían incluirse en el Nuevo Testamento. Se cree que formaba parte de un libreto mayor, donde también había una lista de los libros del Antiguo Testamento. Está escrito en latín, pero un latín muy burdo. Los estudiosos creen que el escriba lo tradujo de un original griego más antiguo de forma un tanto chapucera.

El fragmento de Muratori se llama así porque lo encontró un sacerdote e intelectual, Ludovico Antonio Muratori, en la Biblioteca Ambrosiana de Milán, hacia el 1740.  

Muratori publicó este hallazgo que causó sensación, ya que confirmaba que el canon del NT era muy antiguo, nada menos que del siglo II. ¿Por qué del siglo II, si el manuscrito es medieval? La fecha del manuscrito ha sido objeto de mucho debate, pero hay en él un detalle que puede dar pistas. El autor del manuscrito menciona al Papa Pío I, que gobernó en Roma entre los años 140 y 155 de nuestra era. Dice que Hermas, el autor del famoso escrito El Pastor, era su hermano, y alude a este texto como algo recientemente escrito. De ahí se deduce que el canon original sea del siglo II. No obstante, otros investigadores dicen que esta suposición no tiene fundamento, y que el autor pudo referirse a este papa y a Hermas con el propósito de dar prestigio o antigüedad a su lista. La discusión sigue abierta, aunque la mayoría de estudiosos consideran que, efectivamente, el canon se remonta al siglo II.


Los libros del canon

El fragmento de Muratori lista 27 libros que forman el Nuevo Testamento, con algunos comentarios sobre ellos. Son los siguientes:

-      Los cuatro evangelios canónicos: Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

-      Los Hechos de los Apóstoles.

-      Trece epístolas paulinas (no se menciona la carta a los hebreos)

-      Dos epístolas de Juan.

-      Dos apocalipsis: el de Juan y el de Pedro, aunque este último, con cautela, pues dice de él: «algunos de los nuestros sí permiten que sea leído en nuestra comunidad».

Hay que observar que durante los primeros siglos de la era cristiana hubo divergencias en cuanto a los libros que debían considerarse sagrados. Aunque en su mayoría los autores coincidían, algunos libros, sobre todo las cartas apostólicas, el apocalipsis, las cartas de Clemente Romano, la epístola de Bernabé y el Pastor de Hermas, fueron aceptados o discutidos por los padres de la Iglesia.


¿Desde cuándo las Biblias cristianas incluyen el canon completo?

El canon que hoy conocemos es el llamado alejandrino. Lo elaboró el obispo Atanasio, de Alejandría, en el año 367 de nuestra era. Lo hizo con motivo de una carta pastoral que dirigió, en la Pascua de ese año, a sus comunidades.

Desde ese momento, y después del concilio de Hipona y la traducción de san Jerónimo al latín, la vulgata, se puede decir que prácticamente todas las Biblias incluyen estos libros.

Leamos su contenido, pues es bien ilustrativo y marca un hito en la historia de las Sagradas Escrituras.

4. Hay entonces, del Antiguo Testamento, veintidós libros en número; por lo que he oído que ha sido transferido entre los hebreos; su respectivo orden y nombre como el siguiente. El primero es Génesis, luego Éxodo, siguiente Levítico, luego Números y luego Deuteronomio. Siguiendo a estos está Josué, el hijo de Nun, luego Jueces, luego Rut. Y de nuevo, luego de estos cuatro libros de Reyes, el primero y segundo siendo reconocidos como un solo libro, y también el tercero y cuarto como un libro. De nuevo Esdras, el primero y segundo son igualmente un libro. Luego de estos está el libro de Salmos, luego Proverbios, sigue Eclesiastés y Cantar de los Cantares. Sigue Job, luego los Profetas, los doce siendo reconocidos como un libro. Luego Isaías, un libro, luego Jeremías, Lamentaciones, y la epístola, un libro; luego Ezequiel y Daniel, cada uno un libro. Esto constituye el Antiguo Testamento.
5. De nuevo no es tedioso hablar de los libros del Nuevo Testamento. Estos son: los cuatro Evangelios, de acuerdo a Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Luego, los Hechos de los Apóstoles y Epístolas, Santiago, uno; de Pedro, dos; de Juan, tres; después de estas, una de Judas. Además, hay catorce epístolas de Pablo, escritas en este orden. La primera, a los Romanos; luego dos a los Corintios; luego, a los Gálatas; sigue, a los Efesios; luego a los Filipenses; luego a los Colosenses; luego de estos, dos a los Tesalonicenses, y la de los Hebreos; y de nuevo, dos a Timoteo; una a Tito; y último, la de Filemón. Además, el Apocalipsis de Juan.
6. Estas son las fuentes de salvación, que aquellos que tienen sed puedan satisfacerse con estas palabras vivas. Solo en estas se proclama la doctrina de la santidad. No permitan que ningún hombre añada a estas, ni permitan que saque de estas.
7. Pero para mayor exactitud agrego esto además, por necesidad; que hay otros libros además de estos que no están incluidos en el Canon, pero apuntados por los padres para ser leídos por aquellos que se nos unen, y que desean instrucción. La Sabiduría de Salomón, la Sabiduría de Sirac, y Ester, y Judith, y Tobías, y aquel llamado la Enseñanza de los Apóstoles, y el Pastor. Los primeros, mis hermanos, son incluidos en el Canon, los últimos solo para ser leídos. Ni hay espacio para mencionar a los Apócrifos. Son la invención de herejes, que escriben cuando así lo quieren, otorgándoles aprobación y asignándoles una fecha; que, por lo tanto, los usan como escritos antiguos y pueden encontrar ocasión para desviar a los simples [1]. 

