martes, 11 de julio de 2023

¿Cómo leer toda la Biblia? ¿En qué orden?

 ¡Se puede! En todo un año. O en menos tiempo.

Vayamos por pasos. Una Biblia católica tiene alrededor de 780 000 palabras. 

Si las dividimos entre los 365 días del año, salen 2136 palabras por día. Pongamos 2200.

Si un adulto promedio lee 200 palabras por minuto, necesitarás unos 12 minutos para leer esas 2200 palabras. Claro que depende de tu velocidad y de tu estado de ánimo y concentración, pero si estás despierto y con ganas, no te llevará mucho más.

Redondéalos: dedica ¡tan sólo 15 minutos al día! a leer la Biblia, cada día del año. Al finalizar el año, la habrás completado. (Si lees media hora, en medio año terminarás.)

Otra forma puede ser contando páginas y dividiéndolas entre los 365 días del año. Si tu Biblia tiene 1800 páginas, bastará que leas 5 al día.

¿En qué orden?

Hay muchas propuestas, por la Red encontrarás variedad; todas son válidas. Pero la Biblia fue editada con una intención y con unos criterios por sus autores. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento siguen un orden, y no es porque sí.

Mi propuesta es que sigas el orden. ¿Por qué? Porque tiene coherencia. Y porque no entenderás algunos comentarios o alusiones a hechos anteriores si no has leído lo que viene “antes”.

El Nuevo Testamento, por ejemplo, no se podría entender sin el Antiguo. Hay infinidad de citas, alusiones y paráfrasis de profetas, salmos y autores antiguos.

Comprendo que para muchas personas el Antiguo Testamento es “duro” y difícil de entender. Esto también es un cliché que se nos ha inculcado. Es cierto que no podemos leerlo sin tener en cuenta que son escritos muy antiguos, nacidos en una cultura y un contexto diferente al nuestro de hoy. Pero los temas de fondo que aborda la Biblia son imperecederos y humanos: tienen tanta validez hoy como en el tiempo en que fueron escritos.

Algunas ayudas

Te puede ayudar:

-      las notas a pie de página y las introducciones a la Biblia.

-      un curso de Biblia.

-      preguntar y consultar a un sacerdote con formación bíblica.

-      buscar recursos en librerías religiosas: hay buenos libros que ayudan a entender la Biblia.

-      Internet: consulta páginas serias (teólogos, instituciones educativas, páginas oficiales de la Iglesia o de facultades de teología, incluso no católicas, siempre que ofrezcan rigor académico y no posiciones fanáticas). 

Cuidado, porque puedes perderte un poco y puede haber información poco rigurosa. También tienes que tener en cuenta el sesgo, confesión o tendencia de quien ofrece la información. Algunos criterios para saber si la fuente que consultas es de fiar son: corrección gramatical y ortográfica, buena redacción y cita de fuentes varias.


Si no quieres seguir el orden...

Algunos sacerdotes sugieren empezar con libros más digeribles y cercanos. Esta es otra propuesta:

1.     Comienza con el Nuevo Testamento: los evangelios, las cartas de Pablo y de los otros apóstoles. Los Hechos.

2.     Sigue con los Sapienciales del Antiguo Testamento: Sabiduría, Sirácida, Proverbios, Job, Qohélet.

3.     Sigue con los relatos ejemplares: Rut, Esther, Judit, Tobit, Jonás.

4.     Paralelamente puedes leer los salmos: uno al día. En un año los habrás leído todos dos veces.

5.     Emprende la lectura del Pentateuco o Torá (los cinco primeros libros): Génesis, Éxodo, Números, Levítico y Deuteronomio. (Trampa: sáltate lo que quieras del Levítico, aunque es interesante conocer las leyes de Israel para comprender muchos aspectos de la vida social y religiosa de los judíos).

6.     Sigue con la lectura de los libros históricos: Josué, Jueces, Samuel y Reyes. Son de lo más entretenido, todo un serial.

7.     Sigue con los Profetas, tal como vienen ordenados. Lee con atención, porque te vas a sorprender. Disfruta cada verso, interioriza y pregúntate cómo te resuenan y qué te pueden decir hoy.

8.     Continúa con los libros históricos de Esdras y Nehemías y estos deuterocanónicos: Crónicas y Macabeos.

9.     Acaba con el Apocalipsis, el último libro de la Biblia. A estas alturas, te resultará mucho más comprensible y encontrarás en él ecos de toda la Escritura.

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