sábado, 26 de octubre de 2024

Los manuscritos más antiguos de la Biblia

Son muchos los que afirman que la Biblia cristiana, tal como hoy la conocemos, es un invento del emperador Constantino y los papas de Roma, o incluso un apaño posterior, de tiempos medievales. No faltan quienes niegan la autenticidad de los evangelios y consideran que son escritos tardíos, muy manipulados por la Iglesia. Pero lo cierto es que los escritos del Nuevo Testamento son excepcionales. Conservamos copias escritas de una antigüedad sorprendente. Y no, no son un invento de Constantino ni de los papas. Vamos a descubrirlo.

Un primitivo canon

Sabemos que los evangelios se escribieron entre finales del siglo I y el siglo II de nuestra era, apenas unas décadas después de la muerte de Jesús. 

También sabemos que hacia finales del siglo II las comunidades cristianas ya poseían un conjunto de escrituras consideradas inspiradas. El canon todavía no estaba fijado, pero el conjunto era similar. Entre ellas se incluían:

-      El Antiguo Testamento, la escritura sagrada judía, en su versión griega, la Septuaginta o LXX.

-      Los 4 evangelios canónicos.

-      Las cartas apostólicas: Pedro, Juan, Santiago y Judas.

-      Las cartas paulinas.

Además, había otros escritos. Algunos se incluyeron en el canon, como el Apocalipsis, y otros no están en el canon actual, pero en la antigüedad gozaban de mucho prestigio y eran valorados, como la epístola de Bernabé, el Pastor de Hermas y otros libros del Antiguo Testamento, los llamados apócrifos o deuterocanónicos, como Macabeos 3 y 4 y el libro de Enoc.

Hoy hablaremos de los manuscritos más antiguos conservados. Los más antiguos, sin duda, son los papiros.

Papiros

El papiro es un material idóneo para escribir, pero perecedero. Con el paso de los siglos se desintegra o se pudre. Sólo se han conservado papiros en lugares muy secos, como Egipto, donde las condiciones climáticas han favorecido su preservación.

Los papiros que se conservan contienen fragmentos del Nuevo Testamento muy antiguos. Los principales estudiados son unos 118.

Los más célebres pertenecen a la Colección Bodmer, conservada en Ginebra (Suiza), los de la Colección Chester Beatty, en Dublín (Irlanda) y los de la Colección John Rylands, en la Universidad de Manchester (UK).

Vamos a examinar los siete papiros más interesantes por su contenido y antigüedad.

Papiro 45

https://web.espejodelevangelio.com/papiro-p45/

Son 30 hojas de un original que debió tener unas 200.

Está datado entre los años 150-250 (siglos II o III).

Contiene fragmentos de los cuatro evangelios en este orden: Mateo, Juan, Lucas y Marcos, y un fragmento de los Hechos.

Pertenece a la Colección Chester Beatty.


Papiro 46

https://web.espejodelevangelio.com/papiro-p46/

Es el papiro paulino: contiene buena parte de las epístolas de san Pablo: Romanos, Hebreos, las dos de los Corintios, Efesios, Gálatas, Filipenses, Colosenses y 1 Tesalonicenses.

Consta de 86 hojas de un original que quizás tuvo 104.

Está datado entre los años 180-200 d.C., aunque algunos autores lo sitúan hacia el 85. Si fuera así, sería el papiro más antiguo de todos.

Pertenece a la colección Chester Beatty.


Papiro 47

https://web.espejodelevangelio.com/papiro-p47/

Contiene varios fragmentos del Apocalipsis, de los capítulos 9 al 17.  

Se conservan unas 10 hojas.

Es de mediados del siglo III.


Papiro 48

https://web.espejodelevangelio.com/papiro-p48/

Este es el papiro de los Hechos. Se conservan fragmentos de los capítulos 23, 11-17 y del 25 al 29 de Hechos.

Este papiro es muy antiguo, de finales del siglo II, y su texto sigue la misma versión que el llamado “texto occidental”, es decir, el códice Beza. Es el testimonio más antiguo que conservamos de este libro.


Papiro 75

Contiene parte de los evangelios de Lucas (capítulos 3 al 24) y de Juan (1 al 15). Pertenece a la colección Bodmer, conservada en Ginebra. Las 51 hojas conservadas pertenecían a un códice uncial, escrito con mayúsculas.

Su texto coincide en mucho con el llamado texto alejandrino, que es el que sigue el Códice Vaticano.


Papiro 52

https://web.espejodelevangelio.com/papiro-p52/

El más antiguo de todos, datado hacia el año 125 d.C. Se conserva en la Universidad de Manchester, dentro de la colección John Rylands.

Contiene dos fragmentos de Juan, 18, 31-33 y 37-38. Es apenas un pedacito, pero demuestra que el evangelio de Juan, lejos de ser una obra tardía, es tan antiguo como los otros. Debió escribirse, como muy tarde, hacia los años 80-90 de nuestra era, o antes.


