El hebreo
Todos sabemos que la primera Biblia se escribió en hebreo.
Para los judíos es la Escritura sagrada, o TANAK, y para los cristianos es una
parte de nuestra Biblia, lo que llamamos Antiguo Testamento.
El hebreo es una lengua semítica, prima hermana del árabe,
el arameo y otras lenguas antiguas, como el acadio o el amorita. Sí, los
famosos asirios y babilonios, conquistadores y enemigos de Israel, también eran
pueblos semitas.
Lo interesante del hebreo es que se escribe con un alfabeto,
y no con jeroglíficos o caracteres cuneiformes, que fueron las formas de
escritura predominantes durante milenios en el antiguo Oriente Próximo. Y el
alfabeto es un invento sencillamente genial.
El invento del alfabeto
Las escrituras jeroglíficas o cuneiformes empleaban signos para
designar palabras o ideas; con lo cual un escriba tenía que aprender cientos,
miles de signos. La escritura estaba al alcance de unos pocos, era un oficio
sagrado y al servicio de los privilegiados.
Pero el alfabeto sigue otro sistema: cada sonido está
representado por un signo. Y con unos pocos signos, entre 20 y 30, puedes
formar todas las palabras de una lengua. Es decir, que una persona sólo
necesita aprender estos veintitantos signos y ya puede escribir.
¿Quién inventó el alfabeto? No se sabe con certeza. Una
tesis dice que fueron los artesanos que trabajaban en las minas de cobre del
Sinaí: eran hebreos (semitas), y estaban al servicio del faraón de Egipto.
Inventaron este sistema de escritura por razones prácticas, quizás para
contabilizar su producción, o para transmitir mensajes rápidos.
Otra tesis, avalada por los estudios arqueológicos más
recientes, sostiene que sus inventores fueron los empresario y mercaderes de
Ugarit y las ciudades fenicias. Estas gentes comerciaban con todo el mundo: eran
el puente entre Mesopotamia y el Mediterráneo, y recibían pedidos con
inventarios escritos en múltiples lenguas.
Tenían que saber leer los jeroglíficos egipcios, los signos
cuneiformes asirios y babilonios, y otros. Al final, decidieron inventar un sistema
más práctico que les permitiera escribir con unos pocos signos todos los
idiomas: así nació el alfabeto. El invento fue tan exitoso que pronto lo
adoptaron diferentes pueblos.
De este primitivo alfabeto fenicio se derivan todos los
alfabetos antiguos y actuales: el hebreo, el griego, el latino, incluso las
runas nórdicas se inspiran en él.
Como podéis imaginar, la expansión del alfabeto revolucionó
el mundo antiguo. Aunque la profesión de escriba siguió siendo privilegiada,
muchas más gentes comenzaron a leer y a escribir y, por tanto, a comprender los
textos sagrados, los códigos legales y otros textos. La alfabetización había
llegado y trajo consigo una expansión de la cultura y la literatura.
Lengua sagrada
Los hebreos consideraban que su lengua era sagrada, porque
era la lengua de Dios. En hebreo, Dios había creado el mundo, con su sola
palabra. Por tanto, las letras no sólo expresaban sonidos y palabras, sino una
realidad mucho más profunda. Los estudiosos judíos han encontrado toda clase de
significados ocultos, secretos y místicos en su lengua.
No entraremos más a fondo en este tema, pero baste saber que
el hebreo, para sus hablantes, no era una lengua más, sino una lengua muy
especial y única entre todas las del mundo. Por eso traducir la Biblia, la
Escritura Sagrada, es casi como profanar la palabra de Dios. Y por eso todo
buen judío estudia sus escrituras en su idioma original.
No obstante, con el paso del tiempo y por razones prácticas,
la Biblia acabó traduciéndose. En otros vídeos hemos hablado cómo los mismos
judíos de la diáspora, en Egipto, decidieron traducirla al griego, dando lugar
a la famosa Septuaginta o Biblia de los LXX.
Cuando el hebreo cayó en desuso y la población judía hablaba
en su mayoría arameo, en la época del post-exilio (siglo V a.C. y después),
muchos pasajes de la Biblia se tradujeron también al arameo. Era natural,
si querían que el mensaje llegara a todas las gentes.
Las lenguas vernáculas
A partir del siglo I de nuestra era comenzaron a hacerse
versiones de la Biblia, en especial del Nuevo Testamento, en lenguas
vernáculas, es decir, las lenguas que hablaba la gente común.
La conocida Vulgata de san Jerónimo fue un intento de
unificar todas las versiones latinas en una que fuera rica, fiel a los textos y
que pudiera ser utilizada por todas las iglesias cristianas. La Vulgata fue la
base de todas las Biblias medievales en Europa.
¿Cuáles fueron las primeras? Veamos algunas:
· La Biblia en copto, traducida al copto en el siglo III.
· La Biblia gótica, traducida al gótico por Ulfilas en el siglo IV.
· La Biblia en armenio, traducida al armenio en el siglo V.
· La Biblia en etíope, traducida al ge'ez en el siglo V.
· La Biblia en siriaco, traducida al siriaco en el siglo V.
· La Biblia en georgiano, traducida al georgiano en el siglo V.
· La Biblia en árabe, traducida al árabe en el siglo IX.
· La Biblia de Wycliffe, traducida al inglés medio por John Wycliffe y sus seguidores en el siglo XIV.
· La Biblia de Gutenberg, la primera Biblia impresa en Europa utilizando la técnica de la imprenta, en 1455.
· La Biblia de Lutero, la primera Biblia completa traducida al alemán moderno, publicada en 1534.
· La Biblia de Casiodoro de Reina, la primera Biblia completa traducida al castellano, publicada en 1569.
