domingo, 27 de agosto de 2023

¿Quién escribió los evangelios?

¿Quiénes fueron los autores de los evangelios? Todos conocemos sus nombres: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Desde la antigüedad se atribuyen a estos cuatro hombres. Pero ¿cómo lo sabemos? Porque lo cierto es que en ningún evangelio se menciona quién fue su autor.

El obispo Eusebio de Cesarea, en el siglo IV, fue el primero en redactar una Historia de la Iglesia, y en ella recoge quiénes son los autores de los cuatro evangelios, que ya se leían en todas las comunidades cristianas. Eusebio toma como fuentes a los primeros padres de la Iglesia: Ignacio de Antioquía, Clemente de Alejandría, Ireneo y el obispo Papías de Hierápolis. Todos ellos vivieron en el siglo II. Son estos quienes atribuyen cada evangelio a un autor.

Así que esto debería bastarnos. Es una tradición antiquísima y se ha mantenido a lo largo de los siglos.

Ahora bien, a los estudiosos siempre les gusta indagar y profundizar en los textos, así que pronto surgieron las preguntas y los desafíos.

Desafíos para los biblistas

Hay varias cuestiones que han preocupado a los biblistas desde antiguo:

-      ¿Quién los escribió?

-      ¿Cuándo se escribieron? ¿Cuál es el más antiguo?

-      Explicar las semejanzas entre los tres evangelios sinópticos: ¿por qué son tan coincidentes?

-      Explicar las diferencias. ¿A qué se deben?

Contestar a una de estas preguntas nos dará pistas para responder a las otras. Veámoslo.

Los autores

Mateo, Marcos, Lucas y Juan: dos apóstoles directos de Jesús y dos discípulos de los apóstoles.

Mateo

Mateo es el recaudador de impuestos llamado por Jesús (Mateo 9, 9; Marcos 2, 13; Lucas 5, 27). En el evangelio de Mateo es llamado Mateo; en los otros dos, Leví. Y cuando se cita la lista de los Doce, este evangelio es el único que precisa que era el recaudador (Mateo 10, 3; Lucas 6, 15 y Marcos 3, 16).

Mateo era un hombre culto, de manera que es seguro que sabía leer y escribir. Pero su lengua era el arameo, aunque quizás también sabía algo de griego. El obispo Papías explica que Mateo escribió inicialmente su evangelio en arameo y después lo tradujo al griego, completándolo con la genealogía de Jesús y los episodios de la infancia.

¿Cuándo se escribió el evangelio? Quizás la primera versión circuló en forma de apuntes unos pocos años después de la muerte de Jesús. La versión final, en griego, se cree que es de alrededor del año 80 d.C. ¿Por qué? Porque Mateo trata de algunas controversias con los judíos, propias de esa época. En el año 80, Jerusalén había sido destruida y los judíos expulsados de la ciudad, tras la guerra judía contra Roma. Los líderes judíos se reunieron en la ciudad de Yamnia o Yavne para rehacerse y consolidar la doctrina, fijar el canon de las escrituras y ver cómo podían seguir cultivando su fe, ahora sin Templo y sin sacerdotes. Empezaba el judaísmo rabínico, y la polémica con los creyentes en Jesús estaba muy candente. No pocos judíos se habían hecho cristianos; conjugar el seguimiento de la Ley con el seguimiento a Jesús no debió ser fácil y finalmente se acabó dando una ruptura. El evangelio de Mateo refleja este conflicto.


Marcos

Se cree que Marcos era Juan Marcos, hijo de María, la mujer en cuya casa se reunía una de las comunidades cristianas de Jerusalén. Lucas habla de él en los Hechos, y Pablo lo menciona también en sus cartas. Su nombre de pila era Juan, Marcos era su nombre romano. Como Pablo, tenía la doble ciudadanía. Era un judío helenista, de la diáspora.

Juan Marcos era sobrino de Bernabé, el gran compañero de Pablo hasta que se separaron (Hechos 15, 37-40). Aunque hubo una gran tensión y distanciamiento entre ambos, con el tiempo Marcos acabó colaborando con Pablo, y este lo apreciaba mucho. Después, Eusebio recoge que Marcos acompañó a Pedro y fue de su boca donde recogió todas las enseñanzas y obras de Jesús, que transcribió en su evangelio. Eusebio afirma que el evangelio de Marcos bebe de la predicación de Pedro.

Quizás por eso es el evangelio que más acentúa la relación no siempre fácil de Jesús y sus discípulos. Pone en evidencia más que los otros su falta de fe, la impaciencia de Jesús ante sus sueños de grandeza y poder, las broncas que Jesús les dirigía de tanto en tanto y los defectos del mismo Pedro.

