Contexto e intención del relato
Después de explicar el origen del mundo y de la humanidad,
la Torá pasa a explicarnos el origen del pueblo de Israel. Y lo hace valiéndose
de un complejo tejido narrativo, cuyos hilos argumentales forman las historias
de los patriarcas.
¿Cuándo se escriben estos relatos? Los israelitas viven bajo
el cautiverio de Babilonia. Añoran la tierra perdida y esperan regresar algún
día. Los sacerdotes y los profetas alientan la fe de la comunidad y urgen a una
renovación de la fe en Dios. El pueblo sobrevivirá si conserva viva su memoria.
Fieles a su finalidad, contar
para unir al pueblo, los autores bíblicos utilizan viejas leyendas
vinculadas a santuarios israelitas para componer un relato cuyo sentido es el
siguiente: Israel es un pueblo que debe sobrevivir unido, pues ha sido amado y
elegido por Dios, desde sus orígenes. Y aunque atraviese duras peripecias, Dios
se mantendrá fiel a su promesa de un futuro mejor, en una tierra donde volverán
crecer y prosperar.
Es interesante notar que en estos relatos no hay exaltación
alguna de la monarquía, ni de un santuario único que centralice el culto. Tras
la experiencia del exilio, el rey y el templo han perdido su función
aglutinadora del pueblo. Quedan la fe, la institución familiar y la práctica
ritual en el día a día, teniendo presente la cercanía y la bendición de Dios en
todo momento. Estos son los valores que se reflejan en las narraciones de los
patriarcas.
Líneas narrativas
Para tejer la epopeya de los orígenes, los autores bíblicos
unieron varios personajes y varias líneas narrativas de la siguiente manera:
Historia familiar:
relacionaron los diversos personajes en una sola familia, de manera que Abraham,
Isaac y Jacob son padre, hijo y nieto.
Peregrinaciones:
los patriarcas recorren los lugares emblemáticos que jalonan la historia del
pueblo.
Cultos salvíficos:
los protagonistas se detienen en ciertos lugares ―donde había santuarios― a
ofrecer sacrificios; allí reciben revelaciones divinas y renuevan su alianza
con Dios.
Promesas: Dios va
renovando sus promesas de bendición, descendencia y posesión de la tierra.
Los personajes
Normalmente, en las leyendas sobre el origen de un pueblo
aparece un único fundador. ¿Por qué en el caso de Israel son tres? Veamos qué
función tiene cada uno de ellos.
Abraham es un
personaje de la tradición vinculado al santuario de Hebrón, en el reino del Sur
(Judá). Hebrón fue un lugar que, a lo largo de los siglos, permaneció intacto,
sin ser conquistado por las grandes potencias que asolaron el país. Además, en
el relato bíblico Abraham recorre un largo periplo que es el mismo del pueblo:
Mesopotamia, Egipto, Canaán. Sale de Ur de Caldea para ir a Jarán; de allí pasa
a Canaán y pasa por Siquem, Betel, Hebrón y Beersheva. Baja a Egipto. Regresa. Abraham
recibe una triple promesa: descendencia numerosa, la tierra y la protección de
Dios. Por ello se erige como padre del pueblo y padre de la fe. Abraham no ve
cumplidas todas las promesas que le hace Dios ―como buena parte del pueblo
exiliado en Babilonia― pero cree que, en el futuro, se harán realidad. Y
confía.
Isaac, el
patriarca más discreto, está asociado a Lajay-Roí, el pozo del que ve. Curiosamente, es un personaje que se queda ciego… Su
papel es importante: es el único de los tres patriarcas que nace y muere en la
tierra prometida. Encarna el pleno derecho a la posesión de la tierra.
Jacob, por
último, está vinculado al reino del Norte (Israel). De hecho, este es su otro
nombre, Israel, el «fuerte contra
Dios». Al igual que Abraham, recorre los lugares más significativos del pueblo
errante: Mesopotamia, Canaán y Egipto, donde muere. Su visión en Betel es otra
promesa de retorno a la tierra: «Yo estoy contigo, te acompañaré adonde vayas y
te haré volver a este país…» (Gén 28, 15).
José, el hijo de
Jacob cuya historia forma una preciosa novela inserida en el relato bíblico,
representa, en palabras de J. L. Ska, el “tío de América” que emigra y hace
fortuna. Su historia muestra que, pese a todo, los israelitas pueden prosperar
y salir adelante en el destierro, y que las rupturas y conflictos familiares
pueden resarcirse. El reencuentro y la reconciliación son posibles.