· La Biblia del rey Jacobo I, la primera Biblia completa en inglés autorizada por el gobierno, publicada en 1611.
Censura y persecución
Podríamos hablar de los desafíos que afrontaron algunos
traductores de la Biblia, hasta llegar incluso ser perseguidos y muertos por orden
de la Iglesia. Casiodoro de Reina tuvo que huir de España, acosado por
la Inquisición. William Tyndale (1494-1536), traductor de la Biblia al
inglés, tuvo que huir a Bruselas, donde fue encarcelado y murió en la hoguera. Parece
mentira, pero la Iglesia, durante siglos, mantuvo el conocimiento de las
Escrituras como algo vedado para el pueblo, exclusivo para el alto clero y los
nobles y reyes. Esto cambió en el siglo XVI, con la revolución Protestante y la
gran reforma que emprendió la Iglesia tras el Concilio de Trento. Será tema,
quizás, para otros vídeos.
La imprenta
La imprenta permitió producir muchos libros en menor tiempo
y de forma mucho más económica: de pronto, Europa se vio inundada de libros
impresos. La imprenta contribuyó a la difusión de la Biblia en múltiples
idiomas. Comprar un libro seguía siendo caro, pero ya no inalcanzable, como
había sucedido con los códices antiguos.
Pensadlo sólo un instante. Producir un códice de cientos de
páginas requería un coste material y un trabajo enorme. Tanto el pergamino como
los tintes y los colores (si había miniaturas) eran muy costosos. Después se
requería el trabajo paciente y minucioso de los escribas e ilustradores, que
podían pasar meses y hasta años elaborando un códice. El coste final era
exorbitante. Imaginad, traducido a cifras actuales, un libro que cueste 30 000
euros, o 50 000 dólares. ¡Sólo los reyes, los obispos y los nobles ricos podían
permitirse tener unos cuantos en su biblioteca! Si un rey acumulaba cien o
doscientos volúmenes en su palacio, ya podía considerarse dueño de una gran
colección.
La imprenta acabó con esto. La creciente burguesía urbana y
la alfabetización cada vez más extendida permitieron que muchas personas
pudieran acceder a la lectura y a las Escrituras Sagradas.
Por dar un ejemplo, santa Teresa, hija de una familia de clase media, no muy adinerada, era muy aficionada a los libros. Ella misma lo explica en sus memorias: no estaba contenta si no caía en sus manos un libro nuevo, y en su casa pudo disfrutar de unos cuantos. También en los conventos había bibliotecas donde los religiosos podían leer e ilustrarse. Por supuesto, las universidades eran otro lugar donde se comenzaron a acumular los volúmenes.
Biblias en castellano
Centrándonos en España, veamos cuáles fueron las primeras
Biblias en nuestro idioma, el castellano.
La Biblia Alfonsina
La más antigua es la llamada Biblia Alfonsina, escrita en tiempos del rey Alfonso X el Sabio de Castilla (1221-1284), en el siglo XIII. El rey ordenó una traducción, a partir de la Vulgata Latina, al romance. Sus copistas se basaron también en la Biblia griega de los LXX, de modo que hicieron un gran trabajo de edición. Se publicó en el 1280, aunque su difusión fue, obviamente, limitada.
Casiodoro de la Reina y la Biblia del Oso
Casiodoro de Reina, religioso jerónimo extremeño nacido
en Montemolín, Badajoz, quiso hacer una traducción basada en los textos hebreo
y griego, aunque también tomó como referencia la Vulgata. Acusado de ser
simpatizante de los luteranos, fue perseguido por la Inquisición y tuvo que
huir de España. Vivió en Suiza y en Inglaterra, donde fue pastor de una
comunidad. Finalmente, acabó en Amberes, donde, con ayuda de su compañero, el
también ex jerónimo Cipriano de Valera, acabó su trabajo de traducción, hasta
completar la Biblia en castellano. Se la conoce como “La Biblia del Oso” porque
en la cubierta de la primera edición figura un oso alimentándose de un panal de
miel. Se publicó en 1569 y la edición fue de 2600 ejemplares, una cifra alta
para la época.
Esta Biblia tuvo un enorme impacto. Durante siglos, casi todas
las ediciones castellanas de la Biblia se han basado en su versión, también
conocida como Reina-Valera.
Aún hoy, si buscáis textos de la Biblia por Internet, una de las versiones que encontraréis con mayor frecuencia será esta.
Biblias en catalán: las pioneras en romance
Las primeras Biblias en romance, después de la Biblia
Alfonsina, las debemos a otro rey Alfonso, el Magnánimo. Un gran amante de la
cultura y las artes, mecenas de artistas, literatos y músicos.
La Biblia de Alfonso el Magnánimo
Alfonso V el Magnánimo (1416-1458), rey de Aragón y de Nápoles, encargó la traducción de la Biblia al catalán y al valenciano en el siglo XV. La traducción al catalán se conoce como "Biblia de Perpinyà" y la traducción al valenciano como "Biblia dels Borja". Ambas son consideradas como las primeras traducciones completas de la Biblia a lenguas romances.
¿Por qué la Biblia traducida al
valenciano se llama "dels Borja"?
La Biblia en valenciano, también conocida como la "Biblia de los Borja" o "dels Borja", se debe al mecenazgo de la familia Borja (o Borgia en italiano). A esta familia perteneció el primer papa español, el valenciano Alfonso de Borja, que tomó el nombre de Calixto III. El Papa Calixto III apoyó la traducción de la Biblia al valenciano y la impresión de una edición en 1478 en Valencia. Por esta razón, la Biblia en valenciano a menudo se conoce como "de los Borja" o “dels Borja”, en catalán. Por cierto, su traductor fue Bonifacio Ferrer, religioso y hermano de otro fraile célebre, san Vicente Ferrer.
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