Papiro 67

Se conserva en el monasterio de Montserrat, forma parte de la colección Roca i Puig, y es del siglo II. Fue comprado en Egipto a un vendedor de antigüedades y los expertos lo relacionan con el papiro 64, que se conserva en París. Parece que ambos papiros formaron parte de un códice uncial a dos columnas, que contenía la totalidad del evangelio de Mateo. Es uno de los más antiguos. El papiro de Montserrat muestra unos fragmentos de los capítolos 3 y 5 de Mateo.

Mt 3,9.15, 5,20-22 y 25-28.


Códices

Se conservan unos 300 códices o libros que contienen el Nuevo Testamento. Los más importantes, por su buen estado de conservación y su calidad, son:

-      El Códice Alejandrino.

-      El Códice Sinaítico.

-      El Códice Vaticano.

-      El Códice Beza.

Códice alejandrino (A)

https://web.espejodelevangelio.com/codice-alejandrino/

Hallado en Alejandría, el patriarca de Constantinopla se lo llevó a su ciudad en 1621. Posteriormente lo regaló al rey Carlos I de Inglaterra. Actualmente este códice se encuentra en el Museo Británico.

Tiene 744 páginas: todo el AT y el NT, con algunas lagunas. Además de las cartas apostólicas y paulinas, incluye las cartas de Clemente de Roma.


Códice Sinaítico (S01)

Fue encontrado en 1848 en el monasterio ortodoxo de Santa Catalina del Sinaí, por un joven arqueólogo alemán, Konstantin von Tischendorf. Por cierto, además de este códice, salvó de la quema una serie de manuscritos bíblicos que los monjes iban a destinar como combustible para una estufa de leña.

Los monjes del monasterio le permitieron copiar el códice, fascículo a fascículo, durante un periodo de dos meses. Finalmente, al morir el abad, y aprovechando el vacío de autoridad, Tischendorf logró convencerlos de que regalaran el códice al zar de Rusia, su mecenas, como gesto de reconocimiento a la Iglesia oriental.

Los monjes así lo hicieron. Pero con la revolución rusa de 1917, el nuevo gobierno soviético perdió todo interés por aquel códice. Buscando obtener dinero de donde fuera, lo vendieron por partes a cambio de sustanciosas cantidades. Una parte fue a parar al Museo Británico, donde sigue hasta el día de hoy. Las otras están repartidas entre la biblioteca de la universidad de Leipzig, la Biblioteca Nacional Rusa en San Petersburgo y en el mismo monasterio de Santa Catalina.

El códice Sinaítico es excepcional. Comprende toda la Biblia: el AT y el NT prácticamente completos. El AT sigue la versión de los LXX. El NT incluye la epístola de Bernabé y el Pastor de Hermas, dos escritos cristianos de la antigüedad muy valorados en los primeros siglos de nuestra era.

El códice está datado a mediados del siglo IV (ca. 350 d.C.) y el texto del  NT se aproxima más a la versión del códice Beza.


Códice Vaticano (B03)

Se encuentra en la Biblioteca Vaticana. Cuando se hizo el primer catálogo de libros en 1481, ya estaba allí. Es un códice con el NT completo, aunque faltan algunas páginas: el principio del Génesis y los capítulos finales de Hechos. En cuanto a las cartas paulinas, faltan 1 Timoteo, Tito y Filemón. Tampoco incluye el Apocalipsis.

Se conservan 759 hojas, 142 de las cuales pertenecen al NT.

La mayoría de biblias actuales se basan en este códice. Escrito en letra uncial o mayúscula, en griego, el AT sigue la versión de la Septuaginta, mientras que el NT sigue una versión del texto llamada alejandrina.



Códice Beza (D05)

De él ya hemos hablado en otros capítulos. Es un texto bilingüe: en griego y latín. Contiene los cuatro evangelios en el orden antiguo: Mateo, Juan, Lucas y Marcos, más una buena parte del libro de los Hechos y parte de la tercera carta de Juan. Falta un libreto, donde seguramente estuvieron las cartas apostólicas (cabrían perfectamente). No incluye las cartas paulinas ni el apocalipsis.

El texto del Beza es una versión muy antigua, la que circulaba en las comunidades asiáticas en tiempos de san Ireneo, siglo II. De Asia Menor pasó a Lyon, Francia, donde fue utilizado por la primitiva comunidad cristiana y más tarde permaneció olvidado durante siglos hasta su redescubrimiento en 1562 por parte de Teodoro de Beza.

El griego del códice Beza es más arcaico que el de los otros códices conservados y, en el caso de Lucas y los Hechos, el texto es un 10 % más extenso que en otras versiones. Es allí donde presenta más variantes respecto a los otros códices.