sábado, 26 de octubre de 2024

Los manuscritos más antiguos de la Biblia

Son muchos los que afirman que la Biblia cristiana, tal como hoy la conocemos, es un invento del emperador Constantino y los papas de Roma, o incluso un apaño posterior, de tiempos medievales. No faltan quienes niegan la autenticidad de los evangelios y consideran que son escritos tardíos, muy manipulados por la Iglesia. Pero lo cierto es que los escritos del Nuevo Testamento son excepcionales. Conservamos copias escritas de una antigüedad sorprendente. Y no, no son un invento de Constantino ni de los papas. Vamos a descubrirlo.

Un primitivo canon

Sabemos que los evangelios se escribieron entre finales del siglo I y el siglo II de nuestra era, apenas unas décadas después de la muerte de Jesús. 

También sabemos que hacia finales del siglo II las comunidades cristianas ya poseían un conjunto de escrituras consideradas inspiradas. El canon todavía no estaba fijado, pero el conjunto era similar. Entre ellas se incluían:

-      El Antiguo Testamento, la escritura sagrada judía, en su versión griega, la Septuaginta o LXX.

-      Los 4 evangelios canónicos.

-      Las cartas apostólicas: Pedro, Juan, Santiago y Judas.

-      Las cartas paulinas.

Además, había otros escritos. Algunos se incluyeron en el canon, como el Apocalipsis, y otros no están en el canon actual, pero en la antigüedad gozaban de mucho prestigio y eran valorados, como la epístola de Bernabé, el Pastor de Hermas y otros libros del Antiguo Testamento, los llamados apócrifos o deuterocanónicos, como Macabeos 3 y 4 y el libro de Enoc.

Hoy hablaremos de los manuscritos más antiguos conservados. Los más antiguos, sin duda, son los papiros.

Papiros

El papiro es un material idóneo para escribir, pero perecedero. Con el paso de los siglos se desintegra o se pudre. Sólo se han conservado papiros en lugares muy secos, como Egipto, donde las condiciones climáticas han favorecido su preservación.

Los papiros que se conservan contienen fragmentos del Nuevo Testamento muy antiguos. Los principales estudiados son unos 118.

Los más célebres pertenecen a la Colección Bodmer, conservada en Ginebra (Suiza), los de la Colección Chester Beatty, en Dublín (Irlanda) y los de la Colección John Rylands, en la Universidad de Manchester (UK).

Vamos a examinar los siete papiros más interesantes por su contenido y antigüedad.

Papiro 45

https://web.espejodelevangelio.com/papiro-p45/

Son 30 hojas de un original que debió tener unas 200.

Está datado entre los años 150-250 (siglos II o III).

Contiene fragmentos de los cuatro evangelios en este orden: Mateo, Juan, Lucas y Marcos, y un fragmento de los Hechos.

Pertenece a la Colección Chester Beatty.


