Tras pasar dos años preso en Cesarea del Mar, Pablo es conducido a Roma. Ha apelado al César para evitar ser juzgado y condenado por el Sanedrín. Pero este viaje lo conducirá hacia su destino final y la misión que desde el principio le encomendó Jesús: predicar el evangelio a los gentiles. La travesía será llena de peripecias, pero finalmente Pablo y sus compañeros llegarán sanos y salvos a Roma, la capital del Imperio.
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