Según Josep Rius-Camps y los biblistas que lo han estudiado a fondo, se trata posiblemente de la versión más antigua que conservamos, a día de hoy, de los textos del NT.

sábado, 19 de octubre de 2024

La Hexapla de Orígenes

¿Cuál es la versión más antigua que conservamos de la Biblia hebrea? ¿De qué siglo es? ¿Era muy diferente de las versiones canónicas posteriores? ¿En qué versión se basan nuestras Biblias actuales?  

En este estudio trataremos de una obra monumental de la antigüedad cristiana: la Hexapla de Orígenes.

Hexapla es un nombre griego que significa “Seis partes”; y Orígenes fue uno de los primeros padres de la Iglesia, un teólogo de mente brillante y corazón profundo que escribió numerosos tratados y buceó en el misterio de Dios. Orígenes comprendió la importancia de conocer bien las Sagradas Escrituras pero, al mismo tiempo se dio cuenta de que circulaban muchas versiones, algunas incompletas, con errores o discrepancias unas respecto a otras. Vio la necesidad de poner orden y aclarar, de ahí que emprendiera su magna obra, considerada el primer estudio crítico y comparativo de la Biblia en la antigüedad.


La Hexapla

Orígenes emprendió su tarea con mucha paciencia y dedicación. Tomó seis versiones del Antiguo Testamento y las escribió en seis columnas, para poder compararlas y extraer de ellas conclusiones que le permitieran conocer mejor el auténtico sentido de los textos.

Las seis columnas de la Hexapla

  1. La primera era la versión que entonces circulaba sobre el texto hebreo, la más difundida.
  2. La segunda era una transcripción literal del texto hebreo en caracteres griegos.
  3. La tercera era una traducción al griego de Áquila de Sinope, un prosélito judío convertido al cristianismo y después al judaísmo. Intentó hacer una versión lo más fiel posible al texto hebreo, aún a costa de sacrificar la gramática y el estilo. En su tiempo fue una versión muy valorada por su fidelidad, aunque resultara un tanto rígida y difícil de lectura para los no conocedores de la lengua hebrea.
  4. La cuarta columna era otra versión griega, de Símaco, del que poco se sabe. Algunos autores dicen que era ebionita, una secta judeocristiana que propugnaba la pobreza; otros dicen que era un samaritano converso a la fe en Jesús. Símaco era un hombre culto y prefirió que su traducción fuera más fluida y apta para ser comprendida por los lectores gentiles. San Jerónimo la elogió por su elegancia, pero criticó algunas licencias que se permitió al traducir.
  5. La quinta columna era el texto de la Septuaginta o Biblia de los LXX. La conocemos bien, era la versión que utilizaban los judíos de la Diáspora de habla griega, y la que manejaban los autores del NT.
  6. La sexta era la versión griega de Teodoción, otro prosélito griego convertido al judaísmo, según Eusebio de Cesarea procedía de Éfeso. Su traducción se acercaba más a la Septuaginta. 

¿Conservamos algún original o ejemplar de la Hexapla?

No, por desgracia. Pero conocemos la obra porque fue muy citada por los padres de la Iglesia y en otros manuscritos se transcriben fragmentos de esta obra. A finales del siglo XIX por fin se descubrieron varios fragmentos, uno de ellos en un palimpsesto. Un palimpsesto es un documento manuscrito que se ha borrado para sobreescribir encima. Pero como la tinta nunca desaparece del todo, con las técnicas adecuadas es posible recuperar el texto original.

Hasta los tiempos modernos, la Hexapla de Orígenes ha sido la única obra de estudio comparativo y crítico de la Biblia, base del trabajo de muchos autores posteriores a él.

¿Qué pretendía Orígenes?

Quería desvelar el sentido original de las escrituras comparando los escritos. Teniendo como referencia el texto hebreo, lo fue comparando con las traducciones griegas e ideó un sistema de signos:

  • En la columna de la Septuaginta escribió unos signos.
  • Allí donde faltaba un texto que sí aparecía en la versión hebrea, ponía un asterisco. *
  • Allí donde la versión griega tenía una frase que no aparecía en la hebrea, ponía un obelos u obelisco. #
Según Orígenes, este fragmento añadido era dudoso y cabía cuestionar su autoridad. Orígenes partía del principio que el texto auténtico era el hebreo y que los traductores de la Septuaginta pusieron algo de su cosecha propia, por las razones que fuera.


 

Texto y contexto

Hoy los biblistas discrepan del método de Orígenes. Los LXX es una traducción antigua, realizada en el s. III a.C. por judíos de la Diáspora que sabían lo que hacían. El texto hebreo que utilizó Orígenes, ya entrado el siglo III d.C. y posterior a la Septuaginta, no tenía por qué ser necesariamente el más auténtico. Simplemente ambas versiones reflejaban un punto de vista diferente del escriba, y también un contexto diferente.

Pongamos un ejemplo actual.