Papiro 46

https://web.espejodelevangelio.com/papiro-p46/

Es el papiro paulino: contiene buena parte de las epístolas de san Pablo: Romanos, Hebreos, las dos de los Corintios, Efesios, Gálatas, Filipenses, Colosenses y 1 Tesalonicenses.

Consta de 86 hojas de un original que quizás tuvo 104.

Está datado entre los años 180-200 d.C., aunque algunos autores lo sitúan hacia el 85. Si fuera así, sería el papiro más antiguo de todos.

Pertenece a la colección Chester Beatty.


Papiro 47

https://web.espejodelevangelio.com/papiro-p47/

Contiene varios fragmentos del Apocalipsis, de los capítulos 9 al 17.  

Se conservan unas 10 hojas.

Es de mediados del siglo III.


Papiro 48

https://web.espejodelevangelio.com/papiro-p48/

Este es el papiro de los Hechos. Se conservan fragmentos de los capítulos 23, 11-17 y del 25 al 29 de Hechos.

Este papiro es muy antiguo, de finales del siglo II, y su texto sigue la misma versión que el llamado “texto occidental”, es decir, el códice Beza. Es el testimonio más antiguo que conservamos de este libro.


Papiro 75

Contiene parte de los evangelios de Lucas (capítulos 3 al 24) y de Juan (1 al 15). Pertenece a la colección Bodmer, conservada en Ginebra. Las 51 hojas conservadas pertenecían a un códice uncial, escrito con mayúsculas.

Su texto coincide en mucho con el llamado texto alejandrino, que es el que sigue el Códice Vaticano.


Papiro 52

https://web.espejodelevangelio.com/papiro-p52/

El más antiguo de todos, datado hacia el año 125 d.C. Se conserva en la Universidad de Manchester, dentro de la colección John Rylands.

Contiene dos fragmentos de Juan, 18, 31-33 y 37-38. Es apenas un pedacito, pero demuestra que el evangelio de Juan, lejos de ser una obra tardía, es tan antiguo como los otros. Debió escribirse, como muy tarde, hacia los años 80-90 de nuestra era, o antes.


Papiro 67

Se conserva en el monasterio de Montserrat, forma parte de la colección Roca i Puig, y es del siglo II. Fue comprado en Egipto a un vendedor de antigüedades y los expertos lo relacionan con el papiro 64, que se conserva en París. Parece que ambos papiros formaron parte de un códice uncial a dos columnas, que contenía la totalidad del evangelio de Mateo. Es uno de los más antiguos. El papiro de Montserrat muestra unos fragmentos de los capítolos 3 y 5 de Mateo.

Mt 3,9.15, 5,20-22 y 25-28.


Códices

Se conservan unos 300 códices o libros que contienen el Nuevo Testamento. Los más importantes, por su buen estado de conservación y su calidad, son:

-      El Códice Alejandrino.

-      El Códice Sinaítico.

-      El Códice Vaticano.

-      El Códice Beza.

Códice alejandrino (A)

https://web.espejodelevangelio.com/codice-alejandrino/

Hallado en Alejandría, el patriarca de Constantinopla se lo llevó a su ciudad en 1621. Posteriormente lo regaló al rey Carlos I de Inglaterra. Actualmente este códice se encuentra en el Museo Británico.

Tiene 744 páginas: todo el AT y el NT, con algunas lagunas. Además de las cartas apostólicas y paulinas, incluye las cartas de Clemente de Roma.


Códice Sinaítico (S01)

Fue encontrado en 1848 en el monasterio ortodoxo de Santa Catalina del Sinaí, por un joven arqueólogo alemán, Konstantin von Tischendorf. Por cierto, además de este códice, salvó de la quema una serie de manuscritos bíblicos que los monjes iban a destinar como combustible para una estufa de leña.

Los monjes del monasterio le permitieron copiar el códice, fascículo a fascículo, durante un periodo de dos meses. Finalmente, al morir el abad, y aprovechando el vacío de autoridad, Tischendorf logró convencerlos de que regalaran el códice al zar de Rusia, su mecenas, como gesto de reconocimiento a la Iglesia oriental.

Los monjes así lo hicieron. Pero con la revolución rusa de 1917, el nuevo gobierno soviético perdió todo interés por aquel códice. Buscando obtener dinero de donde fuera, lo vendieron por partes a cambio de sustanciosas cantidades. Una parte fue a parar al Museo Británico, donde sigue hasta el día de hoy. Las otras están repartidas entre la biblioteca de la universidad de Leipzig, la Biblioteca Nacional Rusa en San Petersburgo y en el mismo monasterio de Santa Catalina.

El códice Sinaítico es excepcional. Comprende toda la Biblia: el AT y el NT prácticamente completos. El AT sigue la versión de los LXX. El NT incluye la epístola de Bernabé y el Pastor de Hermas, dos escritos cristianos de la antigüedad muy valorados en los primeros siglos de nuestra era.

El códice está datado a mediados del siglo IV (ca. 350 d.C.) y el texto del  NT se aproxima más a la versión del códice Beza.


Códice Vaticano (B03)

Se encuentra en la Biblioteca Vaticana. Cuando se hizo el primer catálogo de libros en 1481, ya estaba allí. Es un códice con el NT completo, aunque faltan algunas páginas: el principio del Génesis y los capítulos finales de Hechos. En cuanto a las cartas paulinas, faltan 1 Timoteo, Tito y Filemón. Tampoco incluye el Apocalipsis.

Se conservan 759 hojas, 142 de las cuales pertenecen al NT.

La mayoría de biblias actuales se basan en este códice. Escrito en letra uncial o mayúscula, en griego, el AT sigue la versión de la Septuaginta, mientras que el NT sigue una versión del texto llamada alejandrina.



Códice Beza (D05)

De él ya hemos hablado en otros capítulos. Es un texto bilingüe: en griego y latín. Contiene los cuatro evangelios en el orden antiguo: Mateo, Juan, Lucas y Marcos, más una buena parte del libro de los Hechos y parte de la tercera carta de Juan. Falta un libreto, donde seguramente estuvieron las cartas apostólicas (cabrían perfectamente). No incluye las cartas paulinas ni el apocalipsis.

El texto del Beza es una versión muy antigua, la que circulaba en las comunidades asiáticas en tiempos de san Ireneo, siglo II. De Asia Menor pasó a Lyon, Francia, donde fue utilizado por la primitiva comunidad cristiana y más tarde permaneció olvidado durante siglos hasta su redescubrimiento en 1562 por parte de Teodoro de Beza.

El griego del códice Beza es más arcaico que el de los otros códices conservados y, en el caso de Lucas y los Hechos, el texto es un 10 % más extenso que en otras versiones. Es allí donde presenta más variantes respecto a los otros códices.

Según Josep Rius-Camps y los biblistas que lo han estudiado a fondo, se trata posiblemente de la versión más antigua que conservamos, a día de hoy, de los textos del NT.

sábado, 19 de octubre de 2024

La Hexapla de Orígenes

¿Cuál es la versión más antigua que conservamos de la Biblia hebrea? ¿De qué siglo es? ¿Era muy diferente de las versiones canónicas posteriores? ¿En qué versión se basan nuestras Biblias actuales?  

En este estudio trataremos de una obra monumental de la antigüedad cristiana: la Hexapla de Orígenes.

Hexapla es un nombre griego que significa “Seis partes”; y Orígenes fue uno de los primeros padres de la Iglesia, un teólogo de mente brillante y corazón profundo que escribió numerosos tratados y buceó en el misterio de Dios. Orígenes comprendió la importancia de conocer bien las Sagradas Escrituras pero, al mismo tiempo se dio cuenta de que circulaban muchas versiones, algunas incompletas, con errores o discrepancias unas respecto a otras. Vio la necesidad de poner orden y aclarar, de ahí que emprendiera su magna obra, considerada el primer estudio crítico y comparativo de la Biblia en la antigüedad.


La Hexapla

Orígenes emprendió su tarea con mucha paciencia y dedicación. Tomó seis versiones del Antiguo Testamento y las escribió en seis columnas, para poder compararlas y extraer de ellas conclusiones que le permitieran conocer mejor el auténtico sentido de los textos.

