Son muchos los que afirman que la Biblia cristiana, tal como hoy la conocemos, es un invento del emperador Constantino y los papas de Roma, o incluso un apaño posterior, de tiempos medievales. No faltan quienes niegan la autenticidad de los evangelios y consideran que son escritos tardíos, muy manipulados por la Iglesia. Pero lo cierto es que los escritos del Nuevo Testamento son excepcionales. Conservamos copias escritas de una antigüedad sorprendente. Y no, no son un invento de Constantino ni de los papas. Vamos a descubrirlo.
Un primitivo canon
Sabemos que los evangelios se escribieron entre finales del siglo I y el siglo II de nuestra era, apenas unas décadas después de la muerte de Jesús.
También sabemos que hacia finales del siglo II las comunidades cristianas ya poseían un conjunto de escrituras consideradas inspiradas. El canon todavía no estaba fijado, pero el conjunto era similar. Entre ellas se incluían:
- El Antiguo Testamento, la escritura sagrada judía, en su versión griega, la Septuaginta o LXX.
- Los 4 evangelios canónicos.
- Las cartas apostólicas: Pedro, Juan, Santiago y Judas.
- Las cartas paulinas.
Además, había otros escritos. Algunos se incluyeron en el canon, como el Apocalipsis, y otros no están en el canon actual, pero en la antigüedad gozaban de mucho prestigio y eran valorados, como la epístola de Bernabé, el Pastor de Hermas y otros libros del Antiguo Testamento, los llamados apócrifos o deuterocanónicos, como Macabeos 3 y 4 y el libro de Enoc.
Hoy hablaremos de los manuscritos más antiguos conservados. Los
más antiguos, sin duda, son los papiros.
Papiros
El papiro es un material idóneo para escribir, pero
perecedero. Con el paso de los siglos se desintegra o se pudre. Sólo se han
conservado papiros en lugares muy secos, como Egipto, donde las condiciones
climáticas han favorecido su preservación.
Los papiros que se conservan contienen fragmentos del Nuevo
Testamento muy antiguos. Los principales estudiados son unos 118.
Los más célebres pertenecen a la Colección Bodmer,
conservada en Ginebra (Suiza), los de la Colección Chester Beatty, en Dublín
(Irlanda) y los de la Colección John Rylands, en la Universidad de Manchester
(UK).
Vamos a examinar los siete papiros más interesantes por su
contenido y antigüedad.
Papiro 45
https://web.espejodelevangelio.com/papiro-p45/
Son 30 hojas de un original que debió tener unas 200.
Está datado entre los años 150-250 (siglos II o III).
Contiene fragmentos de los cuatro evangelios en este
orden: Mateo, Juan, Lucas y Marcos, y un fragmento de los Hechos.
Pertenece a la Colección Chester Beatty.
Papiro 46
https://web.espejodelevangelio.com/papiro-p46/
Es el papiro paulino: contiene buena parte de las
epístolas de san Pablo: Romanos, Hebreos, las dos de los Corintios, Efesios,
Gálatas, Filipenses, Colosenses y 1 Tesalonicenses.
Consta de 86 hojas de un original que quizás tuvo 104.
Está datado entre los años 180-200 d.C., aunque algunos
autores lo sitúan hacia el 85. Si fuera así, sería el papiro más antiguo de
todos.
Pertenece a la colección Chester Beatty.
Papiro 47
https://web.espejodelevangelio.com/papiro-p47/
Contiene varios fragmentos del Apocalipsis, de los
capítulos 9 al 17.
Se conservan unas 10 hojas.
Es de mediados del siglo III.
Papiro 48
https://web.espejodelevangelio.com/papiro-p48/
Este es el papiro de los Hechos. Se conservan
fragmentos de los capítulos 23, 11-17 y del 25 al 29 de Hechos.
Este papiro es muy antiguo, de finales del siglo II, y su
texto sigue la misma versión que el llamado “texto occidental”, es decir, el
códice Beza. Es el testimonio más antiguo que conservamos de este libro.
Papiro 75
Contiene parte de los evangelios de Lucas (capítulos
3 al 24) y de Juan (1 al 15). Pertenece a la colección Bodmer,
conservada en Ginebra. Las 51 hojas conservadas pertenecían a un códice uncial,
escrito con mayúsculas.
Su texto coincide en mucho con el llamado texto alejandrino,
que es el que sigue el Códice Vaticano.
Papiro 52
https://web.espejodelevangelio.com/papiro-p52/
El más antiguo de todos, datado hacia el año 125 d.C. Se
conserva en la Universidad de Manchester, dentro de la colección John Rylands.
Contiene dos fragmentos de Juan, 18, 31-33 y 37-38. Es
apenas un pedacito, pero demuestra que el evangelio de Juan, lejos de ser una
obra tardía, es tan antiguo como los otros. Debió escribirse, como muy tarde,
hacia los años 80-90 de nuestra era, o antes.