Hoy se publican muchísimas Biblias, y cada versión es diferente respecto a las otras. No cambia el mensaje ni el sentido esencial, pero sí la expresión. ¿Por qué? Porque los editores piensan en su público lector. No es igual una Biblia en castellano para hispanoamericanos que la Biblia en castellano de España. Hay expresiones, verbos y matices, vocabulario que para los lectores de América resultan más familiares; en cambio, a los lectores de España no tanto. El ejemplo más claro es el uso de vosotros y ustedes.

Lo mismo sucede cuando se quiere editar una Biblia para niños: el contenido básico no cambia, pero sí la expresión. Y muchas veces, en este caso, se omiten capítulos o fragmentos que se consideran poco aptos para menores.

De la misma manera, en la antigüedad, cuando se traducían las Sagradas Escrituras el editor o escriba procuraba dos cosas:

Una: mantener la fidelidad al texto antiguo.

Dos: hacerlo comprensible a sus lectores. De ahí la traducción y la adaptación de algunas frases o expresiones.

Como no hay dos autores iguales, lógicamente cada manuscrito o códice difería de otros. Esto, sin contar con los posibles errores de transcripción, que a veces podían alterar nombres o incluso frases.


¿Qué importancia tiene esto?

Las variantes en los textos bíblicos son muy interesantes porque reflejan el contexto del escrito: de su autor, de sus receptores, del mundo y de la vida cristiana en un momento histórico. Dicho esto, hay que decir que todas estas variantes no alteran el significado fundamental del texto bíblico. Aunque a veces aportan matices diferentes, o incluso información diversa, en lo esencial, el mensaje es el mismo. Y esto hay que tenerlo en cuenta.

Veamos otra imagen. Pensad en un coro de muchas voces. Todos los cantantes entonan la misma melodía, pero cada cual su tonalidad, su timbre de voz, su matiz peculiar. No hay dos iguales. Esto sucede con las diferentes versiones de la Biblia. Todas cantan la misma canción, todas entonan el mismo himno, pero cada una lo hace con su propia voz.

El conjunto es unitario, armónico y hermoso. Lo que canta uno, lo cantan todos. Las diferencias no son un problema, sino una riqueza. Como dicen los biblistas, la Sagrada Escritura está inspirada por Dios, pero escrita por mano de hombre. La melodía es divina, las voces son humanas.


sábado, 12 de octubre de 2024

¿Estuvo San Pablo en España?

¿Vino San Pablo a Hispania? ¿Pisó el apóstol de los gentiles las tierras españolas, tal como era su intención, según leemos en la carta a los romanos? ¿O es sólo la expresión de un deseo, o una hipótesis sin fundamento? ¿Qué dicen a esto los historiadores de la Iglesia? ¿Tenemos alguna prueba fiable de su paso por la Hispania romana?

Vamos a explorar la hipótesis, los argumentos a favor y los argumentos en contra, e intentaremos dilucidar qué podemos saber, o qué podemos suponer.

Lo que sí es cierto es una cosa: hay una ciudad de España cuya patrona es una santa que fue discípula aventajada de Pablo. La ciudad es Tarragona y la santa es Tecla de Iconio. ¿Tiene esto algo que decirnos?

Argumentos a favor

Una serie de teólogos e investigadores creen que, efectivamente, Pablo llegó a España y llevó a cabo una tarea evangelizadora en diversos lugares. Estos son los argumentos que podrían probar esta hipótesis.

1.     El argumento psicológico: Pablo era un hombre de palabra y de voluntad firme. Si decía que quería hacer algo, removería cielos y tierra para llevar adelante su plan. La intención está expresada en las cartas. En Romanos 15, 23-24 Pablo afirma directamente: ...Y más tarde, en Rm 15, 28: ... Irá, no lo duda ni vacila, no dice que le gustaría ir o que procurará ir, sino que se encaminará hacia allá.

2.     El argumento histórico: tenemos dos fuentes históricas que aseguran que Pablo llegó a tierras hispanas, más la tradición.

  • San Clemente de Roma, que conocía personalmente al apóstol, escribió treinta años después de su martirio, diciendo que murió «después de haber llegado hasta el extremo de occidente». En aquel tiempo, el extremo de occidente era un lugar concreto: la actual Andalucía, junto a las Columnas de Hércules (Gibraltar). Los autores clásicos como Estrabón y Filostrato usan expresiones similares para describir la zona de Cádiz: «la última de Occidente», «la última de la tierra», «en los extremos de Europa».
  • Un fragmento del manuscrito de Muratori, escrito hacia el año 160 d.C. relata que Lucas no pudo explicar en los Hechos «la partida de Pablo desde roma a Hispania porque no ha había presenciado». El manuscrito se encuentra en la Biblioteca Ambrosiana de Milán y está editado por Ritter (1926).
  • Los diversos lugares en la geografía española que llevan el nombre de san Pablo, indicio de una tradición muy antigua de devoción al apóstol. Esto sucede con santos que, supuestamente, pasaron por ciertos lugares dejando huella.

Argumentos en contra

1.     Escribir una intención no significa que ese propósito se cumpla. Pablo escribe su deseo de ir a Hispania, y lo da por hecho, pero no hay ninguna carta suya a comunidades españolas ni otros documentos que demuestren que realmente fue.

2.     Cuando Pablo llegó a Roma, se quedó allí, donde expandió el evangelio durante un par o tres de años, antes de ser detenido en la persecución de Nerón. Fue ajusticiado y, como sabemos, condenado a morir decapitado. No tuvo tiempo de ir tan lejos.


Si Pablo vino a Hispania...

Supongamos, ahora, que Pablo realmente llegó a Hispania y pasó un tiempo evangelizando en estas tierras. ¿Por dónde vino? ¿Qué lugares visitó?

Para llegar a Hispania tenía varias opciones:

La vía marítima por el norte, embarcándose hacia Marsella o hacia Ampurias y descendiendo por la vía romana hacia Tarraco.

La vía marítima por el sur, en barco hacia Gadir, la actual Cádiz, y ascendiendo por el Levante de la Península hasta la actual Cataluña.

La vía terrestre, por el norte de Italia, sur de Francia, Provenza, Rosellón y Cataluña.

Si vino por el norte, lo más probable dado que era el itinerario más corto, una posible ruta pudo ser: Marsella à Narbona à Summum Pyraeneum (La Pertusa) à Juncaria (Junqueres) à Cinniana (Orriols) à Gerunda (Girona) à Aquis Vocontis (Caldes de Malavella) à Sant Pau de la Calçada à Baetulo (Badalona) à Barcino (Barcelona) à Tarraco (Tarragona).

Lugares de posible paso del apóstol

Sant Pau de la Calçada, lugar de paso de Pablo si desembarcó en Ampurias y descendió por la vía romana hacia Gerona y Tarraco, capital de la provincia de Hispania Citerior. En este pueblo se dice que Pablo se detuvo a predicar. Hay una capilla románica del siglo XI donde cada año se celebra una festividad por San Pablo, con misa solemne y baile de sardanas.


Barcelona: la iglesia de San Pablo del Campo, que hoy está en el casco antiguo de la ciudad, se hallaba antiguamente fuera de las murallas, como su nombre indica. Es una iglesia románica que contaba con su monasterio, tal vez construida en el lugar donde se reunía la comunidad cristiana primitiva de la ciudad. En los primeros siglos del cristianismo, y debido a las persecuciones, los cristianos solían reunirse en las afueras. El nombre de San Pablo puede deberse a la tradición de que por allí paso el apóstol en su ruta hacia Tarraco.


Tarragona: la ciudad, antigua Tarraco romana, cuenta como patrona a santa Tecla. Tecla era una joven de Iconio, convertida a la fe en Cristo por la predicación de Pablo y que, según las fuentes antiguas, siguió al apóstol en sus viajes. Llegó a Tarraco y allí, con san Pablo, fundó una comunidad cristiana. En el patio del seminario de Tarragona también subiste una capilla románica donde, según la tradición, el apóstol predicó a los ciudadanos tarraconenses. Los primeros mártires de esta comunidad fueron Fructuoso y Eulogio, muertos en una persecución. Con santa Tecla, son patronos de la ciudad de Tarragona.


En Badalona (antigua Bétulo) se conservan vestigios de casas romanas y de una posible comunidad cristiana primitiva, cuyos restos se encontraron al derruir la antigua masía de Can Peixau, en cuyos cimientos se halló una lápida funeraria, algunos objetos de cerámica y bronce y un pedazo de cerámica donde hay grabado un pez. Sabemos que el pez era un símbolo usado por los primeros cristianos. Sus iniciales en griego son un acrónimo del nombre de Jesucristo:

IXZYS – Iesus Xristos Zeus Yios Soter – Jesús el Mesías, Hijo de Dios Salvador.

ΙΞΘΥΣ – Ιησους Ξριστός Θεου Υιός Σωτερ.


Además, muy cerca de esta masía se encontraba una pequeña capilla llamada del Santo Salvador. En la antigüedad, cuando en una ciudad se fundaba una comunidad cristiana y esta erigía iglesias, la primera siempre se dedicaba a Jesús Salvador.

También en Badalona existe una parroquia dedicada a San Pablo, situada muy cerca de esta antigua mansión romana. La iglesia fue erigida en 1963 y se dedicó al santo apóstol por hallarse cerca de los restos romanos donde, quizás, se reunía la primera comunidad cristiana, tal vez evangelizada por Pablo de Tarso.


Conclusiones

Como vemos, básicamente los argumentos a favor son testimonios históricos, fuentes escritas y una serie de tradiciones muy arraigadas. En contra, la falta de pruebas fehacientes que demuestren un viaje del apóstol a Hispania. Pero podemos preguntarnos... ¿cómo se conservan huellas de un viaje, si no hay más que testimonios escritos?

El misterio continúa y los interrogantes siguen abiertos a día de hoy.

Posible ruta de San Pablo, por vía terrestre, desde Massalia hasta Tarraco.

sábado, 5 de octubre de 2024

El Códice Beza: Tres variantes significativas

 Abordaré tres variantes que presenta este manuscrito respecto de los otros códices. Las modernas traducciones de la Biblia no recogen estas variantes, puesto que se inspiran en otros códices, sobre todo el códice Vaticano.

Estudiar estas diferencias nos descubre:

1.     el fuerte carácter judío de las primeras comunidades,

2.     la estrecha conexión con el antiguo con el nuevo testamento,

3.   información valiosa sobre el mundo judío y cristiano del siglo I.

Tres variantes


1. En el evangelio de Marcos: los escribas enfurecidos

Cita: Marcos 3, 20-21

Es una escena muy conocida: Jesús está enseñando en casa de Pedro. Las multitudes abarrotan el lugar. También se acercan otros personajes: escribas y letrados venidos directamente de Jerusalén. Entonces la madre y los hermanos de Jesús van a buscarlo, pero no pueden acercarse a él.

En nuestras Biblias leemos que la madre y los hermanos querían llevarse a Jesús, porque pensaban que estaba fuera de sí. Es decir: nuestro Jesús está loco, ¡hay que llevárselo a casa! Y se suele explicar que la familia de Jesús no entendía su misión ni la compartía, al menos en ese momento. Evidentemente, ni María, la madre, y los parientes de Jesús quedan muy bien parados aquí, aunque desde un punto de vista lógico es bastante natural que quisieran ir a buscarlo, escandalizados ante la enorme fama de sus milagros y predicaciones.

Veamos qué leemos en la Biblia de Jerusalén:

De vuelta a casa, se aglomeró otra vez la muchedumbre, de modo que no podían comer. Sus parientes, al enterarse, fueron a hacerse cargo de él, pues pensaban que estaba fuera de sí. Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: Está poseído por Beelzebul... (Mc 3, 20-22)

Veamos ahora qué leemos en el Códice Beza, traducido directamente del griego:

Entran en casa y se reúne de nuevo la multitud, hasta el punto de no poder ni siquiera comer panes. Cuando recibieron noticias acerca de él, los letrados y los dirigentes salieron a detenerlo, diciendo que los había sacado fuera de sí (Mc 3, 20-21)

¿Cuál es la diferencia? Os habréis percatado: aquí, no son los familiares los que se quieren llevar a Jesús, sino los fariseos y los escribas venidos de Jerusalén. Y no es Jesús el que supuestamente está fuera de sí, sino ellos. ¿Por qué? Porque su predicación y sus milagros, su autoridad y sus enseñanzas los han sacado de sus casillas. ¡Quieren arrestarlo! Los parientes de Jesús vendrán después, seguramente alarmados y preocupados por su seguridad. El matiz es distinto. En este caso, son los letrados y los escribas los que están como locos ante la fama de Jesús.

Jesús se reafirma con calma. Su familia es la comunidad que le sigue, los que conocen la voluntad de Dios y la siguen, con su vida (Marcos 3, 31-35). No tiene que ir a ningún lado, está donde tiene que estar y con los que tiene que estar.

Aquel que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y hermana y madre (Mc 3, 35).


2. En el evangelio de Lucas: Emaús o Oulammaous

Vayamos a otra conocidísima escena en Lucas 24, 13-35, camino de Emaús. Jesús se aparece a dos discípulos desanimados que abandonan Jerusalén. No lo reconocen y, mientras caminan juntos, les va explicando cómo en Jesús, juzgado y muerto, se cumplen las Escrituras. Pero el final de la historia no es de muerte, sino de resurrección.

En este capítulo el Códice Beza presenta varias diferencias respecto de otros manuscritos, su estudio es fascinante. Pero me voy a centrar en una sola: el nombre del pueblo al que se dirigen los dos discípulos, Emaús.

Resulta que en tiempos de Jesús no existía un pueblo llamado Emaús en las cercanías de Jerusalén. Los biblistas y estudiosos han dado diferentes hipótesis basados en el nombre y en la distancia de sesenta estadios (que algunos consideran que serían 160). Hay al menos cinco pueblos candidatos a ser el Emaús bíblico, pero, en fin, no hay conclusiones claras. El actual pueblo de Emaús, que es el que se suele mostrar a los turistas, es de origen medieval.

El códice Beza no dice que el pueblo se llamara Emaús, sino Oulammaous. ¿Qué significa esto? Nos quedamos de piedra sin saber qué entender, hasta que vamos a la biblia de los LXX. Esta es la versión del Antiguo Testamento que manejaban los autores de los evangelios, y sabemos esto porque todas las citas del AT que aparecen en los escritos del NT están sacadas de esta versión de la Biblia, la Septuaginta o biblia griega.

Pues bien, en los LXX encontramos la solución a este enigma en el libro del Génesis, capítulo 28, donde se relata la huida de Jacob cuando se detiene a dormir en cierto lugar del monte y sueña con una escalera que sube al cielo. Según la Septuaginta, Jacob se detiene en un lugar antiguamente llamado “Oulammaous” o “Oulamlous”, según las variantes. Oulammaous o Oulamlous es una asimilación en griego de dos palabras hebreas: oulam-luz, que significa, «antiguamente, Luz». ¿De qué estamos hablando? Betel, efectivamente, y tal como leemos en la Biblia hebrea, antiguamente se llamaba Luz.

Traducción de la Biblia hebrea (de Jerusalén) Génesis 28, 19: Y llamó a aquel lugar Betel (Casa de Dios), aunque el nombre primitivo de la ciudad era Luz.

LXX Génesis 28,19: κα κλεσε τ νομα το τπου κενου Οκος Θεο· κα Ολαμλοζ ν νομα τ πλει τ πρτερον.

Volvamos al códice Beza. Lucas, según este manuscrito, nos está diciendo que los dos discípulos iban camino de Betel, el lugar que antiguamente se llamaba Luz. Y esto tiene mucho sentido, porque todo ese episodio tiene un paralelo con la huida de Jacob.


Paralelismos

  • Jacob huye de las iras de su hermano para dirigirse al norte, a casa de su tío Labán.
  • Los dos discípulos huyen de las iras de los judíos que han matado a Jesús, temiendo, quizás, por sus propias vidas. En todo caso, están tristes y desolados y abandonan la ciudad santa, alejándose de ella.
  • Jacob duerme y tiene un sueño, donde ve a los ángeles de Dios subiendo y bajando por una escalera hacia el cielo.
  • Estos dos discípulos están como dormidos: ven y no ven a Jesús, oyen pero no entienden; el sentido de lo que ha ocurrido les está velado, como en sueños. Pero es Jesús, enviado de Dios, quien se les aparece.
  • Dios da un mensaje a Jacob y lo bendice.
  • Jesús da un mensaje a los discípulos, parte el pan con ellos y se va.
  • Jacob despierta del sueño y reconoce que ha pisado un lugar santo, donde se le ha revelado Dios.
  • Y los discípulos, al partir el pan, reconocen a Jesús y vuelven corriendo a Jerusalén, porque se les abren los ojos y se dan cuenta de que han visto al Señor resucitado.

Es decir, Emaús es una experiencia de encuentro con Dios transformadora, en un momento de miedo e incerteza. Igual que le sucedió a Jacob, los discípulos reciben el consuelo y la confirmación divina de que Dios está con ellos. Y, además, Jesús está vivo y resucitado.

De la huida a la revelación

La escena de Emaús no pierde su hondo significado, que tan bien conocemos los cristianos, pero con este matiz, vemos que el autor del evangelio enlaza la experiencia de Jesús y los apóstoles con la historia sagrada de Israel y la experiencia de sus padres fundadores, algo que para los judíos tenía una importancia vital.


3. En los Hechos: los gentiles y la Ley

Son muchas las variantes que el códice Beza presenta en el libro de los Hechos. Hoy me centraré en una que aparece en Hechos 15, durante la celebración del llamado concilio de Jerusalén, que más bien es una especie de juicio donde se delibera y decide qué condiciones hay que poner a los nuevos seguidores de Jesús que no vienen del mundo judíos, es decir, a los gentiles.

En Hechos 15, Biblia de Jerusalén, oiremos cómo Santiago decide qué condiciones se impondrán a los nuevos creyentes.

Leemos en la Biblia de Jerusalén, que sigue muy fielmente la versión del Códice Vaticano, en el que se basan la mayoría de nuestras Biblias modernas:

Cuando terminaron de hablar, tomó Santiago la palabra: Hermanos, escuchadme. Simeón ha referido cómo Dios intervino por primera vez para procurarse entre los gentiles un pueblo que honrase su nombre. Con esto concuerdan los oráculos de los profetas, según está escrito: Después de esto volveré y reconstruiré la tienda de David que está caída, reconstruiré sus ruinas y la volveré a levantar. Para que el resto de los hombres busque al Señor, y todas las naciones que han sido consagradas a mi nombre, dice el Señor, que hace que estas cosas sean conocidas desde antiguo. Por esto, juzgo yo que no se debe molestar a los gentiles que se conviertan a Dios. Les diremos por escrito que se abstengan de lo que ha sido contaminado por los ídolos, de la impureza, de los animales estrangulados y de la sangre. Todas las ciudades tienen ya desde antaño personas que predican lo que dijo Moisés, cuando se leen las Escrituras cada sábado en las sinagogas (Hechos 15, 13-21).

Ahora, veamos qué dice la versión del códice Beza, traducida directamente del griego:

Después que guardaron silencio, se levantó Santiago y dijo: Hombres, hermanos, escuchadme. Simeón explicó cómo Dios, por primera vez, se dispuso a tomar de entre las naciones un pueblo para su nombre; así, en efecto, concuerdan los dichos de los profetas, según está escrito: Después de esto volveré y reconstruiré la tienda de David, que había caído, y reedificaré sus ruinas, y la levantaré de nuevo, para que el resto de hombres busque a Dios, así como todas las naciones sobre las que se ha invocado mi nombre. La obra del Señor es conocida desde siempre. Por esto juzgo que no hemos de molestar por esto a los gentiles que se conviertan a Dios, sino que hemos de escribirles que se abstengan de la contaminación de los ídolos, de relaciones sexuales ilícitas y de la sangre, y que todo aquello que no desean para ellos, dejen de hacerlo a los demás. Moisés, desde los tiempos antiguos, tiene en cada ciudad quienes lo prediquen cuando se lee cada sábado en las sinagogas (Hechos 15, 13-21).

Nos vamos a centrar en los versos 20-21.

Según el códice Vaticano y nuestras Biblias modernas, las condiciones para los creyentes gentiles son de índole ritual: se trata de no comer carne que haya sido sacrificada a los dioses paganos, de relaciones ilícitas (incesto, adulterio, tal como lo prescribe el Levítico) y, de nuevo, evitar comer animales estrangulados y sangre.

En el primer caso, hay que saber que en la antigüedad, cuando se sacrificaba un animal en un templo, la carne se repartía entre el sacerdote y el oferente, pero si sobraba, algo muy habitual, se vendía a algún carnicero que a su vez la ponía a la venta al público, por piezas. Cualquier ciudadano podía comprar esta carne. Santiago y los fariseos opinan que comer esta carne es un acto de idolatría, pues estaba destinada a honrar una divinidad pagana.

La segunda prohibición es bien clara: el Levítico precisa qué relaciones sexuales no están permitidas. Son aquellas que perturban el orden y la armonía personal, social y familiar.

¿Y la tercera condición? Comer animales estrangulados y sangre también estaba prohibido en el judaísmo, pues la sangre se consideraba símbolo de la vida, y sólo se podía derramar ante Dios. La sangre, como sabemos, hacía impura a la persona que la tocaba, y mucho más si la comía.

Pero ¿basta esto para que un gentil se convierta en un buen judío, creyente en Jesús? En el caso del adulterio todo queda muy claro. Pero la idolatría... ¿cómo puede saber una mujer que va a comprar carne para su familia si esa carne fue parte de un sacrificio pagano? Y si no hay otra carne disponible, ¿es esto un pecado? ¿Es tan importante comer o no comer animales sacrificados de cierta manera? Si a los gentiles se les exime de la circuncisión, ¿por qué se les impone una norma como esta?

El texto del códice Beza es mucho más acorde con el judaísmo rabínico del siglo I. Según este, tres son las condiciones para que un gentil prosélito abrazara el judaísmo: cumplir los tres grandes mandamientos: adorar sólo a Dios (es decir, no idolatrar), no cometer adulterio (relaciones ilícitas) y no matar (abstenerse de derramar sangre). Estas tres infracciones eran las más graves, castigadas a menudo con pena de muerte. Pero hay algo más: además de evitar estos tres grandes pecados, el códice Beza añade una frase: que todo aquello que no desean para ellos, dejen de hacerlo a los demás. Es la regla de oro, la norma de conducta universal. Pues bien, cumplir los tres mandamientos: no idolatrar, no adulterar, no matar, más la regla de oro es el resumen de toda la Ley, según los rabinos judíos del siglo I. A esto se le añade escuchar la palabra de Dios en la sinagoga, cada sábado. Por tanto, Santiago está diciendo que los gentiles cristianos deben cumplir lo básico de la Ley de Moisés. Se les exime de la circuncisión pero deben guardar el resto.


Y así lo comunicará Pablo a las comunidades que él ha fundado, tal como se relata en los Hechos.

Este matiz del códice Beza nos recuerda que los primeros cristianos eran judíos, y buenos cumplidores de la Ley de Moisés en sus puntos básicos. Jesús era judío, los apóstoles eran judíos devotos y los seguidores del camino de Jesús, por lo menos hasta entrado el siglo II, eran judíos o se hicieron judíos. Formaron una secta más dentro del judaísmo antiguo, como pudieron serlo los fariseos o los esenios. Ellos se llamaban a sí mismos “seguidores del camino” y más tarde, empezando por la ciudad de Antioquía, fueron conocidos como “cristianos”. El distanciamiento entre judíos y cristianos, pues, no se dio tanto en los primeros tiempos, sino posteriormente. Es bueno conocer y aceptar este hecho porque forma parte de nuestras raíces religiosas y culturales. Y quizás nos ayude a aproximarnos y a ver con mayor simpatía a los judíos. El enfrentamiento entre religiones siempre ha sido cruel y a vece sangriento; en cambio, el diálogo entre religiones siempre es rico y da frutos.

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