Las seis columnas de la Hexapla

  1. La primera era la versión que entonces circulaba sobre el texto hebreo, la más difundida.
  2. La segunda era una transcripción literal del texto hebreo en caracteres griegos.
  3. La tercera era una traducción al griego de Áquila de Sinope, un prosélito judío convertido al cristianismo y después al judaísmo. Intentó hacer una versión lo más fiel posible al texto hebreo, aún a costa de sacrificar la gramática y el estilo. En su tiempo fue una versión muy valorada por su fidelidad, aunque resultara un tanto rígida y difícil de lectura para los no conocedores de la lengua hebrea.
  4. La cuarta columna era otra versión griega, de Símaco, del que poco se sabe. Algunos autores dicen que era ebionita, una secta judeocristiana que propugnaba la pobreza; otros dicen que era un samaritano converso a la fe en Jesús. Símaco era un hombre culto y prefirió que su traducción fuera más fluida y apta para ser comprendida por los lectores gentiles. San Jerónimo la elogió por su elegancia, pero criticó algunas licencias que se permitió al traducir.
  5. La quinta columna era el texto de la Septuaginta o Biblia de los LXX. La conocemos bien, era la versión que utilizaban los judíos de la Diáspora de habla griega, y la que manejaban los autores del NT.
  6. La sexta era la versión griega de Teodoción, otro prosélito griego convertido al judaísmo, según Eusebio de Cesarea procedía de Éfeso. Su traducción se acercaba más a la Septuaginta. 

¿Conservamos algún original o ejemplar de la Hexapla?

No, por desgracia. Pero conocemos la obra porque fue muy citada por los padres de la Iglesia y en otros manuscritos se transcriben fragmentos de esta obra. A finales del siglo XIX por fin se descubrieron varios fragmentos, uno de ellos en un palimpsesto. Un palimpsesto es un documento manuscrito que se ha borrado para sobreescribir encima. Pero como la tinta nunca desaparece del todo, con las técnicas adecuadas es posible recuperar el texto original.

Hasta los tiempos modernos, la Hexapla de Orígenes ha sido la única obra de estudio comparativo y crítico de la Biblia, base del trabajo de muchos autores posteriores a él.

¿Qué pretendía Orígenes?

Quería desvelar el sentido original de las escrituras comparando los escritos. Teniendo como referencia el texto hebreo, lo fue comparando con las traducciones griegas e ideó un sistema de signos:

  • En la columna de la Septuaginta escribió unos signos.
  • Allí donde faltaba un texto que sí aparecía en la versión hebrea, ponía un asterisco. *
  • Allí donde la versión griega tenía una frase que no aparecía en la hebrea, ponía un obelos u obelisco. #
Según Orígenes, este fragmento añadido era dudoso y cabía cuestionar su autoridad. Orígenes partía del principio que el texto auténtico era el hebreo y que los traductores de la Septuaginta pusieron algo de su cosecha propia, por las razones que fuera.


 

Texto y contexto

Hoy los biblistas discrepan del método de Orígenes. Los LXX es una traducción antigua, realizada en el s. III a.C. por judíos de la Diáspora que sabían lo que hacían. El texto hebreo que utilizó Orígenes, ya entrado el siglo III d.C. y posterior a la Septuaginta, no tenía por qué ser necesariamente el más auténtico. Simplemente ambas versiones reflejaban un punto de vista diferente del escriba, y también un contexto diferente.

Pongamos un ejemplo actual.

Hoy se publican muchísimas Biblias, y cada versión es diferente respecto a las otras. No cambia el mensaje ni el sentido esencial, pero sí la expresión. ¿Por qué? Porque los editores piensan en su público lector. No es igual una Biblia en castellano para hispanoamericanos que la Biblia en castellano de España. Hay expresiones, verbos y matices, vocabulario que para los lectores de América resultan más familiares; en cambio, a los lectores de España no tanto. El ejemplo más claro es el uso de vosotros y ustedes.

Lo mismo sucede cuando se quiere editar una Biblia para niños: el contenido básico no cambia, pero sí la expresión. Y muchas veces, en este caso, se omiten capítulos o fragmentos que se consideran poco aptos para menores.

De la misma manera, en la antigüedad, cuando se traducían las Sagradas Escrituras el editor o escriba procuraba dos cosas:

Una: mantener la fidelidad al texto antiguo.

Dos: hacerlo comprensible a sus lectores. De ahí la traducción y la adaptación de algunas frases o expresiones.

Como no hay dos autores iguales, lógicamente cada manuscrito o códice difería de otros. Esto, sin contar con los posibles errores de transcripción, que a veces podían alterar nombres o incluso frases.


¿Qué importancia tiene esto?

Las variantes en los textos bíblicos son muy interesantes porque reflejan el contexto del escrito: de su autor, de sus receptores, del mundo y de la vida cristiana en un momento histórico. Dicho esto, hay que decir que todas estas variantes no alteran el significado fundamental del texto bíblico. Aunque a veces aportan matices diferentes, o incluso información diversa, en lo esencial, el mensaje es el mismo. Y esto hay que tenerlo en cuenta.

Veamos otra imagen. Pensad en un coro de muchas voces. Todos los cantantes entonan la misma melodía, pero cada cual su tonalidad, su timbre de voz, su matiz peculiar. No hay dos iguales. Esto sucede con las diferentes versiones de la Biblia. Todas cantan la misma canción, todas entonan el mismo himno, pero cada una lo hace con su propia voz.

El conjunto es unitario, armónico y hermoso. Lo que canta uno, lo cantan todos. Las diferencias no son un problema, sino una riqueza. Como dicen los biblistas, la Sagrada Escritura está inspirada por Dios, pero escrita por mano de hombre. La melodía es divina, las voces son humanas.


sábado, 12 de octubre de 2024

¿Estuvo San Pablo en España?

¿Vino San Pablo a Hispania? ¿Pisó el apóstol de los gentiles las tierras españolas, tal como era su intención, según leemos en la carta a los romanos? ¿O es sólo la expresión de un deseo, o una hipótesis sin fundamento? ¿Qué dicen a esto los historiadores de la Iglesia? ¿Tenemos alguna prueba fiable de su paso por la Hispania romana?

Vamos a explorar la hipótesis, los argumentos a favor y los argumentos en contra, e intentaremos dilucidar qué podemos saber, o qué podemos suponer.

Lo que sí es cierto es una cosa: hay una ciudad de España cuya patrona es una santa que fue discípula aventajada de Pablo. La ciudad es Tarragona y la santa es Tecla de Iconio. ¿Tiene esto algo que decirnos?

Argumentos a favor

Una serie de teólogos e investigadores creen que, efectivamente, Pablo llegó a España y llevó a cabo una tarea evangelizadora en diversos lugares. Estos son los argumentos que podrían probar esta hipótesis.

1.     El argumento psicológico: Pablo era un hombre de palabra y de voluntad firme. Si decía que quería hacer algo, removería cielos y tierra para llevar adelante su plan. La intención está expresada en las cartas. En Romanos 15, 23-24 Pablo afirma directamente: ...Y más tarde, en Rm 15, 28: ... Irá, no lo duda ni vacila, no dice que le gustaría ir o que procurará ir, sino que se encaminará hacia allá.

2.     El argumento histórico: tenemos dos fuentes históricas que aseguran que Pablo llegó a tierras hispanas, más la tradición.

  • San Clemente de Roma, que conocía personalmente al apóstol, escribió treinta años después de su martirio, diciendo que murió «después de haber llegado hasta el extremo de occidente». En aquel tiempo, el extremo de occidente era un lugar concreto: la actual Andalucía, junto a las Columnas de Hércules (Gibraltar). Los autores clásicos como Estrabón y Filostrato usan expresiones similares para describir la zona de Cádiz: «la última de Occidente», «la última de la tierra», «en los extremos de Europa».
  • Un fragmento del manuscrito de Muratori, escrito hacia el año 160 d.C. relata que Lucas no pudo explicar en los Hechos «la partida de Pablo desde roma a Hispania porque no ha había presenciado». El manuscrito se encuentra en la Biblioteca Ambrosiana de Milán y está editado por Ritter (1926).
  • Los diversos lugares en la geografía española que llevan el nombre de san Pablo, indicio de una tradición muy antigua de devoción al apóstol. Esto sucede con santos que, supuestamente, pasaron por ciertos lugares dejando huella.

Argumentos en contra

1.     Escribir una intención no significa que ese propósito se cumpla. Pablo escribe su deseo de ir a Hispania, y lo da por hecho, pero no hay ninguna carta suya a comunidades españolas ni otros documentos que demuestren que realmente fue.

2.     Cuando Pablo llegó a Roma, se quedó allí, donde expandió el evangelio durante un par o tres de años, antes de ser detenido en la persecución de Nerón. Fue ajusticiado y, como sabemos, condenado a morir decapitado. No tuvo tiempo de ir tan lejos.


Si Pablo vino a Hispania...

Supongamos, ahora, que Pablo realmente llegó a Hispania y pasó un tiempo evangelizando en estas tierras. ¿Por dónde vino? ¿Qué lugares visitó?