Papiro 67
Se conserva en el monasterio de Montserrat, forma parte de
la colección Roca i Puig, y es del siglo II. Fue comprado en Egipto a un
vendedor de antigüedades y los expertos lo relacionan con el papiro 64, que se
conserva en París. Parece que ambos papiros formaron parte de un códice uncial
a dos columnas, que contenía la totalidad del evangelio de Mateo. Es uno de los
más antiguos. El papiro de Montserrat muestra unos fragmentos de los capítolos
3 y 5 de Mateo.
Códices
Se conservan unos 300 códices o libros que contienen el Nuevo Testamento. Los más importantes, por su buen estado de conservación y su calidad, son:
- El Códice Alejandrino.
- El Códice Sinaítico.
- El Códice Vaticano.
- El Códice Beza.
Códice alejandrino (A)
https://web.espejodelevangelio.com/codice-alejandrino/
Hallado en Alejandría, el patriarca de Constantinopla se lo
llevó a su ciudad en 1621. Posteriormente lo regaló al rey Carlos I de
Inglaterra. Actualmente este códice se encuentra en el Museo Británico.
Tiene 744 páginas: todo el AT y el NT, con algunas lagunas.
Además de las cartas apostólicas y paulinas, incluye las cartas de Clemente de
Roma.
Códice Sinaítico (S01)
Fue encontrado en 1848 en el monasterio ortodoxo de Santa
Catalina del Sinaí, por un joven arqueólogo alemán, Konstantin
von Tischendorf. Por cierto, además de este códice, salvó de la quema una
serie de manuscritos bíblicos que los monjes iban a destinar como combustible
para una estufa de leña.
Los monjes del monasterio le permitieron copiar el códice,
fascículo a fascículo, durante un periodo de dos meses. Finalmente, al morir el
abad, y aprovechando el vacío de autoridad, Tischendorf logró convencerlos de
que regalaran el códice al zar de Rusia, su mecenas, como gesto de
reconocimiento a la Iglesia oriental.
Los monjes así lo hicieron. Pero con la revolución rusa de
1917, el nuevo gobierno soviético perdió todo interés por aquel códice.
Buscando obtener dinero de donde fuera, lo vendieron por partes a cambio de sustanciosas
cantidades. Una parte fue a parar al Museo Británico, donde sigue hasta el día
de hoy. Las otras están repartidas entre la biblioteca de la universidad de
Leipzig, la Biblioteca Nacional Rusa en San Petersburgo y en el mismo
monasterio de Santa Catalina.
El códice Sinaítico
es excepcional. Comprende toda la Biblia: el AT y el NT prácticamente completos.
El AT sigue la versión de los LXX. El NT incluye la epístola de Bernabé y el
Pastor de Hermas, dos escritos cristianos de la antigüedad muy valorados en los
primeros siglos de nuestra era.
El códice está datado a mediados del siglo IV (ca. 350 d.C.)
y el texto del NT se aproxima más a la
versión del códice Beza.
Códice Vaticano (B03)
Se encuentra en la Biblioteca Vaticana.
Cuando se hizo el primer catálogo de libros en 1481, ya estaba allí. Es un
códice con el NT completo, aunque faltan algunas páginas: el principio del
Génesis y los capítulos finales de Hechos. En cuanto a las cartas paulinas,
faltan 1 Timoteo, Tito y Filemón. Tampoco incluye el Apocalipsis.
Se conservan 759 hojas, 142 de las cuales pertenecen al NT.
La mayoría de biblias actuales se basan en este
códice. Escrito en letra uncial o mayúscula, en griego, el AT sigue la versión
de la Septuaginta, mientras que el NT sigue una versión del texto llamada
alejandrina.
Códice Beza (D05)
De él ya hemos hablado en otros capítulos. Es un texto bilingüe: en griego y latín. Contiene los
cuatro evangelios en el orden antiguo: Mateo, Juan, Lucas y Marcos, más una
buena parte del libro de los Hechos y parte de la tercera carta de Juan. Falta
un libreto, donde seguramente estuvieron las cartas apostólicas (cabrían
perfectamente). No incluye las cartas paulinas ni el apocalipsis.
El texto
del Beza es una versión muy antigua, la que circulaba en las comunidades
asiáticas en tiempos de san Ireneo, siglo II. De Asia Menor pasó a Lyon,
Francia, donde fue utilizado por la primitiva comunidad cristiana y más tarde permaneció
olvidado durante siglos hasta su redescubrimiento en 1562 por parte de Teodoro
de Beza.
El griego del códice Beza es más arcaico que el de los otros
códices conservados y, en el caso de Lucas y los Hechos, el texto es un 10 %
más extenso que en otras versiones. Es allí donde presenta más variantes
respecto a los otros códices.
Según Josep Rius-Camps y los biblistas que lo han estudiado a
fondo, se trata posiblemente de la versión más antigua que conservamos, a día
de hoy, de los textos del NT.