El evangelio de Marcos es el más breve, el más directo y expresivo en su estilo. Por esto muchos biblistas piensan que es el más antiguo. Al estar escrito en griego, y al incluir algunas expresiones arameas y su traducción, se piensa que se dirigía principalmente a un público gentil, como las comunidades de Roma a donde fue a parar Pedro.

¿Cuándo se escribió? Tal vez antes de morir Pedro, que se cree fue crucificado en Roma hacia el año 64. O quizás después, pero antes de la guerra judía, que terminó en el año 70. Podríamos datar el evangelio de Marcos entre los años 60 y 70 d.C.


Lucas

Lucas es discípulo y acompañante de Pablo. El apóstol menciona varias veces en sus cartas a un querido médico que está a su lado: Lucas. ¿Es el mismo que escribe? Muy posiblemente, porque Lucas, en los Hechos, sigue estrechamente los pasos de Pablo y su evolución.

Lucas era también un judío de la diáspora, oriundo de Antioquía. ¿De qué Antioquía? Tradicionalmente se nos ha dicho que de Siria, aunque las últimas investigaciones bíblicas apuntan a que, quizás, su origen era otra Antioquía, la de Pisidia, donde Pablo y Bernabé fundaron comunidad (Hechos 13, 14). Hablaremos de esto en otra ocasión.

También se ha dicho que Lucas era un gentil, pero su conocimiento profundo de las escrituras hebreas y de la cultura judía parece arrojar pistas en otro sentido. Los biblistas que han estudiado a fondo su obra en los últimos años apuntan a que Lucas era un judío helenista, como el mismo Pablo y Bernabé.

El hecho es que, al ser procedente del mundo helenístico, y médico, nos encontramos ante un hombre culto y con experiencia de mundo. Sabía hebreo, posiblemente arameo y también griego. Sus escritos son los más ricos en vocabulario y expresión literaria. Y, al mismo tiempo, estamos ante un judío creyente en Jesús. Ama su cultura y su tradición, pero comprende que con Jesús su fe da un salto y se abre a todo el mundo, a toda la humanidad. Esta vocación universal se refleja en su evangelio y en el libro de los Hechos.

¿Cuándo escribió su obra?

Lucas concibió su obra como un solo libro con dos partes: el evangelio, centrado en Jesús, y los hechos, centrados en las primeras comunidades y en las andanzas de los apóstoles Pedro, Pablo y otros personajes. El final del libro de los hechos, la segunda parte, termina en Roma, con san Pablo en libertad condicional, anunciando el evangelio. Por tanto, tuvo que ser escrito antes de la muerte de Pablo, hacia el 66 d.C.

Si es así, nos encontramos con un evangelio tan antiguo como Marcos. ¿O es quizás Marcos anterior a lo que se pensaba?

También es posible que Lucas acabara su libro con la llegada de Pablo a Roma, de forma deliberada, aunque lo escribiera años más tarde. En todo caso, los biblistas barajan la posibilidad de que el manuscrito fuera redactado antes del año 67 d.C.


Juan

Con el evangelio de Juan nos encontramos ante un gran enigma. ¿Fue realmente Juan, el apóstol, el hijo de Zebedeo y hermano de Santiago, el autor del cuarto evangelio?

Es realmente un escrito muy diferente a los anteriores. No sigue el mismo hilo, no recoge las parábolas ni las predicaciones que recogen los tres sinópticos. Pero en los hechos fundamentales de la vida de Jesús: la llamada en el Jordán, su pasión, muerte y resurrección, coincide con ellos.

¿Qué problemas presenta el evangelio de Juan?

En primer lugar, si Juan Zebedeo fue su autor, ¿es posible que un pescador de Galilea supiera escribir en griego para redactar una obra tan compleja y profunda?

En segundo lugar, es el único evangelio donde jamás aparece el nombre del apóstol; solo se menciona a los dos Zebedeos, como hermanos y de forma un tanto distante.

Jamás se dice quién es su autor: se habla del «discípulo amado», a quien se identifica con Juan, pero no se da nunca su nombre.

Este discípulo amado está presente en momentos cruciales de la vida de Jesús: en el Jordán, con Juan Bautista, en la boda de Caná, en la última cena, recostado sobre el pecho de Jesús, y es el único que permanece fiel y está presente al pie de la cruz, mientras los otros huyen. Allí recibe el encargo de cuidar a María, la madre de Jesús. También va al sepulcro de madrugada, avisado por María Magdalena. Llega corriendo, con Pedro, ve la tumba vacía y cree. Después lo encontramos en el mar de Galilea, pescando con Pedro, Tomás y algunos otros. Reconoce a Jesús en la orilla antes que los demás. Comparte un ágape con él y sus compañeros.