Para llegar a Hispania tenía varias opciones:

La vía marítima por el norte, embarcándose hacia Marsella o hacia Ampurias y descendiendo por la vía romana hacia Tarraco.

La vía marítima por el sur, en barco hacia Gadir, la actual Cádiz, y ascendiendo por el Levante de la Península hasta la actual Cataluña.

La vía terrestre, por el norte de Italia, sur de Francia, Provenza, Rosellón y Cataluña.

Si vino por el norte, lo más probable dado que era el itinerario más corto, una posible ruta pudo ser: Marsella à Narbona à Summum Pyraeneum (La Pertusa) à Juncaria (Junqueres) à Cinniana (Orriols) à Gerunda (Girona) à Aquis Vocontis (Caldes de Malavella) à Sant Pau de la Calçada à Baetulo (Badalona) à Barcino (Barcelona) à Tarraco (Tarragona).

Lugares de posible paso del apóstol

Sant Pau de la Calçada, lugar de paso de Pablo si desembarcó en Ampurias y descendió por la vía romana hacia Gerona y Tarraco, capital de la provincia de Hispania Citerior. En este pueblo se dice que Pablo se detuvo a predicar. Hay una capilla románica del siglo XI donde cada año se celebra una festividad por San Pablo, con misa solemne y baile de sardanas.


Barcelona: la iglesia de San Pablo del Campo, que hoy está en el casco antiguo de la ciudad, se hallaba antiguamente fuera de las murallas, como su nombre indica. Es una iglesia románica que contaba con su monasterio, tal vez construida en el lugar donde se reunía la comunidad cristiana primitiva de la ciudad. En los primeros siglos del cristianismo, y debido a las persecuciones, los cristianos solían reunirse en las afueras. El nombre de San Pablo puede deberse a la tradición de que por allí paso el apóstol en su ruta hacia Tarraco.


Tarragona: la ciudad, antigua Tarraco romana, cuenta como patrona a santa Tecla. Tecla era una joven de Iconio, convertida a la fe en Cristo por la predicación de Pablo y que, según las fuentes antiguas, siguió al apóstol en sus viajes. Llegó a Tarraco y allí, con san Pablo, fundó una comunidad cristiana. En el patio del seminario de Tarragona también subiste una capilla románica donde, según la tradición, el apóstol predicó a los ciudadanos tarraconenses. Los primeros mártires de esta comunidad fueron Fructuoso y Eulogio, muertos en una persecución. Con santa Tecla, son patronos de la ciudad de Tarragona.


En Badalona (antigua Bétulo) se conservan vestigios de casas romanas y de una posible comunidad cristiana primitiva, cuyos restos se encontraron al derruir la antigua masía de Can Peixau, en cuyos cimientos se halló una lápida funeraria, algunos objetos de cerámica y bronce y un pedazo de cerámica donde hay grabado un pez. Sabemos que el pez era un símbolo usado por los primeros cristianos. Sus iniciales en griego son un acrónimo del nombre de Jesucristo:

IXZYS – Iesus Xristos Zeus Yios Soter – Jesús el Mesías, Hijo de Dios Salvador.

ΙΞΘΥΣ – Ιησους Ξριστός Θεου Υιός Σωτερ.


Además, muy cerca de esta masía se encontraba una pequeña capilla llamada del Santo Salvador. En la antigüedad, cuando en una ciudad se fundaba una comunidad cristiana y esta erigía iglesias, la primera siempre se dedicaba a Jesús Salvador.

También en Badalona existe una parroquia dedicada a San Pablo, situada muy cerca de esta antigua mansión romana. La iglesia fue erigida en 1963 y se dedicó al santo apóstol por hallarse cerca de los restos romanos donde, quizás, se reunía la primera comunidad cristiana, tal vez evangelizada por Pablo de Tarso.


Conclusiones

Como vemos, básicamente los argumentos a favor son testimonios históricos, fuentes escritas y una serie de tradiciones muy arraigadas. En contra, la falta de pruebas fehacientes que demuestren un viaje del apóstol a Hispania. Pero podemos preguntarnos... ¿cómo se conservan huellas de un viaje, si no hay más que testimonios escritos?

El misterio continúa y los interrogantes siguen abiertos a día de hoy.

Posible ruta de San Pablo, por vía terrestre, desde Massalia hasta Tarraco.