Otros personajes de los relatos patriarcales sirven para explicar el origen de diversos pueblos: Ismael, primer hijo de Abraham, será el padre de los árabes. Esaú, fundador de Edom; los hijos de Lot, origen de Moab y Ammón, y así con muchos otros.
Marco histórico de los patriarcas
El lector siempre se puede preguntar, ¿qué hay de cierto en
los relatos patriarcales? ¿Existe un sustrato real? Aunque ya sabemos que la
Biblia no es historia “científica”, en las narraciones de los patriarcas hay un
trasfondo histórico que se puede relacionar con el devenir del Oriente Próximo
entre el segundo y el primer milenio antes de nuestra era.
Entre los años 2000 y 1800 a.C. se producen grandes
movimientos de pueblos en el Creciente Fértil. Los hicsos invaden Egipto y
fundan una dinastía extranjera. Una nueva dinastía sube al trono del imperio
babilonio; los hititas comienzan a surgir. Los hurritas se instalan en el norte
de Siria y fundan el reino de Mittanni. Tribus de pastores nómadas procedentes
de Arabia se van desplazando hacia las tierras más fértiles: Mesopotamia,
Canaán, Egipto.
En medio de esta situación, es fácil imaginar que varios
grupos nómadas de origen semita pudieran recorrer trayectos similares al de
Abraham y sus descendientes. ¿Cómo vivían? ¿En qué dioses creían? Es imposible
saberlo con precisión, aunque la misma Biblia arroja pistas. No existía el
monoteísmo, los cabezas de clan adoraban a los dioses locales y se adaptaban a
las costumbres de cada tierra. Las mujeres conservaban idolillos domésticos
protectores. Los sacrificios eran habituales y obligados si se quería obtener
el favor del dios.
Mensaje
Pero el relato bíblico se vale de la historia de Abraham,
por un lado, para explicarnos un salto en la fe del pueblo y una diferencia
sustancial con la religiosidad de las otras culturas circundantes. Por otro,
quiere reforzar esta fe en tiempos de exilio y dificultades.
Abraham, como cualquier hombre de su tiempo, adora los
dioses de cada lugar por donde vive. En Ur, los dioses protectores eran Sin y
Ningal, divinidades lunares cuyos auspicios consulta Abraham para decidir hacia
dónde partir. En Jarán, venera a los dioses de ese lugar. Y, llegado a Canaán,
adora al dios El, cabeza del panteón cananeo.
Pero ¿qué ocurre? Abraham se encuentra con un dios que ya no
le pide sacrificios, sino que le ofrece una alianza. Del dios de un lugar pasa
a toparse con el Dios personal, el «Dios
de Abraham», que le ofrece su bendición de manera incondicional. Solo busca su
fidelidad. Así es como puede interpretarse el episodio del «no-sacrificio» de
Isaac, uno de los más pavorosos e incomprensibles de la Biblia: Abraham se
dispone a sacrificar a su hijo, siguiendo el uso de los rituales de su tiempo.
Dios lo rechaza: no quiere sacrificios cruentos: quiere a la misma persona, su
vida, su lealtad, su amor.
Por otra parte, la alianza que ofrece Dios es un pacto unilateral: haga lo que haga
el hombre, Dios se compromete del todo, incondicionalmente. No es un ídolo a
quien sacrificar para obtener algo a cambio. Su promesa es un don que se
cumplirá en su momento y se realizará a través de personas y acontecimientos
terrenales.
A raíz de este encuentro se da una transformación. El hombre cambia, y también su relación con Dios.
El cambio de nombre en la Biblia tiene este significado: de Abram pasa a ser
Abraham. Ya no será la misma persona. El conocimiento del Dios vivo lo ha
convertido en un hombre nuevo.
Podemos resumir el mensaje de los relatos patriarcales en
estos puntos:
- La bendición de Dios es superior al pecado del hombre.
- La bendición abarca a todas las naciones.
- El pueblo es llamado a la fidelidad y la confianza.
- Las promesas de Dios se realizan humanamente, a través de personas y acontecimientos naturales, no de forma mágica o prodigiosa.
La teología subyacente en estos relatos se podría resumir así.
El hombre pasa de la adoración ritual a los dioses locales al encuentro con un
Dios vivo, personal, con el que establece una relación de alianza. Este
encuentro transforma su vida.
buena reflexion
ResponderEliminarNo encontré lo que necesitaba no me gusto byeeeeee
ResponderEliminarPatetica respuesta de un ignorante byeeee
EliminarBuen blog, sencillo pero bastante específico
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