Lo último que nos dice este autor de sí mismo es esto:

Este es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni el mundo entero podría contener los libros que habría que escribir (Juan 21, 24-25).

¿Es Juan, realmente, el autor?

La discusión es amplísima y no está resuelta. Hay muchos argumentos a favor y en contra. También hay diversas hipótesis sobre la identidad de este discípulo amado. Si no es Juan, ¿quién es? Darían de si para un libro entero; lo trataremos en otra ocasión.

Lo que sí se puede deducir del escrito es lo siguiente. Los biblistas afirman que el evangelio de Juan, por su profundidad teológica y su estilo, responde a la obra de una comunidad que ha bebido del testimonio de un discípulo directo de Jesús, pero lo ha elaborado y lo ha redactado a fin de clarificar y reafirmar quién es Jesús, Dios verdadero y verdadero hombre.

¿Quién es esta comunidad? Por el estilo de griego en que está escrito, los biblistas piensan que es una comunidad de judíos de la diáspora, de Asia Menor. Tal vez Éfeso. Eusebio de Cesarea recoge las dudas que hay respecto a este tema, y explica que en Éfeso se conserva la tumba de un tal Juan, presbítero y discípulo del apóstol Juan. Este Juan, que también podría ser el autor de la segunda y tercera carta de Juan, ¿podría ser también el autor del cuarto evangelio? Por la sintonía en los temas pudiera ser.

La conclusión mayoritaria a la que se ha llegado es la siguiente. Juan no es el autor material del evangelio, pero sí una comunidad dirigida por él, quizás Éfeso, donde murió. La comunidad recoge el testimonio directo del discípulo, especialmente amado de Jesús. Por eso se explican las escenas del evangelio tan personales y directas, escritas por alguien que ha sido testigo ocular. Este testimonio se redacta y se elabora para exponer quién fue Jesús y lo más relevante de su mensaje y su vida. También se acentúa su doble naturaleza, humana y divina, quizás en reacción a las primeras tendencias heréticas que surgieron a finales del siglo I. Además, se subraya la dimensión universal de la salvación. Es un evangelio dirigido a todos, gentiles y judíos. Por tanto, podría datarse el evangelio hacia el año 90 d.C., antes de la gran persecución de Domiciano.


La fuente Q

Dicho esto, debemos hablar de la famosa fuente Q o documento Q. ¿Qué es?

Es una hipótesis que sirve para explicar las semejanzas de los evangelios de Mateo y Lucas y sus diferencias respecto al de Marcos.

¿Existe algún papiro o pergamino original de este documento? No, su existencia se supone porque tanto en Lucas como en Mateo existe una serie de enseñanzas que no aparecen en Marcos y son casi idénticas. Por tanto, los biblistas deducen que esta parte del evangelio única en Mateo y Lucas debe basarse en algunos apuntes o escrito que circulaba por las comunidades y que ambos autores usaron como fuente. Se cree que era una recopilación de dichos y obras de Jesús.

Entre otros episodios, la llamada fuente Q recoge: las diatribas de Juan Bautista contra los judíos; la tres tentaciones de Jesús, detalladas; las bienaventuranzas y el sermón de la montaña; las instrucciones a sus discípulos a la hora de evangelizar, sus invectivas contra las ciudades incrédulas y los líderes religiosos hipócritas, las parábolas del banquete y los talentos, las exhortaciones a la generosidad, al perdón fraterno, a vivir alerta y despiertos.

En conclusión

Aunque en el caso de Juan no tenemos total certeza, lo que sabemos hasta hoy y la tradición nos dan buenas razones para pensar que los autores de los cuatro evangelios son aquellos a quienes se atribuyen. Pero, sobre todo, los evangelios, al igual que los escritos del AT, son fruto del trabajo evangelizador de las comunidades. Comunidades vivas, misioneras, que guardaban como un tesoro las enseñanzas de Jesús y pusieron todo su empeño en transmitirlas. Gracias a su esfuerzo y a su entusiasmo este gran tesoro ha llegado hasta nosotros hoy. La coincidencia tan grande entre los tres evangelios sinópticos y la pasión y sinceridad con que está escrito el de Juan nos acercan a las mismas palabras pronunciadas por Jesús. ¡Qué don tan grande! La mejor forma de agradecerlo es continuar su tarea y seguir transmitiendo esta buena noticia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario